Miedo ante la solución

México ha avanzado en vacunación con tres sectores de la población, comenzó con el sector salud, siguió con los adultos mayores y ahora va con los docentes, al momento son más de 16 millones de dosis aplicadas a lo largo del país, sin embargo, en medio de estos sectores existen personas que se han negado a vacunarse. Al respecto he escuchado todo tipo de comentarios, pero la mayoría parte desde el miedo a lo desconocido, el miedo a las consecuencias y el exceso de información a través del cuál se difunde lo negativo.

Las vacunas antes de ser aplicadas a la población deben pasar por tres fases en las que se realizan múltiples ensayos clínicos, primero con animales y posteriormente con voluntarios que participan en cada fase. La fase I es para evaluar la seguridad y determinar la dosis correcta. La fase II es con cientos de voluntarios y tiene la finalidad de analizar efectos secundarios además de evaluar la capacidad de generar inmunidad. La fase III es con miles de voluntarios a quienes se les administra la vacuna experimental para determinar si es segura y eficaz. Tanto en la fase II como en la III hay personas que reciben placebos en vez de la dosis real, para hacer comparaciones de los efectos y poder aprobarlas de manera oficial.

Pese a todos los ensayos realizados en miles de personas, cada organismo es distinto, por ello hay reacciones adversas que se pueden presentar en un mínimo porcentaje de la población. Hoy en día se combate una enfermedad nueva, que atacó al mundo entero, de ahí la necesidad de pronta investigación y desarrollo tecnológico que hizo posible que tantas farmacéuticas centraran su atención en crear una vacuna contra el virus SARS-CoV-2. Aunque cada una de estas vacunas haya pasado todas las fases, se han presentado casos fatales en un mínimo porcentaje de la población.

Dichos casos son los que suelen adquirir mayor difusión mediática, lo cual genera mayor terror entre quienes tienen la posibilidad de vacunarse. Los últimos datos apuntaban a la vacuna de Johnson & Johnson donde 6 personas de 6,8 millones de dosis administradas presentaron casos de trombos como efectos adversos. Una situación semejante pasó con la vacuna creada por AztraZeneca. En realidad, el porcentaje con consecuencias es equivalente a un .00008%, lo cual comparado con el número de muertes por COVID es casi nulo.

No obstante, nadie quiere ser parte de los posibles afectados. Aunque pocos consideran que la probabilidad de contagiarse es mayor, pese a que el número de complicaciones con el padecimiento es menor, en nuestro país la atención médica se ha visto rebasada por el virus, de ahí la necesidad de vacunar primero a quienes están en primera línea, como población hemos de entender que la vacuna es necesaria para salvar vidas, para evitar la saturación de hospitales y por supuesto para que pronto podamos retomar la tan ansiada normalidad.

Este virus será algo permanente y vendrán muchos otros, hace doce años fuimos epicentro de una pandemia y debimos haber aprendido la lección, pero no lo hicimos. Hoy nos toca encender de nuevo las alertas y entender de manera urgente que el país necesita mayor inversión e infraestructura en investigaciones. Actualmente 6 proyectos mexicanos intentan liderar la primera vacuna mexicana contra la COVID-19, con el apoyo adecuado podrían ser más. Comencemos a cuestionar más la opinión pública, a creer más en la ciencia y cuidar de todos para nuestro bienestar.

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