México vive un momento histórico en el ámbito político, los partidos que antaño eran considerados pilares emblemáticos de la democracia hoy están más endebles que nunca. El único con un público definido y ampliamente respaldado es MORENA y su posicionamiento se debe a la estrecha unión que sostiene el gobierno con el mismo. Sin embargo, también van surgiendo pequeñas células de oposición de todos los que aún siguen sin sentirse incluidos en la toma de decisiones del país.

Esas células han logrado lo inimaginable, que grupos que solían ser antagónicos hoy busquen alianzas con la finalidad de tener un espacio en la toma de decisiones y quizás con ello evitar la pérdida de algunos privilegios. El problema más claro previo a las elecciones del 2021 es que hay dos polos muy marcados, están las necesidades de un pueblo que ha sufrido los estragos de la desigualdad y el hartazgo de quienes no han encontrado eco a sus plegarias y solicitudes.

Las características sociales de los segundos son más diversas, pues si bien parecía que todo comenzaba con una pequeña élite que buscaba defender sus intereses personales, al hartazgo se sumaron las voces de quienes clamaban por justicia o respuestas y se toparon con la misma indiferencia de gobiernos anteriores. Derivado de lo anterior surgen propuestas como “Sí por México” y rumores de coaliciones entre diversos partidos, que, si bien no representan un contrapeso claro al actual poder, si son un parámetro de la inconformidad actual.

Mientras tanto el presidente tiene la certeza de que si el pueblo le apoya el gobierno de la 4T seguirá. Es posible que su seguridad se respalde en los programas sociales que han servido como la mejor plataforma política, pues los encargados de llevarlos han renunciado a sus puestos para anunciar candidaturas a gubernaturas en los estados donde repartían dichos recursos: Baja California Sur, Colima, Chihuahua, Guerrero, Tlaxcala y Nayarit, entre otros.

También recientemente en Hermosillo se descubrió con el robo a una casa habitación, que MORENA tenía el respaldo del ayuntamiento para las estrategias electorales. La casa se utilizaba como oficinas de bienestar social, sin embargo, en el interior se encontró papelería, despensas y documentación del partido. Aunque en teoría el gobierno y los partidos deberían mantener una sana distancia por el bienestar electoral, lo cierto es que para nadie es un secreto que el poder busque favorecer a sus candidatos para perpetuarse en el tiempo.

Llegados a este punto existe un hartazgo en común, sin importar en qué punto de los polos nos encontremos, el cansancio sobre las mismas estrategias políticas perdura. Los discursos no han cambiado y al parecer las propuestas tampoco, en México es necesaria la unidad de proyectos y la inclusión. Si bien es necesario un cambio que favorezca a los más pobres este no se alcanza solamente con los programas sin el seguimiento y acompañamiento oportuno. Y aunque le pese a muchos, cualquier proyecto funcional debe integrar también a las élites pues de estas depende un crecimiento en ámbitos actualmente descuidados como la investigación científica y la cultura.

De las recientes elecciones de Estados Unidos podemos aprender del interés por un gobierno verdaderamente plural, lo popular funciona cuando pensamos en las masas, pero hoy en día la diversidad es creciente y las propuestas deben alcanzar para las necesidades de todos. Pensemos más en esas estrategias y alternativas ciudadanas que en los colores de una boleta, al final del día el voto se determina según los sentimientos de la sociedad. Lo vimos claramente en el 2018 cuando la molestia de los ciudadanos coronó a un solo partido en el poder y nuevamente en 2020 Coahuila e Hidalgo demostraron que los colores pueden cambiar en un instante cuando la gente no está conforme.

Quizás convenga escuchar ambos polos y partir de intereses mutuos que nos ayuden a crecer como nación, México es uno. No tendría porque vivir divido y menos en tiempos que requieren de conocimiento, trabajo y apoyo. El país ha resentido el efecto mundial de la pandemia, hoy más que nunca necesitamos sanar y pensar en un conjunto no en divisiones.

 

 

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