Las mañaneras

Edmundo Cázarez entrevistó a la escritora Elena Poniatowska y abordó muchos temas, entre ellos, el de las mañaneras del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Elenita es una escritora de 89 años, supergalardonada, reconocida, famosa y, según los estándares de la 4T, se puede decir que “fifí”, porque dinero no le debe faltar, lo cual es absolutamente justo pues su obra se vende muy bien; por lo tanto, no le interesa quedar bien con nadie, no tiene pelos en la lengua y externa su opinión como le viene en gana.

Criticó las mañaneras (las conferencias de prensa de López Obrador) y dijo con toda claridad que “han provocado un hartazgo y nos tiene a todos al borde de la irritación y confrontación nacional”. No dedicó la entrevista a hablar mal de López Obrador, admitió que es su amigo aunque también señaló sin ambages, respondiendo a pregunta de Cázarez, que no lo aconseja  porque “no le hace caso a nadie. Ahora es sumamente difícil acercársele, verlo y hablar con él”. No obstante, como era de esperarse, la cabeza de la entrevista fue “Señor Presidente ya párele a la mañaneras, hay un hartazgo nacional: Elena Poniatowska” porque es lo que “vende”. El texto de la entrevista tiene cinco mil 888 palabras, la entrevistada dedica 624 palabras a hablar del Presidente, pero respondiendo a 25 preguntas de Edmundo Cázarez. Es decir, a instancias del entrevistador que insiste en el tema presidencial.

No le falta razón a Poniatowska al decir que el Presidente se ha sobreexpuesto con la aparición diaria ante los medios. AMLO no es de palabra fácil y gusta de utilizar en muchas ocasiones ejemplos mal elegidos o dichos que se toman a chunga y sirven para darle leña a sus enemigos para atizar el fuego. El término “fifí” es tan clasista como el de “chairo”, pero como en este país está mal denostar a los pobres y no a los ricos, pues pocos hablan de esa especie de clasismo que entraña el vocablo “fifí”. Por otra parte, en nuestro país aplica poco la ética protestante y el espíritu del capitalismo del que hablaba Max Weber, que básicamente bendice la riqueza emanada del trabajo en el sistema capitalista, porque sabemos que en México la mayoría de las fortunas se hicieron al cobijo de prácticas ilegales, ilegítimas o de la protección del poder. Por eso no le tenemos respeto a los ricos, porque siempre sospechamos de la forma en que amasaron su riqueza.

“Chairos” nos decían los “fifís”, siguiendo la tipología, desde antes de que arribara al poder AMLO, para señalar que sólo lo seguían los pobres y, casi como consecuencia, los ignorantes. Eso tuvo un significado y una razón de ser en campaña. Pero una vez en el poder, era obligación del Presidente tomar el rumbo de la reconciliación, no responder a las provocaciones, dejarle la palabra a su gabinete y no estar en la primera línea de confrontación.

Que la prensa ataca al Presidente ni duda cabe, pero el tema perdería fuerza si hubiera una respuesta más inteligente. Que la actual administración ha pisado callos y ha hurgado en cuentas bancarias que no se inflan como antes es irrefutable, de otro modo, ¿por qué tanta inquina?

Ahora bien, existen situaciones que, por las razones que sean, el gobierno no maneja o no explica con total transparencia. ¿Por qué saludó a la mamá del Chapo?, ¿Por qué las estampitas?, ¿Por qué no usa cubrebocas aunque sea en las apariciones públicas?, un razonamiento breve y sólido para el tren maya y la cancelación del aeropuerto no estarían mal. Pero si no se trabaja en ello y además todos los días se expone a preguntas cargadas de animosidad o veneno, es peor.

Que el propio Presidente ha profundizado la división con la machaconería de los “fifís” como los culpables de todo también es cierto. Ese es el hartazgo del que habla Poniatowska y tiene razón.

Un gobierno transparente que no teme a las preguntas, que sale a contestar sobre sus acciones y a hablar de lo que pasa en el país no necesita una conferencia de prensa diaria, eso cansa, se desgasta. Una conferencia semanal no estaría mal y los temas coyunturales que los aborden los encargados de los distintos despachos.

Desgasta tanto, que hasta un pequeño homenaje al actor Jorge Arvizu que daba voz a Benito “Bodoque” se presta a la burla. He leído en las redes comentarios de colegas que hablan de la imagen del personaje de “Don Gato y su pandilla” en la mañanera  como si fuera lo peor que le hubiese pasado a este país. Es evidente que muchos preferían un presidente guapo y bien peinado que, en lo oscurito, hacía rendir como nadie su salario presidencial, ahorrativo como ninguno pues le alcanzó para una casotota y ser reconocido como uno de los mejores clientes de las tiendas más exclusivas de Santa Mónica en Los Ángeles, California. Con que no le hablaran de libros, él seguía el guion de su equipo de comunicación.

AMLO cree que el apoyo popular es suficiente, pero alguien debería sacarlo de su error. Un país con una economía debilitada por la pandemia y dividido políticamente es un país con más riesgos. Los enemigos de la administración no duermen, no dejan de trabajar en contra de AMLO y de Morena, pero las mañaneras no van a solucionar tal situación.

A la 4T le urge una estrategia de comunicación más eficaz. Pocos logran reconocer que los molinos contra los que quiere luchar AMLO no son de viento, sino poderosos intereses que continuarán defendiendo lo que creen que les quitaron. Para muestra, basta un botón, Elenita sabe mucho de literatura, pero según su respuesta en la entrevista, aparentemente no ha leído a Antonio Gramsci (ni tendría por qué), no sabe qué son los intelectuales orgánicos, como tampoco lo entiende gran parte del público y quizá tampoco los reporteros. Sólo lo repiten y lo que sí entienden es que se trata de una especie de ofensa. Los verdaderos intelectuales orgánicos no van a explicar qué y quienes son, están muy activos denostando a la administración desde el columnismo o desde las redes sociales.

Mi tecla humilde se une al llamado de Elena Poniatowska. Ya basta de mañaneras diarias, por el propio bien de la administración y del país.

ramirezmorales.pilar@gmail.com

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