Hay una frase que me persigue de manera continua: “si algo es gratis, el producto eres tú”. Esta frase la escuchaba de manera repetida en clases de mercadotecnia o persuasión, mandar ofertas tentadoras es el gancho perfecto para pescar a clientes cautivos que en realidad te están brindando más beneficios que los que ellos reciben. Esto pasa en el mundo digital y lo sabemos, pero somos muy felices entre filtros, juegos y publicidad a nuestra medida, así que hacemos caso omiso de lo que implica depositar toda nuestra vida en internet.
La ingeniería de datos está presente en todas partes, no importa cuán cuidadosos creamos ser o lo alejados que estamos de la tecnología, siempre habrá algo adueñándose de tu privacidad o la información, ya sea a través de las tarjetas de los bancos, con tu teléfono acompañándote a todas partes o el simple hecho de convivir con alguien que sí está involucrado en la tecnología ya te hace parte de una esfera digital.
Lo anterior es sabido desde hace años, pero conforme avanza el tiempo los gobiernos han vislumbrado la necesidad de aplicar medidas regulatorias o si nos ponemos muy paranoicos quizás descubrieron una ventana de poder y control fuera de su alcance. Mientras que antaño tenían el control de medios de comunicación para moldear la opinión, el futuro de ese tipo de estrategias ahora está en internet, un medio hasta el momento libre y en donde la ley aún tiene múltiples lagunas.
Quizás por ello la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos decidió establecer una demanda contra Facebook, lo anterior justificado en que el gigante de redes sociales ha abusado de su dominio en el mercado digital y ha presentado un comportamiento anticompetitivo, la intención es que la empresa se deshaga de activos como Instagram y Whatsapp. Como bien es sabido estas aplicaciones al igual que otras pertenecen a una misma compañía, lo cual hace que nuevas plataformas tengan menor presencia e impacto entre los usuarios.
Si bien la demanda no tiene precedentes en la historia, sí hay otras compañías de igual magnitud que tienen gran impacto en la comunidad, un claro ejemplo de ello es Google y Apple. Todas estas compañías tienen una gran ventaja, conocen a la perfección a sus usuarios, saben sus opiniones, rutinas y horarios, tienen conocimiento incluso de las personas que participan en los jurados.
En 2017 Eli Pariser ya encendía las alertas a través de su libro: “El filtro burbuja”, nos advertía del peligro de los algoritmos que de inmediato detectan qué mostrarnos, todo es tan personalizado que poco a poco van haciendo inserciones en nuestra mente que determinan nuestras opiniones e incluso comportamientos de compra. De momento todo parecía quedar en estadísticas y estrategias de mercadotecnia que nos hacían dirigirnos a ciertos productos, pero qué pasa cuando el producto somos nosotros como votantes, ya en años anteriores el escándalo con Cambridge Analytica evidenciaba cuán importante puede ser nuestra información también en periodos electorales. Las decisiones políticas alrededor del mundo han mostrado que a través de las plataformas digitales la opinión popular es fácilmente manipulable, pero también han abierto la posibilidad de derrocar dictaduras, crear grupos de libre expresión que construyan alternativas al poder.
Mientras el juicio se realiza y ambos poderes se enfrentan, queda sobre la mesa una profunda reflexión, ¿cómo han adquirido estas plataformas tal relevancia y cómo nos afectan? ¿cómo podemos ser menos manipulados y cuidar nuestra información?, la clave está en conocer qué estamos haciendo, así los datos que brindamos serán de manera consciente y podremos entender que todo lo que está a nuestro alrededor es parte de una estrategia, para así decidir verdaderamente libres, de igual forma vale la pena conocer esas compañías pequeñas de código abierto, así descubriremos que más allá de las plataformas predeterminadas hay otras opciones con igual impacto. Y al final del día hay que tener presente que esas plataformas han crecido gracias a los usuarios, así que el verdadero poder está en cada uno de nosotros.