“No hay viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige.” – Séneca.
Desde hace un par de días, se incrementan las voces que claman por el retorno del senador Ricardo Ahued para “rescatar Xalapa” de parte del proyecto deformador de la 4T y a pesar de los incuestionables dotes empresariales y calidad humana del ex director General de Aduanas, surge la pregunta, el cuestionamiento y hasta la duda.
¿Es realmente tal la debacle de nuestra clase política, con abolengo reconocido por propios y extraños por tantas generaciones, que “necesitamos” a un hidalguense para rescatar la capital del estado, y peor aún, a una política oriunda de Zacatecas para contender la próxima gubernatura?
Aun cuando es de todos conocido que la secretaria federal aludida cuenta con tal poder y fuerza sobre el mismo presidente López que le dio para designar a quien actualmente ocupa la Secretaría de Gobierno Estatal, aun cuando el ingrato personaje, no le tome ni las llamadas.
Ante ello, nos cuestionamos ¿Dónde están las mujeres y hombres veracruzanos que como clase política tomen las riendas del rumbo que Veracruz necesita?
Por increíble que parezca, tenemos legisladores federales y locales producto de una “tómbola” que con recibir su dieta quincenal se dan por satisfechos, aun cuando se suban a la tribuna a espetar su incapacidad lectora, ya no digamos de oratoria, a la que confunden con una especie de clase para medir las horas.
Es tan grave la crisis, que tenemos alcaldes aparentemente letrados, que se vendieron al electorado como los “non plus ultra” de la academia, pero que llegado el momento confirmaron su nula y escasa capacidad para dejar los modelos y proyecciones, para inclusive incurrir en la peor de las formas de corrupción en la administración pública como lo es el subejercicio.
Y para colmo de los males, entendieron que en su mandato estaba tan solo gestionar poco menos que el gasto corriente, porque hasta para eso salieron lerdos.
Por ello, urge recobrar la dignidad y el orgullo de ser y sentirse veracruzano, tan solo por el enorme privilegio de haber nacido en esta tierra.
Al caso viene recordar, que han sido ocho veracruzanos quienes han ocupado la Presidencia de la República, algunos más la Secretaría de Gobernación y otras carteras no menos importantes del gabinete federal, personajes de la talla de don Fernando Gutiérrez Barrios, don Jesús Reyes Heroles, el ingeniero Heberto Castillo, entre muchos más.
Si bien es cierto, que la elección de 2018 logró el golpe de timón que con clamor popular reclamó el pueblo de México, también es indiscutible que el cambio no fue el que se esperaba, al principio, la expectativa invitaba a comprender que las complejidades derivaban del arribo de una nueva clase política, pero tristemente bastaron tan solo 25 meses, para entender que el problema real era que quienes llegaron al gobierno ni tienen clase, ni saben de política.
Haciendo un recuento de las y los veracruzanos que actualmente se mantienen vigentes a nivel relevante de la política nacional, tan solo vienen a la mente algunos ejemplos como Luis Hernández Palacios, (hijo de don Aureliano, el recordado ex Rector de la Universidad Veracruzana) como Procurador Agrario Nacional; en la Secretaría de Gobernación contamos con Miguel Lucia, como el jarocho de más alto rango en Bucareli, acompañado por el xalapeño Carlos Contreri; una Ivonne Cisneros en el sector salud, pero más dedicada a las funciones de selección de candidatos en su partido, o un Rafael Hernández Villalpando que ha pasado por San Lázaro sin pena ni gloria, quedando a deber muchísimo a sus electores y a sí mismos dada su sobrada capacidad intelectual.
Ojalá esa clase política salga del letargo, despierte, para verdaderamente aglutinar a las mejores mujeres, a los mejores hombres para que Veracruz retome el lugar que le corresponde.
¡Aún es tiempo, Veracruz lo vale!
Al tiempo.
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