Gober carroñero, Cuitláhuac urde la intriga y precipita el crimen, huele la sangre, danza sobre el cadáver y lo denigra, enloda a la víctima y la criminaliza.
Ideó un plan perverso y provocó una tragedia. Cercó a la Floricel Ríos Delfín, alcaldesa de Jamapa, con rudeza extrema, amedrentándola, lanzando el aparato judicial, encarcelando a funcionarios, persiguiendo al esposo, desarmando a la policía, instándola a ceder, a doblegarse, a hincarse, y al final la puso en la mira del crimen organizado.
Al amanecer del miércoles 11, en un terreno baldío de Medellín de Bravo, municipio vecino a Jamapa, yacía sin vida el cuerpo de Floricel, violentado, con huellas de tortura, con disparos letales, con el tiro de gracia.
Horas antes, la noche del martes 10, un comando la extrajo del rancho familiar, prendiendo las alertas, sembrando el miedo, avizorando que de esas, las encomiendas de los sicarios, los matones sin alma, nadie, absolutamente nadie, regresa con bien.
Cruento final el de Floricel. Sufrió la saña de los malos y la inquina del gobernador de Veracruz. Unos con el lenguaje de las balas; Cuitláhuac García con el uso desmedido, amoral, políticamente criminal del poder.
Por meses, el asedio fue una cátedra de desenfreno y una presión brutal. Floricel Ríos vio encarcelados a dos funcionarios, la tesorera y el director de Obras Públicas, acusados de corrupción. Al esposo, Fernando Hernández Terán, le fincaron cargos y le libraron una orden de aprehensión, aún no ejecutada, por supuestos ilícitos en el DIF de Jamapa.
Su marido pudo evadir la acción policíaca, refugiándose en el ayuntamiento y hoy anda a salto de mata. Y desde la clandestinidad se resigna, y se inquieta, y se sabe perdido, y se intuye muerto: “Ahora seguro me buscarán a mí”.
A sus hijos pudo aislarlos cuando la tormenta arreciaba, guardándolos en la penumbra, lejos de la furia de la pandilla que gobierna a Veracruz.
Y así siguió, perseguida y amenazada, hasta que los malosos fueron por ella. Y tras el levantón vino la tortura, los impactos de bala en el cuerpo, el tiro de gracia en la cabeza, arrojándola como despojo humano, su cuerpo masacrado, en el baldío de Medellín.
Culminaba así la escalada política, la intriga urdida en el palacio de gobierno de Veracruz, una escalada de ataques políticos, y la indiferencia, oídos sordos a la súplica, al reclamo de protección.
Días atrás, la tensión crecía. Y el gobernador de Morena y Eric Cisneros, el secretario de Gobierno, el ruin, el tripulador, atizaban el fuego.
Floricel Ríos no evitó su destino trágico, pero tuvo tiempo de develar el tamaño de la intriga, el amago, la altivez, el uso abusivo del poder.
El asedio sobre la alcaldesa fue progresivo. La violencia política se diseminó en varios frentes: persecución judicial; policía desarmada, acusada de no tener certificación; el jefe de la Policía Municipal, Miguel de Jesús Castillo Hernández, secuestrado y luego mostrado en un video-montaje en el que los malosos preguntan y él responde, implicando a Floricel en levantones de ciudadanos, llevados a su rancho y entregados a la Fuerza Civil para ser asesinados. Y más tarde, cuando ya no era útil, asesinado a mansalva y desmembrado.
Y la presión sobre Floricel seguía.
Andrés Manuel llama “solovinos” a los iracundos fanáticos de la Cuarta Transformación. Cuitláhuac sólo tiene un perro bravo, su secretario de Gobierno, Eric Cisneros. Y se precia de actuar así.
Insolente, Cisneros ataca, descalifica, agrede, amaga, amenaza. Usa el poder, al Congreso, a la Fiscalía de Veracruz, para pisotear la ley. Somete alcaldes, los arrincona, los usa, los devora. Y al que lo enfrenta, como Floricel Ríos, lo lanza al abismo o los pone en la mira de sicarios.
Por Cuitláhuac García habla el mastín de palacio. Habló y hostigó a Floricel. Y hasta negociaba la ley: si su esposo se entregaba a la autoridad judicial, la alcaldesa recuperaría el control de la Policía Municipal. Era, obvio, una trampa más.
Cisneros le dijo que la policía municipal de Jamapa andaba mal. Y por ello el retiro de las armas. Floricel pedía ayuda y Cisneros la abandonó. De ahí al crimen había sólo un paso. Y el crimen se consumó.
Un audio que registra las palabras de la alcaldesa perredista, previo al levantón y muerte, describe la saña de Eric Cisneros.
“Me dirigí a hablar con el secretario de Gobierno ayer. Me arrepiento enormemente. Se los digo de frente porque la manera como me trató el señor no lo merecía. Me acerqué a él y me dijo: ‘te quiero decir que estás mal’.
“Ni me saludó y dijo: ‘si tu esposo no se entrega, no le voy a regresar las armas a tu Policía. Te vamos a quitar a la Policía, porque si tú no sabes cómo está tu Policía, la que estás mal eres tú. Por eso te mataron a tu comandante, porque tu Policía está mal’ ”.
Floricel puntualizaba:
“He pedido hablar con el secretario de Seguridad (Hugo Gutiérrez Maldonado). Me he respaldado. La Policía la tengo en academia. Todo lo que me han pedido para la Policía les he estado dando.
“Temo por mi familia, no tanto por mí. El ver a mi familia separada, que mi esposo esté en otro lugar, que no esté conmigo, que mis hijos los tengo que tener resguardados.
“No tengo el respaldo de la Policía municipal. El que puse como comandante, me dice: ‘jefa, de qué manera la acompaño, la respaldo, si no tenemos un arma, no podemos defenderla’. Ando sola, no tengo presupuesto para pagarle a alguien que me resguarde”.
Y el martes 10, un comando armado llegó a su rancho, la levantó, la torturó y la mató.
De la intriga criminal la 4T transitó entonces a la complicidad criminal.
Cuitláhuac sabe que el crimen de Floricel Ríos es suyo y de Cisneros. No jalaron el gatillo pero crearon la atmósfera de odio y rencor.
No instruyeron a los sicarios pero desarmaron a la Policía Municipal.
No la tundieron a golpes ni aplicaron tortura, ni la vejaron, ni se regodearon en su dolor, pero desoyeron la súplica de Floricel a ser protegida. Lo suyo fue una perversidad brutal.
¿A cuenta de qué, por ejemplo, Eric Cisneros ofrecía devolver las armas a la Policía de Jamapa si el marido de la alcaldesa se entregaba? ¿Quién lo faculta para vulnerar la normatividad de la Sedena?
Y luego el show en palacio. Cuitláhuac y su discurso demencial. La defensa del mastín.
Frente a la prensa, señalado por medio Veracruz, acusado Eric Cisneros de hostigar y no proteger a la alcaldesa de Jamapa, el gobernador tomó una ruta vil: criminalizarla. La ejecución de Floricel tiene su origen, pregona Cuitláhuac, en el pasado: fue Miguel Ángel Yunes, su antecesor, el que retiró la delegación policíaca de Jamapa; fue Floricel quien rechazó a la Guardia Nacional.
Dos años, sostiene el gobernador, sin que la policía municipal estuviera en regla, usando armas proporcionadas por la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz, bajo la licencia colectiva otorgada por la Secretaría de la Defensa Nacional, pero sin que los elementos se certificaran. “No les podíamos regresar las armas”, aseguró.
Entonces vertió el veneno: habló del video en que aparece el ex jefe de la Policía de Jamapa, atado de manos, con los ojos cubiertos, innodando a Floricel en levantones, secuestro y tortura, las víctimas en el rancho de la alcaldesa, y una vez entregadas a la Fuerza Civil, ejecutados.
Según la lógica del gobernador, Floricel Ríos debía morir. Ella se lo buscó.
Y luego la defensa del mastín.
“Se quiere señalar al gobierno del estado y en particular al secretario de gobierno de alguna responsabilidad”, acusó. Y lo encubrió. Cisneros se queda. La intriga les gusta. El asedio los nutre.
Cisneros merece un monumento o la medalla Ruiz Cortines. El encono, la saña, en la 4T se premia.
Técnicamente, Cuitláhuac y su secretario de Gobierno precipitaron el crimen de Floricel. La hostigaron, la arrinconaron, la desarmaron. El ambiente hostil le dio ventaja a los sicarios. La embestida política la hizo vulnerable.
Inerme, acosada, denostada, fue llevada al paredón. Sólo les faltó jalar el gatillo y ya.
Una intriga, tejida en palacio, gestó el festín de muerte.
Se irán con las manos manchadas de sangre.
Archivo muerto
Colgado del marcelismo, Alberto Mijangos gime por una candidatura a lo que sea, por donde sea y como sea, con tal de figurar. Cartucho quemado, supuestamente divorciado de Morena, el ex secretario de Gobierno del ayuntamiento de Coatzacoalcos terminó por hallar cobijo en el vientre de los enemigos a los que en público y en privado, en el delirio y en la lucidez, solía denostar. Mijangos escucha en canto de las sirenas en Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado que regentean los pupilos de Marcelo Montiel y Joaquín Caballero, alcaldes de triste memoria y de activa investigación en la Fiscalía General de la República, uno, y en la Auditoría Superior de la Federación, el otro. Lo cobijan Luis Gutiérrez, dirigente municipal de MC, y Christopher Alan Santos, ex director de Catastro, de historias célebres y, sobre todo, subidas de tono. Echado de la Secretaría de Gobierno Municipal, Mijangos vuelve al cuento de su operatividad electoral y sy apoyo popular. Nada más falso. Salió del ayuntamiento señalado de mantener una nómina inflada, exceso de personal, hilando fracaso tras fracaso en los conflictos sociales, sin atenuar uno sólo de los escándalos que enfrentó Carranza, sobre todo aquel en que el líder del Sindicato de Empleados Municipales, Gersaín Hidalgo Cruz, alardeó que quemaría el palacio municipal, que hasta la fecha los burócratas municiples siguen sin ver. Furibundo detractor de Marcelo Montiel, ahora se enchufa a la ubre del marcelismo con tal de amarrar la candidatura que le quieran dar. A media campaña los fuegos devorarán a Mijangos… Réplica de Carlos Lomelí Bolaños. Niega ser contratista del gobierno de Veracruz, como aquí se apuntó, y exige evidencia a este reportero. Su abogado, José Juan Soltero Meza refiere: “El Dr. Carlos Lomelí Bolaños JAMÁS ha sido contratista del Gobierno de Veracruz, ya sea como persona moral o física. Afirmar lo contrario sin sustentos documentales o pruebas que lo respalden resulta doloso, motivo por el que se procederá por las vías legales que correspondan contra el autor del texto, así como contra quienes resulten responsables”. Agrega: “Es pertinente añadir que, las empresas del Dr. Carlos Lomelí Bolaños siempre se han conducido conforme a las leyes y reglamentos que emanan de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por tanto, al participar en concursos públicos actúa en estricto apego a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, así como las vigentes y aplicables en la materia”. Añade: “En todos y cada uno de los procedimientos en que las empresas de mi representado han proveído sus productos y servicios a la administración pública, han buscado las mejores condiciones de calidad y precio del mercado, con el objetivo de generar ahorros, ser partícipes de la libre competencia y contribuir a México. Asentar lo contrario sin brindar prueba alguna de su dicho podría ser considerado una falta a la profesión periodística así como una irresponsabilidad ante los lectores, sin dejar de lado que también podría caer en la ilegalidad, por tanto, se procederá ante las instancias necesarias”. Cita: “Por último, me permito recordar que esta conducta reiterada podría considerarse como una campaña de desprestigio y coacción en contra de mi representado, en cuyo caso también se actuará legalmente como corresponda”. Y exige que la columna titulada “Veracruz: la uña larga del gobernador” sea “cancelada, modificada o sustituida con datos reales y de fuentes confiables”. La réplica íntegra se publicó el 9 de noviembre en este sitio: https://bit.ly/398HLnq. Ni una letra, ni una coma, se le modifica a la columna original. Lomelí Bolaños, ex super delegado del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, figura en una investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad que develó su red de empresas dedicadas a abastecer de medicamentos a gobiernos estatales e instituciones de la Federación en los llamados gobiernos neoliberales y también con el de Andrés Manuel López Obrador. En Veracruz, una de las empresas del clan, Abisalud, recibió del gobierno de Cuitláhuac García un contrato por asignación directa por 36 millones de pesos, tal como informaron medios de comunicación y portales en internet con documentos profusamente difundidos en redes sociales. En Abisalud no aparece como socio Carlos Lomelí, pero sí familiares y colaboradores políticos, incluido su secretario particular, José Hiram Torres Salcedo, su sobrino Mario Vargas Lomelí, los tíos de su actual esposa; de acuerdo con el dictamen oficial de la Secretaría de la Función Pública, mantiene una “relación activa” con Lomedic, empresa en la que sí figura como socio. Incluso, hay evidencia de un fideicomiso que establece el domicilio oficial de Abisalud en una propiedad de Carlos Lomelí. Otra pista: Lomelí tuvo autorización del apoderado de Abisalud a acceder a los fondos bancarios de esa empresa en Banorte. Una más: Juan José Soltero, su apoderado legal en cuatro de las empresas reconocidas como propiedad suya, fue también apoderado de Abisalud. La historia es vasta, incluidos los cientos de contratos asignados por los gobiernos de la mafia del poder al pull de empresas de Carlos Lomelí, domicilios compartidos por varias de las empresas, socios que aparecen en una y otras sociedades mercantiles, distribución de medicamentos falsos, según Cofepris y sobreprecio. En próximas entregas las andanzas del contratista ungido del Peje López Obrador. Pasto para las llamas…
mussiocardenas_arellano@