A diferencia del lema que ha hecho popular a las farmacias de productos farmacéuticos genéricos, llamadas Similares, “lo mismo, pero más barato”, en México se están multiplicando los partidos políticos que resultan sumamente costosos a los contribuyentes, que parecen ser lo mismo, pero nada baratos. Todos quieren una tajadita del pastel. En esta época de pandemia en que los empleos han escaseado, los políticos de carrera no quieren andar penando por un trabajo mal pagado, mejor se aplicaron a cumplir todos los engorrosos requisitos para el obtener el registro de un partido político. Lo que sea, antes que estar fuera del presupuesto público y mucho menos vivir “como la gente normal”.
Esa es una de las razones importantes por las que vemos una baraja muy grande de partidos políticos, pero no la única. La política está tan desprestigiada, tanto como los políticos, que los ciudadanos no encuentran por quién votar.
Entre los errores del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que los tuvo, aunque magnificados por los medios de comunicación cuyo corazoncito latía por colores diferentes al guinda y la agresiva campaña contra Morena de políticos, empresarios, intelectuales y periodistas que sin duda rindió frutos, los votantes se fueron quedando sin opciones. La base chaira quedó menguada, pero votará por Morena; los fifís de hueso colorado votarán sin duda por el PAN; el impresentable PRI está acudiendo a las prácticas de siempre para ganar votos, —tarjetas de tiendas de autoservicio y chantaje moral a la población de las zonas rurales que reciben materiales de construcción— sufragios oportunistas y acomodaticios que se sumarán a su base fiel, aunque bastante raspada y lastimada por los escándalos de corrupción como los de Javier y César Duarte, exgobernadores de Veracruz y Chihuahua respectivamente, la casa blanca de Peña, la vida de lujos de Karime Macías en Londres, los Moreira de Coahuila y muchos más que acumularon a lo largo de 82 años.
La izquierda que ganó fuerza con el PRD, se rindió a su sino: no hay que combatirla porque se destruye sola. Tan es así que en una de sus tantas escisiones nació Morena, ahora archienemigo del PRD.
El origen priista de muchos integrantes de Morena es uno de los señalamientos que más hacen sus detractores, pero la verdad es que hoy en día son muy pocos los políticos que no han practicado el turismo partidista. Ni siquiera el PAN, desde que se volvió pragmático después del triunfo de Fox y probó las mieles del erario público.
Así, nacieron partidos políticos como hongos después de una lluvia, pero casi todos son extensiones o hijos de los principales partidos nacionales. Ya sea que se hayan creado por inconformidades al vislumbrar la repartición de candidaturas que siempre parecen ser escasas en relación con los “wannabe” o porque tienen la convicción de que los errores de los partidos tradicionales no serán remontados con facilidad en las urnas y quieren ser más “ciudadanos” que los verdaderos ciudadanos, con tal de obtener el voto.
Mientras menos se les asocie como políticos, mejor, aunque eso estará verdaderamente difícil porque la mayoría de quienes andan en estas lides lo hacen porque son políticos profesionales, en el mal sentido del término. Y aunque traten de ocultarlo, en las entidades, donde más oferta partidista local existe, la población conoce la trayectoria de los viejos políticos que manejan a los nuevos partidos.
A los votantes alejados por completo de la política, les causa confusión la existencia de tantos partidos. Pero por más legos que sean en política, lo realmente inexplicable es el adefesio Va por México, esa coalición de PRI, PAN y PRD que se presentará en por lo menos 150 distritos. ¿Los persignados y pro vidas del PAN aliados con el partido que aprobó la interrupción del embarazo en la Ciudad de México, el PRD?, ¿El PRD en el Club de Toby con el partido al que innumerables veces atacó por corrupto, el PRI?
A los impulsores de los nuevos partidos no les pasa por alto lo perjudicial de este inexplicable brebaje ideológico y se quieren desmarcar. Lo podrán hacer hasta cierto punto, veamos algunos ejemplos. En Veracruz está el partido local Unidad Ciudadana, dirigido por Cinthya Lobato, quien fue diputada por el partido Convergencia, antecesor de Movimiento Ciudadano, después se afilió al PAN bajo cuyas siglas ganó nuevamente una diputación y ya en funciones cambió de bancada a Morena pero siguió como militante del PAN. Para este 2021 intenta levantar votos desde Unidad Ciudadana.
También en Veracruz obtuvo registro el partido Todos por Veracruz, cuyo presidente Jesús Vázquez González formó parte del PRI y del PVEM, y en la Secretaría General está la expriista Yolanda Gutiérrez Carlín, quien hizo carrera pública a la sombra de Fidel Herrera Beltrán.
En el estado de Morelos, el partido local Morelos Progresa es manejado por los exdiputados locales Manuel Tablas Pimentel y Enrique Laffite Bretón muy vinculados al exgobernador Graco Ramírez del PRD.
En México no llegaremos a los cuatro mil 700 partidos políticos de España, los fondos públicos no alcanzarían para tal despropósito, pero habrá 20 partidos compitiendo en Morelos, doce en Tlaxcala y Zacatecas, once en Veracruz, Hidalgo, Baja California Sur y Chiapas, diez en Jalisco, Puebla, Aguascalientes y Nayarit. En total 26 entidades tienen entre uno y 13 partidos locales, además de los siete nacionales. Suficientes para confundir al electorado. Y para vaciar los bolsillos de los contribuyentes.
Dicen que la democracia cuesta. Por ahora, ese gran manojo de partidos políticos ya tiene recursos públicos y el personal del INE, así como el de los OPLE tienen unos salarios colosales. Ya nada más falta la democracia.
@pramirezmorales