Hay otros países, como México, donde la situación es distinta. La costumbre del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de refutar cotidianamente a la prensa se enmarca en una situación trágica. Aquí lo del día a día es matar periodistas. Y quien lo hace, goza de la mayor impunidad del hemisferio occidental para cometer su crimen.
La situación no es nueva. Desde hace décadas México es un país peligroso para ejercer el periodismo. Pero López Obrador asumió el compromiso de acabar —o al menos contener— la violencia generalizada, incluida la que está oprimiendo la libertad de expresión, y eso no está ocurriendo. Salvo un incidente extraordinario, México va a ser el país con más asesinatos de periodistas en 2020.