Este jueves 12 de noviembre se experimentó una especie de “deja vú” en el palacio de gobierno del estado de Veracruz.
Abrumado por su propia incapacidad, visiblemente molesto por los señalamientos de que no gobierna realmente y apresurado por repartir culpas, Cuitláhuac García Jiménez terminó reproduciendo las mismas falacias discursivas a las que habituó a los veracruzanos uno de sus antecesores más funestos en el cargo de gobernador de la entidad: Javier Duarte de Ochoa.
Con una ligereza infame, García Jiménez intentó “cargar” toda la responsabilidad sobre el asesinato de la presidenta municipal de Jamapa, Florisel Ríos Delfín, sobre la propia víctima, incurriendo en la misma criminalización de quien ya no puede defenderse a la que era tan afecto durante su gobierno el hoy “inquilino” del Reclusorio Norte de la Ciudad de México.
“Si ella temía por su vida, ¿por qué no regularizó a su policía? No de ahorita, tuvo dos años, tres años, ¿por qué no lo hizo antes?”, dijo García Jiménez tras admitir que la edil ejecutada acudió ante el secretario de Gobierno para pedirle ayuda una semana antes del crimen, como se evidenció en el audio de la misma Florisel Ríos que circuló horas después de su asesinato.
Incluso, se atrevió a especular sobre las circunstancias en las que ocurrió un homicidio que se supone está en proceso de investigación en la Fiscalía General del Estado, cuya titular, Verónica Hernández Giadáns, acompañaba impasible al gobernador en una conferencia de prensa ofrecida únicamente a los reporteros de medios previamente “palomeados” por el coordinador de Comunicación Social estatal, el publicista Iván Joseph Luna.
“Por la forma de la ejecución, implica que había tal vez conocimiento. ¿Quién llevaba el auto de ella? Ahí hay esa pregunta que se resolverá en su momento. Pero se entiende que si no se escabulló, si no la persiguieron, si no le dispararon, quiere decir que de alguna manera la convencieron. Y la pudieron haber convencido de dos maneras: porque los conocía y les dijo ‘a ver sí, los acompaño’, o porque la encañonaron y le dijeron ‘no, te vas porque te vas con nosotros’. Y pus sí, ante eso, ¿qué haces, no? (sic).
“Por eso esa suspicacia de un servidor de que probablemente conocía, por la circunstancia en que se da, que no hay persecución, en el lugar de intercepción no hay disparos. Se entiende que la convencieron en algún momento”, supuso mientras cantinfleaba el gobernador de Veracruz.
Al igual que hacía Javier Duarte de Ochoa con su secretario de Seguridad Pública –“primero me voy yo que (Arturo) Bermúdez”, declaró alguna vez-, García Jiménez descartó la salida del secretario de Gobierno y principal implicado en la omisión flagrante para brindarle seguridad a la munícipe que le expresó directamente temor por su vida unos días antes de su ejecución: “no va a haber ningún movimiento de ningún secretario hasta ahorita, ninguna secretaria y menos del secretario de Gobierno por los resultados que se tienen”. Y se atrevió a asegurar que “en el tema de seguridad y gobernabilidad no hay ninguna crisis porque se ha actuado, no hay impunidad”.
Lo que sí hizo diferente de Duarte. pero al más puro estilo de la mal llamada “cuarta transformación”, fue echarle la culpa a otros de lo que estuvo en sus manos por lo menos atender. En este caso, señaló a su antecesor inmediato, el panista Miguel Ángel Yunes Linares, cuya administración, aseguró, retiró a la delegación de la policía estatal del municipio de Jamapa y al mismo tiempo firmó un convenio con el ayuntamiento para dotar de armamento a los cuerpos de seguridad. Aunque en el audio de Florisel Ríos se le escucha decir que Eric Cisneros se negó a enviar las armas mientras su marido, el ex director del DIF municipal prófugo de la justicia, no se entregara a las autoridades. El desenlace es el conocido.
En su libro “De la lucha de clases a la lucha de frases”, el teórico de la propaganda Eulalio Ferrer Rodríguez explica esa propensión de los políticos fatuos a considerar que “a la multitud, que es corta de memoria, se le habla en ese lenguaje sesgado que huye de la obligación, que manipula el dato y que esconde el compromiso en la posibilidad de la evasiva o del escape, (…) se ampara en la abstracción del futuro y pierde el tiempo peleando por el pasado o disculpándose de sus carencias o yerros, sin reparar en un principio latente de la política: ‘el que se excusa, se acusa”.
Así, el personaje que quién sabe qué va a informar este domingo.
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