No intervengo en temas de Veracruz, pero ante la injusticia todos tenemos el deber moral de alzar la voz, por eso lo hago.
Rogelio Franco es un gran ser humano y extraordinario padre de familia. Fue un funcionario muy eficiente y honorable.
Su labor como Secretario de Gobierno fue básica para mantener estabilidad política y social en Veracruz.
Durante nuestras larguísimas jornadas diarias de trabajo siempre tenía espacio para sus tres hijas, a quienes ama profundamente. Victoria -la menor, de 7 años- era visitante casi diaria de su oficina.
Rogelio es un preso político, no es un delincuente; hay que decirlo con todas las palabras, es un líder social que se opone -como muchos veracruzanos- a un gobierno que lleva a nuestro Estado al desastre.
Ser opositor al gobierno no debiera ser delito, pero en Veracruz lo es, y quienes se atreven a oponerse pagan las consecuencias con su libertad o con su propia vida, como cada día lo vemos.
Pero la historia y la Ley juzgarán a quienes usan la fuerza del Estado para perseguir a sus adversarios.
Hoy que es objeto de una persecución política sustentada en falsedades y bajezas le reitero a Franco mi aprecio y solidaridad.
Exijo que se respete su vida y su dignidad personal. ¡No estás solo Rogelio!