En muchas cosas no estoy de acuerdo con el presidente, pero hay otras que veo bien y que establecen la diferencia con sus antecesores.
El viernes vino a la comunidad Paso Largo (en realidad el nombre es La Unión Paso Largo), municipio de Martínez de la Torre, a calmar la inconformidad de un grupo de vecinos que impedía la conclusión de la autopista Cardel-Poza Rica (solo falta terminar un tramo de un kilómetro 800 metros) alegando que la obra les provocará inundaciones.
Comenté en este espacio, previo a la visita, que la nueva autopista entra a la altura de Laguna Verde, corre paralela a la antigua carretera 180, de dos carriles, que va por toda la costa y concluye en Totomoxtle, Papantla. Paso Largo está muy cerca de María de la Torre, entre Martínez de la Torre y San Rafael.
Andrés Manuel López Obrador voló de la Ciudad de México a Veracruz y de ahí viajó por la carretera 180 a la comunidad (entró por San Rafael). Fue gracias a eso que se pudo percatar del pésimo estado en que se encuentra esta vía de comunicación que pasa por Laguna Verde, sigue por el faro de Punta Delgada y continúa rumbo a Costa Esmeralda.
El hecho de que viaje a ras de tierra le hace conocer y vivir (y muchas veces sufrir) la realidad que viven los mexicanos a diario, problemas muy viejos sin que hayan sido atendidos, menos resueltos. La vieja carretera 180 es de solo dos carriles y la transita mucho transporte pesado. Cuando ha habido Cumbres Tajín, es un martirio para quienes regresan a Veracruz o a Xalapa, porque tienen que transitar a vuelta de rueda, ya que se satura y porque no se puede rebasar.
Los presidentes del PRI y del PAN lo que hubieran hecho hubiera sido viajar en el avión presidencial al puerto y ahí hubieran transbordado a un helicóptero del Estado Mayor Presidencial para volar a Paso Largo, o a lo más cerca posible. Terminado el acto hubieran abordado el helicóptero y regresado al aeropuerto de Veracruz y de ahí viajado a la Ciudad de México. Siempre fue así, siempre lo hicieron así. Ellos no conocían ni veían la realidad de la población.
Seguramente AMLO conoció la carretera 180 como candidato y el estado en que se encuentra, pero ahora como presidente tiene el poder de decisión como para ordenar que le metan mano, como lo hizo, importante porque eso implica recursos, dinero y es el único que puede ordenar que se los inyecten.
Le encargó al subsecretario de Comunicaciones, Jorge Nuño, que se le dé atención especial a las carreteras de Veracruz. Dijo que se tiene que invertir en las carreteras libres, porque están llenas de baches (se refirió a las de todo el país), “tenemos que mejorarlas, no solo que se resuelva este problema… y que se aplique un programa de construcción de caminos rurales en el estado de Veracruz”.
Las carreteras libres están olvidadas
La primera vez que recorrí y conocí todo el Estado, de cabo a rabo, fue en 1974, hace 47 años, ya casi 50. Desde entonces escuché el clamor de los norveracruzanos, de los huastecos: que les construyeran caminos, carreteras o que les repararan las pocas que existían.
Acompañé entonces al candidato a gobernador Rafael Hernández Ochoa y volví con él cuando ya estaba en el cargo. Se viajaba por tierra. Regresé con don Agustín Acosta Lagunes, seguí con don Fernando Gutiérrez Barrios, continué con Dante Delgado Rannauro, luego con Patricio Chirinos Calero, posteriormente con el licenciado Miguel Alemán Velasco y después con Fidel Herrera Beltrán (se repitió con Javier Duarte de Ochoa, a quien ya no acompañé). La petición, el clamor siempre fue el mismo. Las promesas se repitieron: sí. Los resultados nunca llegaron.
Me enfoqué en el norte porque siempre ha estado más olvidado al grado que mucho tiempo los norveracruzanos decían que Veracruz terminaba en Poza Rica. Ha habido avances con carreteras concesionadas, de cuota, pero que, por ejemplo, a los de Pánuco les parece muy cara la que los saca a Cerro Azul para llegar a Tuxpan. Pero los caminos y las carreteras libres están para llorar.
Dinero, se requiere dinero. Interés, voluntad de funcionarios que han pasado por los gobiernos, en especial por los del área de mantenimiento y construcción de carreteras, como el actual delegado de la SCT, Ramón Álvarez Fontán (lo hemos platicado algunas veces), para acometer la tarea, la ha habido y la hay, lo que falta es que se presupuesten y se les destinen recursos.
Los anteriores iniciaron obras importantes y las olvidaron
La autopista que vino a atender López Obrador se inició en noviembre de 2015, con el gobierno priista de Enrique Peña Nieto. Se construye con financiamiento en asociación pública y privada, tiene una longitud de 128 kilómetros y su costo es de 4 mil 691 millones de pesos. Se quedó con un avance físico global de 96.13% y con un avance financiero de 4 mil 509 millones de pesos (el avance físico y financiero es de 95.30%), ya casi nada, hasta que surgió el conflicto con los pobladores y se paró.
Lo único que faltaba era negociar y convencer a los inconformes. O sea, no se paró la obra por falta de dinero sino de negociación política. Los del PRI no lo hicieron.
El mérito del gobierno de AMLO, de la senadora Gloria Sánchez, que estuvo interviniendo, del delegado Álvarez Fontán, fue haber retomado el interés por la construcción y ahora se tiene previsto concluirla en los próximos seis meses, si ya no surgen problemas. La habrá de inaugurar López Obrador y se va a llevar todo el mérito. Nadie sabe para quién trabaja.
Pero iniciar obras y dejarlas a medias o avanzadas sin concluir fue una característica en especial de los gobiernos priistas. En las últimas dos administraciones, Miguel Ángel Yunes Linares terminó instalaciones hospitalarias y puentes que dejó pendientes Fidel Herrera Beltrán. Cuitláhuac García Jiménez recuperó otras obras.
Al final lo que cuenta es que se recupere toda la inversión que se hizo y que se brinden obras y servicios a los veracruzanos.
En el caso de AMLO, va a capitalizar lo que otros iniciaron, los va a tachar de irresponsables, se va a adornar y va a sumar votos para la consulta de revocación de mandato y para la elección de 2024.
Último informe de la Rectora
Este lunes a las seis de la tarde la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, presentará su cuarto y último informe de actividades, ceremonia que se transmitirá por radio, televisión y Facebook. Con eso prácticamente estará cerrando su gestión y seguramente se dedicará a afinar la entrega-recepción.
En días saldrá la convocatoria para designar su relevo, que será a finales de agosto. Será interesante escuchar su mensaje de cierre. En general fue y ha sido buena rectora.
Distinción a Radio Teocelo
El miércoles pasado, el Comité Organizador de la Décimo Tercera Bienal Internacional de Radio, en la que participan también la Secretaría de Cultura del gobierno federal y Radio Educación, notificó la entrega de un reconocimiento a Radio Teocelo. La notificación se hizo a su directora la maestra Mariana Riveros Pozos.
El galardón le fue otorgado “por su invaluable aportación a la educación, la cultura, el periodismo ético y el impulso al trabajo comunitario en beneficio de las poblaciones a las cuales presta sus servicios. También por su fecunda lucha para lanzar y mantener al aire durante 55 años una radio que ha sido ejemplo en la comunicación democrática”.
El reconocimiento será entregado el próximo 12 de julio durante la inauguración de la Bienal que tendrá lugar en el Complejo Cultural Los Pinos. Celebro con todos los amigos de Radio Teocelo esta muy merecida distinción y en especial le envío mi abrazo caluroso al patriarca de todo el equipo Élfego Riveros Hernández.