¿Cómo medir la desdicha?

A partir del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, todo el mes será este el tema en la agenda pública. Son las propias mujeres las que han dado la nota principal en los medios con las movilizaciones del día 8 por varias razones. Una de las más importantes, sin duda, ha sido la respuesta a la testarudez presidencial que pretende minimizar los reclamos feministas porque prácticamente cualquier manifestación de descontento el Presidente la interpreta como un ataque personal.

Parece que al tomar posesión de la mayor investidura gubernamental, la piel de Andrés Manuel López Obrador se volvió muy suave, tanto que no soporta siquiera las críticas de una conductora de espectáculos y se siente obligado a contestar él mismo, sin hacer caso a la necesidad de una estrategia de comunicación que impida hacer suyas las rencillas con todos sus críticos. Se acabó la dureza del activista político que bloqueó 51 pozos petroleros para defender los a campesinos y chontales del daño ecológico que Pemex causaba a sus tierras, del líder que encabezó esos movimientos y fue herido en la cabeza cuando en 1996 el gobierno federal decidió desalojar los bloqueos con uso de la fuerza. Del exlíder opositor y coordinador de un movimiento social como aquel se esperaría más empatía con el movimiento social feminista, pero no la ha habido.

Es cierto que el hartazgo de las mujeres por la violencia constante que va desde los atropellos domésticos de diversa intensidad, pasando por la discriminación laboral hasta llegar a la máxima expresión de la violencia como es el feminicidio está siendo aprovechado por sus opositores políticos. La propia Paty Chapoy, a quien hizo alusión AMLO sin mencionar su nombre, tal como lo dijo el Presidente, hoy critica las vallas colocadas para resguardar Palacio Nacional cuando antes clamaba porque se dispersara a la mujeres con chorros de agua.

El panista Roberto Gil Zuarth, al igual que muchos de sus correligionarios, de pronto descubrió su activismo feminista. Gil tuiteó en su cuenta el día 8: “El mundo será feminista o simplemente no será… “. Él, como muchos otros conservadores no han tenido empacho en pretender hacer causa con las mujeres, como si todos los diputados de su partido no hubiesen votado en Quintana Roo en contra de la legalizar la interrupción del embarazo y ningún representante del PAN haya presentado una iniciativa para abrir la puerta al derecho a decidir o a cualquier otra mejora o política pública a favor de las mujeres. Esos oportunistas hoy se montan, sin el menor decoro, en un movimiento que han construido con años de trabajo y organización las verdaderas feministas.

Como si la campaña orquestada de la oposición, que aprovecha cualquier tema para desacreditar a la actual administración (pandemia, cierre de escuelas, distribución de vacunas, etc.) no fuera suficiente, el gobierno y su partido hacen lo suyo para abrir frentes, como el de las mujeres. La candidatura de Félix Salgado Macedonio levantó un ámpula difícil de cerrar, porque tiene acusaciones de violación. Si bien es cierto que, según el derecho mexicano, se debe respetar la presunción de inocencia, también se debe considerar que los hechos ocurrieron cuando el ejercicio del poder se daba ese y otros gustos a sus anchas, cuando la denigración de las mujeres se consideraba todavía más normal que en la actualidad. Este asunto se debió atender con sensibilidad política, con honestidad y perspectiva de género, dejando de lado los compadrazgos o lealtades políticos. Hacer a un lado el “cumplimiento” de reglamentos del partido en los que nadie cree y no haber incurrido en una reposición del proceso de selección de candidato que resultó más insultante.

La instalación de las vallas para resguardar el Palacio Nacional pudo haber sido una medida comprensible. Incluso el hecho de que las mujeres hubiesen aprovechado esta barrera para colocar allí sus reclamos fue parte de cómo el movimiento feminista aprovecha esas acciones restrictivas en beneficio de su causa. En cambio, la presencia de los “neutralizadores” de drones fue un desaseo político completo. Hombres que parecían francotiradores con artefactos que parecían armas apuntando hacia abajo, seguramente con la intención de disuadir la manifestación, puede considerarse de las peores respuestas hacia las mujeres.

El Zócalo no se llenó, tal como dijo el Presidente, es cierto, pero no porque el movimiento feminista sea menor, eso no prueba nada. No es el caso de las casas de campaña. No debe olvidar que estamos en pandemia y que el país lleva más de 190 mil muertes. Que muchas familias, pero sobre todo mujeres, son las que asumen el papel de cuidadoras, las que andan penando por conseguir oxígeno para su enfermos o están a las puertas de los hospitales para recibir noticias de sus familiares; otras tienen en sus casas ancianos y niños que cuidar y no se fueron a exponer en la marcha, ya no sólo al contagio sino a una posible represión.

¿Desde cuándo se mide la desdicha, bajo estas condiciones, por un Zócalo lleno? ¿Por qué no contabilizan a todas las mujeres que salieron a protestar en las distintas ciudades del país? ¿Por qué no se coloca al frente de esa enumeración a la joven Astrid de 19 años que marchó sola por las calles de Oteapan, Veracruz portando una cartulina hecha a mano que decía “Juntas, libres y sin miedos. 8 de marzo 2021”? Rápidamente su imagen se hizo viral y pronto ya no estuvo sola, el acompañamiento en redes fue impresionante.

¿Cómo se les puede decir a los miles de madres cuyas hijas fueron asesinadas y no se ha hecho justicia que su dolor es menos porque no se llenó el Zócalo?, ¿Cómo se mide el llanto de una niña, adolescente o adulta violada y las marcas que les quedarán de por vida debido a ese abusivo hecho? Un Zócalo lleno no mitiga el calvario de quienes buscan a hijas desaparecidas y tampoco el de familias enteras que no han logrado justicia, ni siquiera en casos de feminicidio, mucho menos en los de violación. El discurso presidencial no elimina la justa rabia por los toqueteos callejeros, por la discriminación laboral en la que los hombres se protegen entre sí, el acoso de todos los días que no tendrá ninguna consecuencia en caso de ser denunciado.

¿Será capaz el Presidente de modificar su discurso y sus acciones? Un buen signo sería que su partido retirara la candidatura de Félix Salgado Macedonio y se promoviera la legalización del aborto en aquellas entidades donde Morena tiene mayoría en el Congreso, oportunidad que dejaron pasar, por ejemplo, en Veracruz. El discurso sobre la división de poderes está bien para las mañaneras, pero todos sabemos que en la práctica el verdadero jefe del partido es el Presidente.

Es obvio que les preocupan las elecciones. El mismo día 8 recibí una llamada telefónica para hacer una encuesta. Preguntaban si consideraba a Andrés Manuel López Obrador un buen o mal Presidente, si era mal presidente por qué: por no atender a los pobres, por mentiroso, por ignorar a las mujeres. Rápidamente seleccioné esta última opción. Ante la última pregunta no supe qué hacer. Decían: “si el día de hoy fuesen las elecciones, ¿por cuál partido votaría?” A continuación nombraban a todos los partidos con registro. El panorama resulta tan desolador que sólo di una opción diferente a Morena para poner de manifiesto mi enojo como mujer y como feminista. La realización de la encuesta, por sí misma, indica que sí hay preocupación por el tema de las mujeres como votantes.

No es para menos. Según el censo del año anterior, de los 126 millones de habitantes, 65 millones son mujeres. A esos 65 millones se le pueden restar las menores de 18 años, que pueden ser entre 40 y 42%, a las panistas en particular y a las militantes de los otros partidos, a un porcentaje de las mujeres mayores de 65 años que han recibido el apoyo económico directo de los 65 y más, enfatizo que sólo a un porcentaje. Quizá no pueda contar con los jóvenes becarios caracterizados por su carácter apolítico producto de la desinformación o de la información desvirtuada que reciben en la televisión y en las redes, que llega en forma de memes, pues la mayoría de este popular producto mediático editorializa sin que el lector medio se preocupe por informarse, sólo festeja el ingenio con que se critique al gobierno y alegremente lo comparte.

Queda una franja muy grande de mujeres universitarias, de trabajadoras que han vivido por años la marginación laboral, las profesionistas que se han topado una y otra vez con el techo de cristal, las madres (y en general las familias) de mujeres, jóvenes y niñas desaparecidas, violadas o asesinadas que van en un doloroso peregrinaje a la búsqueda de justicia o de fosas clandestinas para buscar a sus hijas, las mujeres que han dedicado una parte de su tiempo a la reflexión con la que se han sumado al feminismo y también muchos hombres aliados verdaderos del movimiento feminista que han expresado su enojo con el discurso que minimiza el reclamo de las mujeres. Morena se está jugando millones de votos con el menosprecio hacia las mujeres. Y las mujeres ya no aguantamos más marginación, discriminación, acoso y violencia. Por otra parte, si la encuesta se hizo con dinero público ¿cuándo sabremos los resultados? ¿o se trata de información clasificada?

He de confesar, sin embargo, que si las elecciones fuesen hoy, como lo expresó muy bien Jorge Zepeda Patterson en su más reciente entrega periodística y hago mía: “Yo voté por López Obrador y volvería a hacerlo si las opciones que me ofrecen son Ricardo Anaya del PAN o José Antonio Meade del PRI. No solo porque me parece que ambos encabezaban proyectos que bajo distintas modalidades  representan “más de lo mismo”, sino también porque sigo creyendo que el México de los desamparados ya no estaba en condiciones de soportar un sexenio más de marginación y desprecio”.

Esa sería una razón para votar por Morena, pero también estoy convencida de que el México de las mujeres marginadas está sumamente crispado y desea castigar lo que vive como la traición de un líder del que se esperaba mucho más que tener un gabinete con el mayor número de mujeres como nunca antes, lo cual, hasta ahora, no ha resuelto mucho en favor de las mujeres.

@pramirezmorales

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