Constantemente leo en mensajes de mis contactos en Facebook que estuvo fuera por cierto número de días debido a que escribió algo que “va contra las reglas de Facebook”. Algo así como sacarles la tarjeta roja y mandarlos a la banca un tiempo porque el algoritmo de FB consideró que era inadecuado u ofensivo, o bien, porque alguien se sintió ofendido y lo reportó a la plataforma.
Recientemente le ocurrió a una amiga feminista muy comprometida con la causa de las mujeres, que promueve la visibilización del machismo en muy diversos ámbitos y en discusiones que están colocando en la agenda pública una gran cantidad de aristas, rendijas y subterfugios que no se han discutido y por los que se cuela el machismo todos los días. Pues bien, recibió la tarjeta amarilla del Libro Cara por haber dicho “hombres imbéciles”, pues eso se interpreta como acoso.
Primero lo primero. De que hay hombres imbéciles, vaya si los hay. Entonces no es un insulto, sino un diagnóstico. Ahora bien, un algoritmo que censura esa frase no es más que un algoritmo diseñado por un equipo donde prevaleció el machismo, de uno o de muchos, vaya a saber, pero el resultado es que usted no puede escribir “hombres imbéciles” si desea conservar su cuenta de Facebook.
La imbecilidad no es exclusiva de algunos hombres, viéndolo bien, pues si usted escribe “o.n.v.r.e.s imb3cil3s” entonces el algoritmo no detecta el “bullyng” y tan tan, no hay falta que castigar. Pero no se trata de estar escribiendo como si nos faltaran algunos millones de neuronas, el hecho es que una plataforma tan popular se da el lujo de censurar. He visto casos en los que una persona insulta a otra o se burla de ella, pero como eso no está programado, no importa que lo reportes, no pasa nada y contestan que han revisado la queja y la publicación no contraviene las reglas de Facebook.
En 2008 se produjo un gran movimiento en contra del tratado internacional —ACTA— con el que 12 países pretendían combatir la piratería y el contrabando cuando en realidad lo que perseguían el control de la red para defender los intereses de los más poderosos. Como reacción se produjo el movimiento de protesta #ACTA que se extendió de tal modo que terminó con este tratado trabajado en lo oscurito, pero que una vez dado a conocer provocó el repudio de la sociedad civil que ya había hecho suya internet.
De la misma manera, hoy debería surgir un movimiento en contra de la censura que ejerce Facebook, pues si bien al abrir una cuenta aceptamos condiciones que ni leemos, esa es la verdad, porque sabemos que de no estar de acuerdo con alguna pues no tendríamos cuenta, también es cierto que no es un contrato como tal, ya que los usuarios pagamos por el uso de internet no por el de Facebook, sólo hacemos uso de esa plataforma y es el dueño de FB el que gana con cada usuario que se inscribe, porque Facebook no vende un servicio, nos vende a nosotros como usuarios, somos su materia prima y su producto final que ofrece a los anunciantes y a los vendedores del servicio de internet.
Es por esto que la censura que ejerce la plataforma es inadmisible y a menudo infantiloide. Claro, podemos escribir “imb3cil” y “torear” la censura, como si fuéramos vendedores ambulantes esquivando a la policía. Recoger nuestras ideas y ponerlas de una manera que no le parezca ofensiva al algoritmo de Facebook, o peor, estar a merced de la censura o del cierre de una cuenta, porque un soplón se sintió ofendido por alguna frase, igual que en la era del macartismo, cuando primero detenían y después “viriguaban”.
Esto es similar a la medida tomada por la FIFA cuando el público gritaba “eo” o “heeeee uto”: si la afición no se “comportaba” el equipo nacional sería el amonestado. Siempre me pregunté si la FIFA sabría todos los insultos en todos los idiomas, o sólo tomaba acciones en contra de los que sí entendía. ¿Saben cómo se dice “eo”, en la versión corta o larga en eslovaco, finlandés, griego o rumano? Probablemente no, de modo que su “cuidado del lenguaje” y del “comportamiento” es selectivo y totalmente parcial.
Igual ocurre en Facebook. Se publican las imágenes y cosas más desagradablemente antifeministas y no pasa nada, memes ofensivos contra las mujeres, “chistes” sexuales que denigran la figura femenina, insultos que aparentemente se justifican por el hecho de que una mujer ejerza su sexualidad; incluso los “decentes” no pueden evitar caer en la tentación de compartir memes machistas que son los más dañinos pues esa cotidianeidad y lo “chistoso” es lo que normaliza la violencia contra las mujeres. De modo que censurar a una mujer pensante, con una militancia feminista de larga historia sólo porque escribió “hombres imbéciles”, es el colmo de la torpeza, aunque dicho en lenguaje censurable para el algoritmo en discusión, es una absoluta idiotez.
Mi amiga pudo haber escrito algo que no ofendiera a Facebook como o.n.v.r.e.s imb3cil3s, varones cretinos, masculinos necios, individuos subnormales, entes borricos, sujetos lelos o seres papanatas, pero si se tuviera que volver a decir, nada tan significativo como “hombres imbéciles”.
@pramirezmorales