* Andrés Manuel y los viejos odios * Fiscalía reactiva el expediente azul * Van sobre lavado de dinero y enriquecimiento ilícito * Abreu, yunista que llegó pobre y ostenta riqueza * Morena: candidatos impresentables * Nicolás Ruiz: aprehensión con fondo político * La represión política de Cuitláhuac sigue * Villegas ya es candidato de RSP
MUSSIO CARDENAS ARELLANO
Publicada en mussiocardenas.com
24 de abril de 2021
Terror de muchos, Miguel Ángel Yunes, aquel que tildó de “loco” al hoy presidente, siente las brasas ardientes del infierno en que Andrés Manuel lo va a consumir.
Hará cuatro meses, la Fiscalía General de la República reabrió expedientes, activó pesquisas, hurgó en la historia pública y privada del ex gobernador panista de Veracruz para colmar la sed de venganza de López Obrador.
Halló lo ya sabido. Que si el magisterio acusó un fraude monumental en el ISSSTE, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Que si Elba Esther Gordillo, la maestra insaciable, su antigua aliada, denunció un desfalco de 50 mil millones de pesos. Que si Manuel Espino, ex líder nacional del PAN, ahora celador del funesto proyecto de seguridad obradorista, evidenció un enriquecimiento ilícito con trazas de delincuencia organizada, implicados los hijos y la esposa de Yunes. Que si Javier Duarte, el ladrón que saqueó a Veracruz, le imputó 26 casas, departamentos y mansiones de origen chueco. O sea, bandoleros dando clases de moral.
Expediente azul, le llamó Andrés Manuel a aquel compendio de acusaciones cuando en la campaña de 2017 recorría el estado con cargo al dinero de la fracción parlamentaria de Morena en el Congreso de Veracruz, usando la lucha por las alcaldías como palanca para exacerbar los odios, el resentimiento, los reclamos de los olvidados contra el panista en el poder.
“Monarquía de la moronga azul”, dijo López Obrador describiendo con saña a los Yunes —Miguel Ángel padre, Miguel Ángel Yunes Márquez, el hijo mayor, y Fernando— por aquello de la sucesión por linaje y derecho de sangre, azul por su condición panista, mientras el jefe del clan contragolpeaba grababando videos en los que una y otra vez remarcaba el filoso adjetivo de “loco” con el que denostaba a quien nunca imaginó llegaría a ser el reyecito de Palacio Nacional.
Y un año después, en la campaña presidencial de 2018, se volvieron a encontrar. Y seguían en lo mismo. La “moronga” por un lado y el “loco” por el otro. Y así es espectáculo demencial.
Hoy, nada original tiene el fiscal de la República, Alejandro Gertz Manero. Un expediente ya investigado, con delitos prescritos, sin acción legal, con tufo a complicidad y hasta un dictamen de no ejercicio de la acción penal. Pero, eso sí, un clavo ardiente.
Gertz y López Obrador exploran una ruta más segura. Van por el enriquecimiento de la familia Yunes. Fortuna legal o no, producto de sus negocios, una constructora fachada, una inmobiliaria, pasan hoy por el filtro de la siniestra Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de Hacienda, el ariete del presidente para armar casos, asediar a adversarios, cobrar agravios, así pregone el presidente que lo suyo, lo suyo, no es la venganza.
Santiago Nieto, el sabueso de la UIF, el mastín de Andrés Manuel, hurga en la vida de los Yunes y más allá. En la mira están los amigos, los empleados, el círculo más estrecho del ex gobernador y, sobre todo, de los juniors que se alternan en la alcaldía de Veracruz.
Neomillonarios ostentosos, vulgares nuevos ricos, ligados a Fernando y a Miguel Ángel Yunes Márquez, ex funcionarios del gobierno de Veracruz, son el objeto de las pesquisas de la Unidad de Inteligencia Financiera, cruzando datos, integrando el expediente letal que evidencie quiénes robaron en el bienio yunista, cuánto se llevaron, quién los protegió, quiénes y cómo urdieron el saqueo al erario. Como si el caso Javier Duarte se volviera a repetir.
Otra investigación se centra en la consistente riqueza de los Yunes, el palacete del Estero, casas a nombre de Omar Yunes, el hijo franquicitario, célebre por aparecer en el top ten de las joyitas mexicanas con trámites para depositar en paraísos fiscales, según el caso Panamá Papers.
Una línea se centra en la relación de los Yunes con empresarios gasolineros. Y el punto clave: el origen del combustible.
Una más, la conversión de los puros en manchados, la transformación de los ángeles en demonios. Llegados al gobierno con una mano adelante y la otra tapándose lo de atrás, un ala del yunismo dejó el gobierno con los bolsillos a reventar y las cuentas bancarias sumando millones.
Si el gobierno de Yunes terminó siendo como el de Javier Duarte, uno de sus súbditos, Rafael Abreu Ponce, uña y mugre de Fernando Yunes, se asume como el nuevo Arturo Bermúdez Zurita.
Bermúdez fue el brazo de hierro de Javier Duarte. Secretario de Seguridad Pública, vio en la violencia un filón de oro. Y concibió algo grotesco. Abdicó de su responsabilidad de otorgarle seguridad a la sociedad y optó por crear empresas de seguridad privada con las que lucró a placer. Mayor violencia, mayor servicio a particulares. La delincuencia le hizo ganar lo que nunca imaginó.
Abreu es su símil. Llegó al yunismo quebrado. Pasó por la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos, se fue tras un incidente de lucro político con los damnificados por el sismo del 7 de septiembre de 2017, y se volvió un magnate.
Hoy ostenta una empresa de seguridad, Gorat, y una decena de filiales; servicio de ciudad a ciudad en camionetas blindadas; capacitación en Colombia con armas de alto poder, según videos que él mismo difunde en redes sociales; más de 250 trabajadores en nómina; contratos millonarios con empresas industriales; vuelos charter, negocios acuáticos en Cozumel, Quintana Roo; una empresa editorial, autos deportivos, vehículos todo terreno, un restaurant, vida de oropel en Monterrey.
Es el Bermúdez del Clan Yunes.
Otra pista hacia los Yunes es el encuentro de Fernando, hoy alcalde de Veracruz, con el líder zeta en el sur, Hernán Martínez Zavaleta, alias Comandante H, ocurrido el 13 de agosto de 2016.
Agradecidos por el voto del panismo de Cosoleacaque y anexas, Fernando Yunes y el líder criminal compartieron la mesa con un aliado común: Erasmo Vázquez González, cacique de San Juan Evangelista, medio hermano del extinto “Caudillo del Sur”, Cirilo Vázquez Lagunes, ejecutado en noviembre de 2006 por un comando armado.
Tras una oleada de muerte, en 2017, su lugarteniente ejecutado, en respuesta una familia —padre, madre y cuatro niños— asesinados, el Comandante H paró en prisión. Fernando Yunes, en cambio, disfruta sus últimos días en la alcaldía de Veracruz hasta ser relevado por su hermano Miguel.
El otro frente es moral. Es el caso Succar Kuri, pederasta de Cancún, amigo de políticos de altos vuelos, empresarios poderosos, condenado a más de 100 años de prisión. En el libro Los Demonios del Edén, su autora, Lydia Cacho, cita el nombre de Miguel Ángel Yunes en un episodio con Succar y Yunes, en respuesta, exhibe un dictamen de la Procuraduría donde se le exime de culpa.
Mario Marín, amigo de Succar y del empresario textil, Kamel Nacif, ex gobernador de Puebla que pactó con Morena y operó la elección, se decía más impune y está en prisión. Yunes es más frágil.
Filtrada la pesquisa de la FGR al periódico La Jornada, Miguel Ángel Yunes Linares reacciona a su estilo. Reclama el fondo y las formas. Refuta la acusación y evidencia que al rotativo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le ha pagado 400 millones de pesos en dos años y medio de gestión.
“Nunca fui —dijo— requerido por ninguna autoridad por temas relativos a mi gestión como Director General del ISSSTE porque siempre actué con base en la Ley.
“Hoy, 11 años y dos meses después, en pleno proceso electoral, se inicia una investigación como consecuencia de una denuncia interpuesta por la UIF, institución que sacó del bote de la basura dos denuncias interpuestas hace varios años por dos conocidos pillos y respecto de las cuales la entonces Procuraduría General de la República se pronunció oportunamente determinando el no ejercicio de la acción penal, por la simple razón de que no hay ningún delito que perseguir.
“No es casual que la denuncia de la UIF se ‘filtre’ en plena campaña electoral y que —aunque yo no participo en actividades políticas— la misma sea la punta de lanza en una estrategia para lastimar a dos de mis hijos que decidieron hacer carrera en el sector público, uno de ellos como candidato en esta etapa de elecciones y el otro como alcalde en funciones de la Ciudad de Veracruz”.
Envuelto en la bandera de la pureza, Yunes encaró desde 2004 a Fidel Herrera, a Javier Duarte, a Héctor Yunes, su antiprimo que le disputó la gubernatura, y a López Obrador. Cuitláhuac era —es— un pez demasiado escuálido para ser tomado en cuenta, marioneta sin neurona, de exabruptos en campaña y en su remedo de mañanera semanal y de contoneos que comienzan a escandalizar.
Del gobierno yunista hubo un parto: nuevos ricos, vulgares millonarios. Sus aliados panistas eran honestos de palabra y rateros en la acción.
Andrés Manuel, al que MAYL llamó “loco” y su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez tildó de “viejo guango”, reabre el expediente, las pesquisas de la UIF, cerrando el círculo con el que el fiscal Gertz Manero los ha de embestir en plena campaña electoral.
Es el infierno que está por venir.
Archivo muerto
Moralmente destrozado, Morena exhibe tres impresentables: Félix Salgado Macedonio con cinco denuncias por violación y aún aspirando a ser gobernador de Guerrero; David Monreal Ávila, el que manosea a la candidata morenista a la alcaldía de Juchipila porque así se llevan, de a piquete de ombligo, melón y papaya, y apunta a gobernar Zacatecas, y Benjamín Saúl Huerta, detenido cuando agredió sexualmente a un menor de 15 años, que debió renunciar a su intento de reelegirse como diputado federal por el distrito 11 de Puebla. Tres entre muchos, incluso priistas, panistas, perredistas, emecistas, verdes y demás de conducta inmoral, que hacen replantear si esta clase política es la que puede salvar al país. Salgado Macedonio es el preferido del reino, cobijado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, blindado por Morena, cuya candidatura se halla a centímetros de caer, no por las denuncias penales a las que la Fiscalía de Guerrero no da curso, en agravio de las víctimas, sino por no haber presentado su informe de gastos de precampaña, aduciendo primero que no era precandidato, luego culpando a la dirigencia de Morena de haber recibido el informe y no remitirlo al Instituto Nacional Electoral en tiempo y forma. David Monreal es el acabose para Morena, observado en cuando menos tres videos cómo toca el trasero de la candidato morenista a la alcaldía de Juchipila, y luego pasando del “pudo ser un tocamiento involuntario” a “el video está alterado”, y la susodicha víctima, tan indigna como vulgar cómplice, alegando que nada ocurrió aunque casi haya brincado al sentir los dedos del señor Monreal en su piel; algo así como “me manoseó pero con respeto”. Benjamín Saúl Huerta ofreció trabajo a un joven de 15 años; lo llevó a la Ciudad de México; le proporcionó un refresco que “sabía amargo” y con ello lo drogó. Hubo tocamientos, el diputado desnudo, la mano del joven colocada sobre el pene del legislador. Gracias a la intervención de empleados del hotel, el ataque no se consumó. Detenido, el diputado Huerta alegó tener fuero y fue liberado. Así pudo acudir a la Cámara y votó a favor de la reforma a la Ley de Hidrocarburos y la Ley Zaldívar, un golpe de estado obradorista a la Constitución, extendiendo el mandato del presidente de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura Federal por dos años, un laboratorio de lo que Andrés Manuel intentará en 2024 cuando tenga que dejar el poder. Luego, ante el escándalo, Benjamín Saúl Huerta renunció al intento de reelegirse como diputado federal. El voto del pederasta le sirve a Morena. Asquea la clase política. Es inmoral. Es tramposa. Es una vergüenza nacional… Un día le arrojaron cuerpos desmembrados; otro, amenazas directas de la delincuencia organizada —o de los esbirros del gobernador, disfrazados de malosos—, y al final lo refundieron en una prisión. Líder en la intención de voto en Minatitlán, Nicolás Ruiz Rosete fue aprehendido el viernes 23 por añejas causas —su paso por la sindicatura de Minatitlán y una imputación por privación física de la libertad de parte de una mujer señalada de extorsionar usando las siglas de la Confederación Auténtica de Trabajadores y Empleados de México (Catem)— y un evento reciente entre transportistas por una obra en el puente El Jagüey. El fondo es político, no legal. El fondo no es hacer justicia sino embestir a los adversarios políticos. Nicolás Ruiz, candidato de la alianza Veracruz Va, integrada por PRI-PAN-PRD, camina rumbo a la alcaldía de Minatitlán, y no hay estrategia en Morena para evitar una derrota anunciada, para revertir los efectos del desastroso gobierno municipal de Nicolás Reyes Álvarez, por su alarmante corrupción, por el abuso de autoridad, por el tráfico de contratos, por el amasiato repugnante entre el obradorismo y el cacicazgo petrolero de la familia Wade. Nicolás Ruiz Rosete, su aprehensión, no es un caso aislado. Es el cuarto personaje, opositor a Morena y al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, en ser detenido. Antes fue el líder moral del Partido de la Revolución Democrática en Veracruz, Rogelio Franco Castán; el empresario transportista Ramón Ortiz Cisneros, financiero del partido Fuerza por México en Coatzacoalcos y el sur de Veracruz; Gregorio Gómez, aspirante a la alcaldía de Tihuatlán. Son los síntomas de un régimen represor, símil de lo que fue el PRI en sus días de partido hegemónico. Son los rasgos de una persecución política que marcará para siempre a Morena, a Cuitláhuac García, al secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, a la fiscal Verónica Hernández Giadáns, como los represores políticos que no repararon en usar la ley y al Poder Judicial para descarrilar a quienes les disputan el poder… José Manuel Villegas Pérez es candidato único de Redes Sociales Progresistas a la alcaldía de Coatzacoalcos. Recibió la constancia de su registro ante el Órgano Público Local Electoral de manos del delegado nacional de RSP en Veracruz, Jorge Luis Calleja Hernández. Lleva en la suplencia a Guillermo Arturo Hernández Moreno, el célebre “Cuyo”. Operador electoral nato, Manuel Villegas se forjó y abrevó en el marcelismo y luego se deslindó del ex alcalde Marcelo Montiel Montiel. Fue parte del equipo de promoción del voto que llevó a Marco César Theurel Cotero a la alcaldía de Coatzacoalcos y luego a Gersaín Hidalgo Cruz, líder del Sindicato Único de Empleados Municipales, a una regiduría. Y hoy emprende un proyecto propio bajo las siglas de RSP…
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