Digo, ¿ética?

Se presentó la Guía ética para la transformación de México, cuyo fin, se dice, es “recuperar los valores que se perdieron durante el periodo neoliberal”. Primero un agradecimiento por informarnos que ya no vivimos en el orden neoliberal. Por lo que se refiere a la guía, se trata de un listado de veinte puntos que es una mezcolanza de recomendaciones sobre valores éticos, consejos psicológicos, principios cristianos, sugerencias para vivir más feliz, exhortaciones para comportarse “bien” y opiniones sobre algunos aspectos de la vida ciudadana como los que dan las mamás y las abuelas.

Para la elaboración de este listado de buenos deseos se contrató a la filósofa especialista en ética y se dice que en “derechos de las mujeres” Margarita Valdés González Salas, también senadora de Morena; la directora general de contenidos de la productora Argos, Verónica Velasco Aranda, quien para más señas es esposa de Epigmenio Ibarra (detesto identificar a una mujer por su pareja, pero por más que busqué, no encontré las credenciales académicas que justificaran su participación en la guía, aunque sí respuesta a por qué se obtuvo ese resultado); el periodista, politólogo y actual coordinador general de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas; Pedro Miguel, cuya ficha señala que estudió Antropología y Letras Francesas, pero se ha distinguido como escritor, columnista, ensayista y también es colaborador de Argos; el maestro en Derecho y columnista José Agustín Ortiz Pinchetti y el economista Enrique Galván Ochoa, autor de la columna “Dinero”, especializada en temas financieros.

A continuación mi lectura sobre la guía:

Problema número uno.- Revisando el comité redactor, integrado por personas a las que no se les niega valía en sus ámbitos y la guía que trabajaron ¡durante dos años! recuerdo lo que decía un médico compañero de trabajo de su propio gremio: “los médicos, en grupo son más mortíferos”. Ahora, en aras de la transparencia, no estaría de más saber cuánto les pagaron por redactar esas 34 páginas en dos años, ya ni los tesistas tardones.

Problema número dos.- Llamarle “guía” y no propuestas o reflexiones. Si dicen que no se va a imponer ni es obligatorio, ¿por qué guía? Se parece a los cuadernillos del catecismo que los católicos se deben aprender para su primera comunión. Se trata de un código que se supone deberá extenderse entre la población.

Problema número tres.- Se va a distribuir entre los adultos mayores, presumiblemente los beneficiarios del apoyo que reciben del gobierno. Se planea imprimir ocho millones de guías para que esos adultos mayores la difundan entre sus familias. Todavía no dicen nada de alfabetizar a los adultos mayores que no saben leer y escribir. Existe la esperanza de que quienes sí saben hacerlo lean la guía. Sólo quiero imaginar a un abuelito pidiéndole a sus nietos que dejen de ver “The Mandalorian” o  “Boys”, que dejen de jugar “Minecraft”, “Super Mario Bros”, “Fifa 21”, “Just Dance 2020” o “Call of duty”, que dejen de chatear o de compartir memes para sentarse a leer juntos la guía. Si un abuelo lo logra que lo nombren coordinador de capacitación en la SEP.

Problema número cuatro.- Usos de la guía. Si le va bien a la guía terminará debajo de la pata de una mesa para equilibrarla, para ponerla en la jaula de los pajaritos de los abuelos, para prender el anafre donde no tienen estufa de gas, para tapar el agujero por donde sale un ratón o para escribir un teléfono, folio o dirección porque nunca hay un papel a la mano cuando uno tiene que hacer esas cosas cuando está hablando por teléfono. ¡Y pensar en la friolera que costará la impresión de ocho millones de ejemplares que ya tienen un destino diferente a la lectura! Hace poco, un grupo de amigos, familiares y quien esto escribe hicimos una coperacha para regalar poco más de 50 litros de alcohol a un hospital público, pues por casualidad nos enteramos que no tenían. No fue nada, pero quizá ayudó mientras les suministraban. Ese dinero definitivamente podría ser mejor gastado, bastaría preguntar por necesidades imperiosas en lugares de atención. Si querían difusión de la guía, ya la tuvieron y más de la que esperaba el gobierno federal. Críticas, pero no olviden la consigna de Oscar Wilde “que hablen mal de uno es espantoso, pero hay algo peor: que no hablen”.

Problema número cinco.- Falta de definición del público objetivo. Si se quieren recuperar los valores que se perdieron en la “antigua” época neoliberal, es porque se quiere redimir a quienes los extraviaron, no los conocieron o no los practican. Va a ser un problema hacer leer la guía (y que la pongan en práctica) todos los emisarios del pasado (Echeverría dixit). ¿Ustedes creen que a falta de algo mejor para leer, le eche un vistazo Javier Duarte, Calderón o los hijos de Marthita Sahagún? Yendo a otro ámbito de los “sin valores”, ¿accederán a leer la guía los narcomenudistas, los extorsionadores, los violadores, los machistas, los secuestradores, los huachicoleros y personal que los acompaña?

Problema número seis.- El punto nueve de la guía, llamado “De la redención”, (seguimos en la guía, no es el semanario litúrgico dominical) es, desde mi punto de vista, el más ofensivo, porque aun si no fue intencional parece dirigido a las mujeres: “Pide perdón si actuaste mal y otórgalo si fuiste víctima de maltrato, agresión, abuso o violencia, que así permitirás la liberación de la culpa de quien te ofendió”. Después de las marchas, concentraciones, plantones, rodadas ciclistas y otras manifestaciones que se realizaron el 25N desafiando a la pandemia porque la violencia contra las mujeres se vive como una pandemia peor que el coronavirus, aparece la guía pidiendo otorgar perdón a los abusadores. Ahora sí que humilladas y ofendidas. A las mujeres no nos interesa otorgar perdón, queremos justicia tal y como lo establece la ley. Los abusadores no tienen el menor interés de redimirse o de recibir el perdón de su víctima. El que violó, asesinó y desmembró a una mujer o el que violó y mató a una niña muy pequeña merecen la cárcel y no el perdón. Las acciones del 25N están pidiendo a gritos políticas públicas para garantizar la libertad y los derechos de las mujeres, entre ellos, la justicia, no para recuperar valores. Sabremos que hay valores sólo si se toman acciones contundentes a favor de las mujeres y para eso podemos prescindir de la guía.

Es más, podemos pedir, exigir que no la publiquen si no rectifican ese disparate, ya sea por convicción o sólo por recordar que todas esas mujeres que salimos a protestar y más, votan.

Y, como remataría atinadamente una niña o niño de primaria, este es mi resumen de la guía.

ramirezmorales.pilar@gmail.com

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