“Se necesita un espíritu fuerte para conservar la moderación cuando todo fracasa. ” — Séneca.
Vaya que para los integrantes de la Cuarta Deformación las cosas andan mal, bien dice el refrán “éramos pocos y parió la abuela”; expresión que se emplea en aquellas situaciones en las que ocurre algo malo y las cosas empeoran de manera inesperada.
Y es que el anuncio de la construcción de una gran coalición o alianza entre los tres partidos políticos más antiguos de México para buscar acabar con el control de Morena en el próximo proceso electoral de junio de 2021, literalmente los “apanucó” y “aterró”.
Quizá por ello las reacciones de muchos de sus dirigentes y representantes ha sido inversamente proporcional al miedo que les simboliza el fin de la infamia, construida a base de rencor, odio y un altísimo nivel de desadaptación social.
El ánimo entre ellos, es avasallante, saben que su efímero sueño de opio, construido para destruir, cobrará la cuenta del daño que propició, sabedores que la guadaña social está más que nunca afilada y buscando cobrárselas.
Como inadaptados, no saben qué hacer, el miedo los corroe y solo atinan a decir lo que ya sabemos: “mostraron el rostro”, “debieran formar un solo partido… el neoliberal”, “evidencian el pacto que tanto señaló el presidente López”.
Pero el asunto es más profundo, la construcción de una gran coalición que acabe con los sueños del hoy todo poderoso tlatoani de Palacio Nacional, ese que por 18 años vendió un horizonte diferente, en donde la corrupción, la impunidad y la traición no tendría cabida, simplemente se desmoronaron, pues hicieron todo lo contrario.
24 meses bastaron para acabar con la infamia construida con el único objetivo de cobrar venganzas personales.
Y es que los escándalos recientes que documentan y evidencian el nivel de corrupción al interior de la 4T, es tal, que hasta la parentela directa del mismo López ha salido a relucir.
La mortificación de millones de mexicanos, pero más aún, de los verdaderamente cercanos al tabasqueño, es inmensa.
El tlatoani no los oye, camina con el localizador satelital –transpondedor– averiado, está fuera de su realidad, pues no es el mismo de hace 18 años, o el que gobernó la Ciudad de México, afirman algunos.
Sabedores que el fin de un proyecto que nació muerto está cerca, se convierten en peligrosos, pues se agazaparan cuales tepocatas, silenciosos, sin reclamarle nada al mesías tropical, pues piensan en sus adentros cobrarle la afrenta.
Peor aún, pues habrán de seguir buscando cobijo en algún partido político, ya que nacieron y construyeron sus aspiraciones a base de la inadaptación y la protesta.
Esperemos que el terror nocturno que hoy les corre por el cuerpo les paralize y los deje así por el resto de sus días, pues el daño infundido al país es inmenso y como ejemplo solo uno, el manejo de la pandemia por SARsCoV2 es tan grave, que ya la Organización Mundial de la Salud (OMS) evalúa fraguarles delitos de lesa humanidad.
¿Por qué creé que salió el mismo López el viernes pasado en la mañanera a pedirle a medio México que en diciembre se abstuvieran de hacer fiestas, posadas y reuniones, cuando el, decía y hacía todo lo contrario? Pues sabe que la Corte Internacional de Justicia de un momento a otro va a ir por él.
Al tiempo.
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