“Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien; sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada, errante en las sombras te busca y te nombra . . .” Carlos Gardel – 1935
Es el hermoso Tango “Volver” que compusiera Carlos Gardel en los años 30’s en el que evoca el regreso a una ciudad y a una etapa de su vida con la frente marchita y con el cabello pintando canas, encerrando un posible fracaso que le impulsó a regresar. Un tiempo que transcurrió como un soplo de 20 años que parecieron nada.
Regresar a la ciudad que le vió crecer y a la que ahora, con el parpadeo de sus luces, marcan su retorno a esas viejas calles del primer amor al que no quería regresar; con miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentar; un viajero que huye y que tarde o temprano tiene que detener su andar para volver.
Y de pronto una coincidencia; otra historia que suma 18 años de andar en campaña y 2 de haber llegado que se convierten en 20 años que no son nada para un personaje con la frente marchita y las nieves del tiempo que platearon su sien y que, aunque todavía no piensa en el regreso el momento del retorno ya se va aproximando. ¿Qué son 20 años cuando se está en el poder?
Aunque pareciera ser sólo un número, hay situaciones que involucran otros factores como la pérdida de vidas y que forzosamente lo ponen en otra dimensión.
Por ello resulta interesante considerar el sismo ocurrido el 19 de septiembre del 2017, poco después de celebrarse un simulacro en recuerdo a los sismos ocurridos en 1985. Coincidentemente ese mismo día volvió a temblar y entre los múltiples daños, el que causó mayor difusión fue la caída del Colegio Rébsamen.
De éste último caso, existen dos circunstancias que determinan la tragedia: el sismo como fenómeno natural y en el que no hay nada que hacer salvo tratar de salir vivo; y la construcción irregular de un departamento para la directora del plantel, realizado sin las condiciones técnicas adecuadas e indebidamente autorizado por autoridades en un acto de corrupción que en resumen son dos acciones, la natural y la humana, que dan como un mal resultado 26 muertes.
El 2020 tiene su propia historia, porque enfrentamos un fenómeno sanitario de un virus (Covid-19) contra el que no se puede hacer nada salvo cuidarse y tratar de salir vivo; y el factor humano, que tiene que ver con la estrategia gubernamental para enfrentar la pandemia.
Las cifras de muertes nunca fueron seriamente consideradas, pues los responsables minimizaron el impacto y con sus “otros datos” le restaron importancia; pero la realidad hoy les golpea la cara con más de un millón de contagios y más de 100 mil muertos según las cifras oficiales, lo que pudiera ser 3 o 4 veces más en la realidad.
En el caso del Colegio Rébsamen la directora es declarada culpable y responsable de la muerte de 19 niños y 7 adultos, solicitando la fiscalía una pena de 57 años para la directora, lo que equivale a un poco más de 2 años por cada persona fallecida.
Pero en el caso de la pandemia del Covid-19 los responsables aún no han sido declarados culpables; incluso aún hay muchas personas que los defienden, los justifican y hasta les aplauden.
Pareciera entonces que al igual que decir que 20 años no es nada, 100 mil muertos tampoco, pero sin lugar a dudas sí lo son para miles de familias que perdieron a sus padres o hijos.
El juicio de la historia será severo sin duda, aunque en el presente ellos aún no estén pensando en volver con la frente marchita y bajo el burlón mirar de las estrellas, para encontrarse con el pasado que los volverá a enfrentarse con la vida.
Es mi pienso.