La noticia en sí me llamó la atención, pero también la indiferencia con la que se tomó: la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, señaló en su conferencia mañanera de ayer que la delincuencia ya está involucrada en el mercado de los tanques de oxígeno ante la alta demanda por la pandemia de Covid.
“Podemos dar cuenta de otro acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación sobre que Cofepris pueda otorgar registro sanitario para la producción de oxígeno de uso medicinal, hemos tenido denuncias de oxígeno fake, mercado negro, incluso ya la delincuencia está metida en los tanques de oxígeno”.
En grupos de chat, en las redes sociales o a través de mensajes directos nos enteramos que familiares de enfermos contagiados por la pandemia preguntan por tanques de oxígeno, necesarios, vitales para tratar de salvar la vida de pacientes con Covid. La alta demanda ha encarecido el producto.
La titular de Gobernación no dio más detalles sobre el caso de la delincuencia, pero creo que no es necesario porque todos sabemos de sobra que no hay negocio productivo en la que no esté metida, sin que alguna autoridad lo pueda evitar.
La señora –otra cosa sorprendente– lo dijo con una natural aceptación como resignada de antemano, como algo normal de lo que ya no hay que inquietarse ni preocuparse, ni siquiera agregó que el gobierno –de la 4T– investiga o va a investigar. La mayoría de los medios tampoco repercutieron mayormente su declaración, según chequé.
¿Será que porque ante su incapacidad para dar cobertura de atención a todos los enfermos, en la administración federal se van a hacer de la vista gorda para que la delincuencia entre al rescate –con su ganancia respectiva, por supuesto–, tan poderosa que es, tanto o más que el propio gobierno, y los salve de más críticas en año electoral?
El sometimiento del Poder Judicial al Ejecutivo
País mío, Estado mío. El viernes pasado, en Córdoba, la señora presidenta del Tribunal Superior de Justicia (nunca supe en qué año le quitaron la H. de Honorable Tribunal, je je), doña Isabel Inés Romero Cruz, sin mayor rubor declaró que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez les “instruyó” (se entiende en el sentido de que les ordenó a ella y a los magistrados, al Poder Judicial) que el Consejo de la Judicatura investigara la actuación de todos los jueces del Estado. Previamente el titular del Ejecutivo había denunciado públicamente que jueces liberan a presuntos delincuentes.
Mal. Penoso. El Judicial es un poder independiente, al menos en teoría. No puede ni debe estar subordinado al Ejecutivo ni al Legislativo y su titular no puede ni debe estar sometido a las “instrucciones” del gobernador. Una cosa es que atienda cualquier denuncia, del gobernador y de cualquier ciudadano, y actúe en consecuencia, conforme a su responsabilidad, y otra es que lo haga porque lo ordena el hombre poderoso del Palacio de Gobierno.
Pero seamos justos. En realidad lo único que hizo fue poner al desnudo lo que prácticamente todo el mundo sabe: el sometimiento –como el del Legislativo también– al gobernador, aunque hasta antes de que llegara el cuitlahuismo al poder se guardaban las formas.
Lo cierto es que las dos mujeres que han tenido la oportunidad histórica de llegar al cargo, Sofía Martínez Huerta y ahora doña Isabel Inés, están dejando muy mal a su género, y sabiendo cómo son muchos magistrados hombres, acaso todos, no se han de dejar de compadecer de su pobre y lastimosa actuación.
Mujeres, excluidas de la negociación política
Me pregunto si acaso porque desconfían de que no puedan dar el ancho, los negociadores de la alianza PAN-PRI-PRD, pero también los de Morena-PVEM-PT, han excluido a las mujeres de sus mesas de negociación, para convertir aquello en un club de Tobi (para las nuevas generaciones, Lulú –y sus amigos– es un personaje estadounidense de historietas que, como dice Wikipedia, “Estos chicos son amigos y compañeros de Tobi Tapia, y, con el nombre de ‘El Club Secreto’, celebran reuniones en una caseta de madera. Su lema está escrito en la pared exterior: ‘No se admiten mujeres’. Suelen atormentar a Lulú y a las otras chicas”).
Que se sepa, no solo las han excluido sino que los dirigentes negociadores, de todos los partidos, se dan de tarascadas por imponer como candidatos a su hijo, a su hermano, a su socio, a su chalán, a su cómplice, pero no a ninguna mujer.
Uno de ellos me deslizó que colocar mujeres a la cabeza de planillas, como lo ordena la ley electoral, será un verdadero dolor de cabeza, pues a muy pocas les ven calidad para ser competitivas y ganar. En plena época de la equidad de género, son hombres los que decidirán qué mujeres serán las candidatas a presidentas y síndicas municipales.
Acaso por eso hizo mucho ruido, aparte de por su popularidad, la irrupción de Paquita la del barrio como política precandidata de Movimiento Ciudadano a la diputación por Misantla.
Si asesoran bien a la señora y si aprende rápido, cuando saboree las mieles del poder político, si gana, en una de esas y se hace del liderazgo de las féminas de Veracruz y abre un amplio y fuerte frente en defensa de sus intereses y rompe con el monopolio varonil de la toma de decisiones.
(Me llamó la atención en las redes sociales el baño que les pusieron quienes la apoyan, la mayoría, a quienes no ven bien su participación, y que ante el principal cuestionamiento que le hacen de que no sabe de política ni tiene experiencia, les respondieron qué tanto sabían y saben los actuales diputados de Morena, que concluirán su periodo sin pena ni gloria y que cuando se vayan nadie se va a acordar de ellos, nunca.)
¡Qué viene el lobo! ¡Qué viene el lobo!
Dice tantas mentiras el presidente López Obrador amparado en “yo tengo otros datos”, que con su contagio de Covid-19 le pasó lo de la fábula (que atribuyen a Esopo) del Pastor mentiroso.
Copio de Wikipedia: “Un joven pastor cuidaba de su rebaño de ovejas en las cercanías de un pequeño pueblo. Un día se le ocurre hacer una broma a los habitantes del lugar, así que acude al sitio alarmado gritando que se había encontrado con un lobo, y que sus ovejas corrían peligro. Esto preocupó a todos los habitantes, que se dispusieron a ayudarlo. Corriendo, lo siguieron hasta el lugar en donde había avistado al supuesto lobo, pero solo se encontraron que era una broma. Tiempo después se halló con un verdadero lobo que lo amenazó con sus feroces fauces, aterrado, acudió al mismo pueblo buscando ayuda, pero esta vez los habitantes creyeron que era otra de sus bromas, y no salieron a ayudarle. El lobo devoró las ovejas y se llevó algunas, dejando al pastor aterrado y arrepentido de haber bromeado con algo tan alarmante”.
A AMLO hay quienes se resisten a creer que se contagió y no los saca uno de su creencia que es una de sus tantas estratagemas para, dicen, desviar la atención del fracaso de su política para combatir el Covid, o para distraer la atención de tantos problemas por los que atraviesa el país. Eso es lo malo de decir muchas mentiras, que luego, cuando se dice la verdad, nadie lo cree.