Inicio ColumnasPolítica en Tacones Chayote, mochada, beca, palangre…

Chayote, mochada, beca, palangre…

by Pilar Ramirez

El periodista Carlos Orozco Santillán define al “chayote” como el “pago, ‘mochada’, incentivo o beca que recibe un reportero o periodista por utilizar su oficio y su tribuna para favorecer determinados intereses”.  El habla popular siempre busca vías para nombrar realidades de las que no es políticamente correcto hablar pero que sería absolutamente incorrecto ignorar.

En México nadie se atrevería a señalar públicamente al compañero, jefe o colega que recibe o recibió un pago indebido, pero todo mundo, por lo bajito, sabe que es una práctica viva (todavía) y con un gran margen de certeza se sabe quiénes son beneficiarios, aunque al leer los diarios, especialmente en las secciones de opinión, parece que eso ha cambiado un poco, por el nivel de furia con que se habla de los funcionarios. Es legítimo ahora no preguntarse ¿qué le hizo? sino ¿qué dejó de hacerle?

El gremio parece ya no acordarse de esos tiempos aunque lo cierto sea que muchos los añoran. Ahora todos están tan ocupados en buscar los errores de la administración con la prístina intención de mantener informado a su público que borraron de su memoria esa escandalosa e insensata práctica de recibir “favores”, “estímulos”, “incentivos” o cualquier otro privilegio y, mucho menos, publicidad pagada sólo por tener un “gran nombre”, aunque sus medios no tengan los tirajes que justifiquen las inserciones o la relevancia, porque los criterios para la publicidad gubernamental nunca se han trabajado con seriedad.

¿Qué ya se desterraron las prebendas para periodistas en todo, y subrayo todo, el país? Muy dudoso. Quizá por una razonable inclinación humana a buscar formas de convivir con lo que no podemos cambiar, optamos por encontrarle el lado jocoso. La denominación misma de “chayote” es una muestra. Cuenta José Agustín en su Tragicomedia mexicana que esta arraigada práctica de la política mexicana popularizó la rima “sin mi chayo, no me hallo”.  Hoy, muchos ya ni siquiera saben o recuerdan por qué se le llama “chayo”. Algunos dicen que hace muchos años el soborno a periodistas que otorgaba la Presidencia de la República, lo entregaba en Los Pinos una señora llamada Rosario; si el pago era considerable se decía que recibían un “chayote”, si era normal, “chayo” y si era leve, pues “chayito”; pero no somos los únicos que preferimos reírnos de nuestras debilidades.

La cancelación de la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV) en 2007 dio pie a una información acerca de que varios periodistas de esa cadena habían recibido pagos del Departamento de Estado de Estados Unidos. Supe así que en ese país sudamericano se le llama “palangre” al “chayote” y no tiene nada que ver con los accesorios de pesca ni con el pez del mismo nombre, como en México el “chayote” no tiene nada que ver con las plantas cucurbitáceas. Ronald Nava, de la Defensoría del Lector en el diario venezolano El Nacional me comentó en aquella ocasión que “en Venezuela el soborno periodístico es conocido con el nombre de ‘palangre’, palabra que define a un largo cordel del cual penden numerosos anzuelos. Este aparejo de pesca es muy usado en las costas venezolanas y como detalle curioso puedo agregarte que en el Oriente venezolano los pescadores suelen llamarlo ‘palambre’, deformación cuya intención es bastante obvia y graciosa”.

En España el soborno periodístico recibe el nombre de “fondo de reptiles”, frase que se le atribuye a Otto von Bismark, creador del II Reich, quien la utilizaba para referirse al grupo de comunicadores que tenía a su servicio para que lo adulara. Ya entrados en el recuento, pedí la ayuda de otros colegas para ampliar la lista.

El “fondo de reptiles”, “palangre” o “chayote” se llama “chorizo” en Costa Rica, según me contó María Elena Jiménez de La Prensa Libre. El colombiano Álvaro Ramírez Ospina, desde tierras lejanas a su natal Colombia recordó que la costumbre de dar sobornos a los periodistas estaba arraigada en el medio taurino donde los toreros entregaban sobres con muchos billetes a los periodistas antes de las corridas, razón por la cual el soborno periodístico adquirió el nombre genérico de “sobre”.

Eduardo Naranjo hizo su aportación ecuatoriana y narró que cuando un periodista recibe un pago indebido se dice “fue coimado”, “le dieron un cariño” o “le pasaron la mosca”. Mencionó que en el caso de los diputados, siempre se dice “llegó el hombre del maletín”.

Desde Paraguay, Alfredo Boccia del diario Última Hora comentó que en ese país se usa el vocablo rioplatense “coima” e “ykepe” (de costado)  en guaraní, el otro idioma oficial de su país, aunque no son específicamente periodísticos, lo cual, afirma Boccia “no quiere decir que Paraguay desconozca sobornos en este campo. Sólo que andamos tan pobres que ni siquiera sobra dinero para ese tipo de ofertas”. De las pocas ventajas de la pobreza.

Andrés Colmán, también periodista del diario Última Hora y presidente de la Sociedad de Escritores de Paraguay ahondó en los comentarios de su paisano, con buen humor: “como bien lo indica el ilustre hematólogo y (en su tiempo libre) prestigioso investigador, columnista político y pensador fronterizo brasiguayo, Alfredo Boccia Paz, la palabra universal más adoptada en esta región para denominar a todo tipo de soborno (no sólo el periodístico) es ‘coima’, importada de Buenos Aires, al igual que el vino, el dulce de leche, los resfríos por el viento sur, la arrogancia porteña, los reality shows televisivos y el baile del caño”. Sigue Colmán: “En el gremio periodístico paraguayo, propiamente dicho, sí se ha institucionalizado una palabra específica para denominar no sólo al soborno, sino a cualquier trabajo periodístico que huela a un negociado, a un arreglo irregular, a la sospecha de que detrás de un reportaje o una nota publicada hubo un pago irregular al periodista o al medio. Esa palabra es ‘fato’, que literalmente significa ‘hecho’. Esa interpretación de soborno o venta inescrupulosa de un servicio periodístico se le da solamente en el Paraguay, porque en Argentina, principalmente en Buenos Aires, se usa en otro sentido (allí, tener un ‘fato’ significa tener un amante, un amorío clandestino). (…) A nivel más popular, con el uso del idioma guaraní, se dan otras denominaciones al soborno (no sólo periodístico), pero menos comunes, como ‘iguyrupi’ (por abajo), ‘ijykepe’ (por el costado) y ‘o mondyky’ (le hace gotear) entre otras”. En Buenos Aires también se le dice “chivo” al soborno. Y, con seguridad, debe haber más. Seguiremos investigando este tema tan apasionante como espinoso.

Por lo pronto, allí están: “chayote, “estímulo”, “mochada”, “ponerse la del Puebla”, “beca”, “sobre”, “palangre”, “fondo de reptiles”, “chorizo”, “chivo” o “fato”. Puede usted elegir la que desee, para cuando se requiera, pues como dijo Cantinflas, “no se desconfía de nadie, pero se sospecha de todos”.

@pramirezmorales

 

también te podría interesar