El INE y el presidente deben ser guardianes de la democracia; sin embargo, parecieran hoy sus peores enemigos. Uno y otro, anteponen sus intereses frente a un sistema político que abarca las actividades de ambos y demuestra que en esa lucha no hay ni ganadores ni derrotados.
Los consejeros del INE están contra el presidente y su partido porque ambos quieren reducirles un salario que no corresponde a la realidad económica de México. Sin embargo, hay quienes dicen que lo que no corresponde a un país como el nuestro son las obras faraónicas del presidente, que representan mucho gasto sin recuperación inmediata.
El proceso de gobierno es de seis años, pero se le quiere exigir resultados a la mitad del camino al gobierno y en lugar de que explique esto, se le va a la yugular al INE y a una oposición que no está acostumbrada a estar de ese lado del poder; y ni el poder da oportunidad a la oposición a que adopte su postura ni la oposición deja trabajar al gobierno, y en medio de esta disputa se encuentra un INE que en lugar de poner orden los deja pelear para ver si en esa lucha pueden ganar tiempo para seguir cobrando más de un millón de pesos al año cada uno de los consejeros electorales.
Esta es la madre de todas las elecciones, en ella no sólo se decide el futuro del país, del gobierno y del régimen que se instaló desde hace más de dos años, sino que también deberá calificar al árbitro electoral, cuyo proceder no tiene contentos a algunos, pero en lugar de afirmar su ejercicio democrático, crean frentes de batalla inútiles que sólo reflejan que la vida política y social del país se ha reducido a una pelea personal.
La lucha política no puede tener como antecedente a un poder que se hace frágil al pelear con el árbitro electoral y a un organizador de las elecciones que pierde credibilidad ante una pelea estéril por defender un salario que bien pueden obtener en la iniciativa privada, dadas sus experiencias, pero no abandonan las trincheras porque quieren derrotar a alguien que escogieron como enemigo y debería ser un factor determinante para la consolidación de la democracia, cuya práctica debe estar por encima de los intereses particulares o de grupo. Si la democracia se hace frágil, también se debilita la autoridad electoral y el propio gobierno.
Es decir, ante la importancia de elecciones trascendentes pierden fuerza el INE y el partido en el poder, que ha sido defendido abiertamente por el propio presidente de la República, frente a la población y ante el INE, que lo ve como un enemigo y no como lo que es: parte del engranaje de la democracia mexicana que debe ser el objetivo del trabajo de todos y cada uno de los mexicanos. Esta responsabilidad tiene sus propios objetivos y si los máximos exponentes de la democracia no cumplen con sus obligaciones políticas, tendrán poca participación electoral el 6 de junio.
De la responsabilidad del poder, del gobierno y del INE, dependerá el compromiso de la sociedad a la hora de emitir su derecho al sufragio. De otra forma la indiferencia ganará la elección más importante de este siglo. PEGA Y CORRE. – Víctor Hugo Romo sigue dando de qué hablar, y ahora el candidato a la alcaldía de Miguel Hidalgo en la Ciudad de México fue apoyado por otro grupo político. María Enriqueta Portillo Hidalgo y Costilla, candidata a la alcaldía por el Partido ELIGE, anunció que se suma al proyecto de continuidad del abanderado de la Coalición MORENA, PT y PVEM… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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