¿Quién, quiénes (mal) asesoran al Gobernador?

A solo 80 días de que los veracruzanos vayan a las urnas, el gobierno cuitlahuista hace todo lo que puede por restar simpatía ciudadana.

¿Quién (mal) asesora, (mal) aconseja o (mal) orienta al gobernador Cuitláhuac García Jiménez? Quien sea o quienes sean, están empeñados en trompicarlo políticamente.

La actualización del Código Penal del Estado de Veracruz en el Congreso local para imponer sanciones más severas por “ultrajes a la autoridad” es una prueba de ello.

Otra, su aplicación inmediata, a rajatabla, en el exsecretario de Gobierno Rogelio Franco Castán, contra el que se procedió de manera arbitraria y se le terminó convirtiendo en víctima.

Una más, aplicarla también de inmediato contra el empresario xalapeño Eduardo Mario Casares, quien protestaba porque considera que se ha dañado su patrimonio con una medida oficial. Lo tienen en prisión.

Y otra, revivir las hordas de los tristemente “400 Pueblos”, de repudio general para los xalapeños, por tanto daño que le han causado a la capital y a sus habitantes, para utilizarlas con fines políticos.

Con la ñapa: su intento (es posible que se consume este viernes) de enjuiciar políticamente a la expresidenta del Tribunal Superior de Justicia, magistrada Sofía Martínez Huerta, luego de que la utilizaron y le causaron daño a la imagen y el prestigio de ese órgano colegiado.

¿Nadie alertó al gobernador que la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación descalificó el delito de ultrajes a la autoridad? ¿Si en el palacio de gobierno no hay un solo abogado capaz, que sepa, por qué no lo previno alguien del Congreso local?

¿Nadie en el palacio de gobierno tiene la visión política, el conocimiento de la idiosincrasia política de los veracruzanos, de sus antecedentes políticos, para calcular los alcances, los riesgos que puede provocar una decisión como la que tomaron contra Franco?

¿Nadie alerta al gobernador de que lo único que se gana es el repudio general cuando se detiene arbitrariamente a un ciudadano con exceso de fuerza y ante decenas de cámaras de los reporteros?

¿Nadie le ha dicho que los “400 Pueblos” han dejado una estela de agravios a los xalapeños, paseándose encuerados delante de niños, defecando en las calles, en los espacios públicos, bloqueando vialidades, convirtiendo partes de la ciudad en un muladar, hasta ganarse el repudio de los ciudadanos? ¿Qué al revivirlos, los xalapeños menos van a ir a votar por sus candidatos?

¿Nadie le advierte que han convertido en una víctima a la magistrada Sofía Martínez y que la opinión pública siempre está con el más débil, y que si proceden en su contra aumentará la desconfianza en ellos pues dirán que qué se puede esperar si eso hacen con alguien a quien ellos mismos crearon?

Por lo que se advierte, nadie es capaz de ver que si la enjuician será un juicio contra los propios gobernantes que la llevaron al cargo, pues la responsabilidad de lo que haya pasado finalmente es de ellos.

Los efectos de los desatinos políticos

Los efectos por toda esta falta de previsión ya se han dejado sentir y amenazan con pasar una factura a mediano y largo plazo con un alto costo político.

Rogelio Franco, de acusado de un presunto delito está convertido en una víctima; lo convirtieron en víctima e incluso su caso se convirtió en nota nacional.

El PRD nacional anunció ayer que buscarán llevar a juicio político en el Congreso federal al gobernador Cuitláhuac García. Cuando debieran estar concentrados en el proceso electoral, tendrán que distraerse ahora en su defensa.

En lugar de causar mella en la persona del exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares, lo han convertido de nuevo en figura pública del momento e hicieron que los medios le redirigieran los reflectores.

Hicieron crecer la presencia mediática del PRD y que aumentara su fuerza en el Estado; lo han fortalecido.

Lograron lo que no habían podido hacer Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano: que la oposición en el Estado se acabara de unificar y consolidara su alianza.

Han sido decisivos para que se destrabara la definición de las candidaturas de la alianza en Veracruz y en Xalapa.

Lograron que se acercaran la corriente del exgobernador Miguel Ángel Yunes y la dirigencia estatal del PAN; que cerraran filas los panistas.

Que casi todo el empresariado, que está descontento con las medidas que se han venido tomando en el gobierno, se una en contra y busque con todo sacarlos del poder, pues temen que les pase lo mismo que a su compañero propietario de un verificentro.

Que los Yunes de Boca del Río hayan comprobado que sí los asustan y que en palacio recurren a viejos recursos como echarles encima a los “400 Pueblos”, muy desprestigiados.

Que viendo que la oposición por fin se unificó, la Iglesia católica se le sume, también con todo, y haga hasta lo imposible para derrotarlos en las urnas.

He ahí las consecuencias de la falta de experiencia política, de no tener un operador político de calidad, de no tener un buen equipo legal (ni en el gobierno ni en el Congreso local), de no tener quien planee, quien prevenga. De hecho, el gobernador está solo.

Y todo cuando ya están a la mitad de la administración, pero, además, cuando están casi en la antevíspera de elecciones que serán cruciales para encauzar la próxima renovación de la gubernatura.

No han acabado de darse cuenta que necesitan sumar porque el presidente López Obrador ya no estará en las urnas. Al contrario, alejan, restan hasta con acciones represivas.

Unificaron a la oposición cuando menos les convenía. No solo pusieron en riesgo sus resultados en las urnas. Ayudaron a que, con más facilidad, dentro de ocho, nueves meses, logren reunir las cien mil firmas para solicitar que se someta a Cuitláhuac García a consulta para revocarle el mandato.

Pero el gobernador tiene los resultados que merece por el equipo que sostiene y lo rodea.

Alianza en Xalapa; el arroz ya se coció

Era cuestión de tiempo. Desde el año pasado estaba pactada la alianza PAN-PRI-PRD para llevar un candidato único a la alcaldía de Xalapa.

La negociación no fue fácil. Llegó a haber gritos, manoteos sobre la mesa, desplantes de salirse del salón y dejar hablando solos a los otros, estiras y aflojas. En fin.

El hervor estaba ya a todo lo que daba y amenazaba con convertir el guiso en un engrudo. Pero todo indica que la tarde-noche del martes el arroz acabó de cocerse antes de que se pasara de tueste.

Qué cosas. Cuando el fuego parecía apagarse, las malas decisiones del gobierno cuitlahuista lo reavivaron y, sin querer, puso la salsa que le dio el último toque.

No sería raro que en las próximas horas, en cualquier momento, se anunciara oficialmente la concreción de la alianza tripartidista para la alcaldía de Xalapa. Ya no hubo necesidad de llegar hasta el 1 de abril para definir el caso en la Ciudad de México.

Cuando se haga el anuncio se verán las consecuencias finales de la negociación que fue determinante para cerrar la coalición.

La fotografía que se tomó en la casa del precandidato del PRD, Cuauhtémoc Velázquez, en la que se ven también sonrientes Sergio Hernández, del PAN, y David Velasco, del PRI, es más que elocuente.

Los tres alegres compadres no se contuvieron y hasta destaparon una botella de rompope para brindar por the happy end de las negociaciones y los acuerdos.

Los tres ganan. Solos, desunidos, los tres hubieran perdido. Pero habrá que esperar el anuncio oficial.

Lo cierto es que los equipos ya prácticamente se habían resignado a que no habría alianza.

Ahora vendrá la gran batalla, la guerra. Vamos a pasar buenos momentos como espectadores. Hay que apartar asiento de primera fila.

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