Mientras el Pentágono norteamericano registra, que el crimen organizado controla el 35% de México, nuestras fuerzas armadas están extraviadas. Ellos también se deben al erario y deben cumplir con sus tareas adjudicadas, pero no de albañilería, sembrando arbolitos, protegiendo a la potencia vecina de los migrantes, administrado aeropuertos y hasta vacunaciones. Basta de denigrar a los soldados, principalmente, con estos mandatos que no son los de la nación. La violencia en el país crece cada día más sangrienta, aunque el gobierno en turno tenga otros datos. Son muchas nuestras penurias, para ni siquiera tener seguridad. Los muertos por ello, rebasan a los del Covid. Sumemos secuestros, levantones, feminicidios, tráfico sexual, pornografia infantil y extrema corrupción. Y quién podrá ayudarnos, si las fuerzas del orden tienen gran desorden. Si gobernadores, presidentes municipales y secretarías de seguridad estatales tienen nexos con el narco. Si no vemos esto, aprendamos a vivir enrejados de por vida aunque, lejanamente, se controle la pandemia. El glorioso ejército mexicano, no merece tal afrenta. Su prestigio ante el mundo, está en entredicho.
ENMOLADAS
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