Por su obra se conoce al artesano.
Uno de los juegos en los que mayor instrucción he recibido, es aquél en el que se usan dos mesas como las que se emplean en las misceláneas con propagandas de refrescos, y en cada una de ellos un juego completo de fichas de dominó.
Al frente de cada mesa un jugador con los ojos vendados, a quienes les darán diferentes instrucciones. Al jugador de la primera mesa, se instruirá para que, con las fichas de dominó que se encuentran en su lugar, proceda con los ojos vendados a edificar una torre, y si lo está realizando bien, a juicio del director del juego, le aplaudirá y el jugador continuará construyendo lo más que pueda sin que se caigan sus fichas.
Al jugador de la segunda mesa, se le repite lo mismo que, con los ojos vendados edificará con las fichas de dominó, pero si lo está haciendo mal, el director del juego golpeará la mesa fuertemente, a fin de que las fichas caigan, y entonces tendrá que empezar a erigir de nuevo.
Se ordena empezar, y el director aplaude al de la primera mesa, quien continúa construyendo lo que pueda a ciegas, y golpea la mesa del segundo jugador tirando todo lo que lleve erigido. Y así repetidas veces, ocasionando después de un rato que, el primer jugador logra la edificación de algo a ciegas, mientras que el segundo, a quien a cada rato le golpean la mesa para tirar sus fichas, monta en desesperación y termina por abandonar el juego.
La moraleja de este juego es que, al primer jugador que solo recibió aplausos, a pesar de estar con los ojos vendados, pudo erigir algo, mientras que, al jugador de la segunda mesa, quien solo fue criticado por construir mal, no pudo fabricar ni una obra por mínima que hubiera sido.
Un refrán español dice: “obras son amores que no buenas razones”. Señalando la sabiduría popular que, los resultados se palpan con las obras realizadas y no con buenas razones o pretextos de cualquier índole.
Señala el enunciado: “Por sus frutos los conoceréis”; siendo su idea clave “el conocimiento”; su significado: “Se juzga a alguien por sus obras y los resultados obtenidos”. La paremia es de origen bíblico (San Mateo7,16). Y en Lucas 6,43 se indica: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos”. Antes Lucas expresa: “Guardaos de LOS FALSOS PROFETAS, que vienen a vosotros con vestido de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”.
La enseñanza de Jesús, era ABRIRLES LOS OJOS y prevenirlos de falsos profetas, indicando que, de acuerdo con las obras visibles que mostraran, sabrían si son o no de fiar. Habrá entonces, quien se crea profeta, pero, ¿conocen sus obras? ¿Han dado resultados?
Tanto el juego de edificar con las fichas de dominó, como el proverbio anterior, me hacen recordar a una persona que, desde antes de llegar a ocupar su cargo, solo ha tirado, destruido y no ha permitido la realización de obra alguna, pero ha convencido a miles de incautos sin haber presentado obra alguna, sin ningún resultado, solo pretextos y culpas a los anteriores y a sus adversarios.
Ni siquiera obras de caridad se le han conocido, pues a los heridos de la línea 12 del metro los despreció señalando que era hipocresía, solo para tomarse la foto. Sin embargo, quiso impactar a sus feligreses, exhibiéndose en una supuesta visita a enfermos de COVID, pero eran guardias nacionales disfrazados de enfermos con los que sí apareció en sendas fotografías.
Y si de destruir se trata, hasta a los enfermos de cáncer los derrumbó, pues le importó más crear una oficina de Beis Bol de la presidencia con un presupuesto mayor a los 3 mil millones de pesos, pero sí congeló 800 millones del presupuesto de salud, para después pasarlos a su partida secreta. Teniendo en cuenta que “Una obra vale más que mil palabras” son cero obras y nulos los resultados que ha mostrado; y por cuánto a las razones o pretextos que le han sobrado, toda la culpa es de Calderón y de los neoliberales.