La gran lección de Biden

“La lealtad no depende de las circunstancias porque es la permanencia de los principios.” – Francisco Garzón Céspedes.

 

El gran sociólogo, economista, politólogo Daniel Cosío Villegas alguna vez dijo “La última circunstancia definitoria de la personalidad es la experiencia, es decir, lo que pueda enseñarle a un individuo la vida que ha llevado. Hay gente que ha sido un tanto escéptica en cuanto a la capacidad del hombre…”.

Con esta profunda frase, quiero comenzar a reflexionar respecto a la gran lección que nos ha dejado la democracia de los Estados Unidos.

No soy quien, menos experto para asegurar o afirmar que su modelo democrático este obsoleto o caduco, lo cierto es que aun cuando puede ser calificado como un esquema decimonónico, el mismo les ha funcionado en los últimos 200 años.

De la victoria electoral del virtual presidente electo Joe Biden varias cosas se pueden rescatar.

En primer lugar, se confirma que en política la sociedad debe siempre evaluar la capacidad de personaje, misma que sea medible en su experiencia, su formación, su capacidad, su sapiencia.

Biden es un político con cuando menos 50 años de experiencia y formación, que comparado con lo que pasa en nuestro país, confirma que no es bueno, dejarnos llevar por el coraje, la tripa y la cerrazón a la hora de votar.

El símil de Biden en tiempos de la Cuarta Transformación es evidentemente el tlatoani tabasqueño, López Obrador, puede tener 50 años metido en esto, pero una formación muy distinta.

Su incapacidad dentro de todos los términos de la administración pública queda evidenciada, cuando se observa que no es lo mismo ser un revoltoso, que ser un político.

López es un autoritario, un contestatario, que más que proponer, busca destruir.

Es tan opuesta su postura, que en un simple hecho queda evidenciada, para el presidente de México, la victoria de su próximo par, es un asunto que él no habrá de celebrar, por lo tanto, no le felicita, pues para él como para todos los gobernantes populistas del mundo, no hay nada que celebrar.

Así ni Putin, ni Bolsonaro, ni Ortega, ni Díaz-Canel y menos el famoso AMLO habrán de decir nada.

La tripa los manipula y los controla, la bilis los mueve y los motiva, no emplean para nada el cerebro en la toma de decisiones, porque así han sido siempre, la materia gris no los llevó a donde están, sino el voluntarismo, la perseverancia, la necedad.

Y es así como esa sensación global de victoria, resultado del triunfo demócrata en EUA, da la sensación en México de triunfo para la población, quien en tan solo 24 meses ha experimentado dos emociones abismalmente opuestas, una de triunfo y esperanza, la otra de decepción y derrota.

Y es que el malestar social en México es inmensamente proporcional con la creencia presidencial de estar en los cuernos de la luna de su supuesta popularidad.

El hartazgo generalizado encontró este fin de semana una impresionante válvula de escape, en redes sociales, en mensajes telefónicos, la sensación fue de victoria, tanto que, en la mayoría de los casos, se comienza hacer mofa y ridiculizar al presidente López.

Los señalamientos del principio del fin de la mal lograda 4T, surgen como mensajes de esperanza, en donde el término de una sensación de tiranía no experimentada desde tiempos del Porfiriato se avizoran pronto en el horizonte político nacional, traducido en el proceso electoral del 2021.

Quizá de esta gran lección debieran aprender tanto el mismo gran mesías tropical, como sus achichicles, que desgraciadamente son tan malas copias que ni en China los hubieran copiado mal.

Cuitláhuac García en Veracruz, pero especialmente su secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos –otrora mala copia del Gordo de Zempoala- debieran aprender algo de esta importante lección.

Pues el mismo Biden no siendo republicano, hablo en su primer mensaje de la necesidad de gobernar para todo el pueblo estadounidense sin colores, sin distingos y no como Patrocinio Cisneros –de Veracruz- que amenaza a alcaldes perredistas, para que no “se le pasen de huevos” como afirmó el líder perredista Sergio Cadena, simplemente porque nunca supo cómo ser un político de altura.

Bien decía el maestro Cosío Villegas – “La energía humana que se desperdicia haciendo política, es increíble”.

Ahí avísenles que la 4T fracaso y que ha llegado el momento de comenzar a empacar sus inmundicias, pues más tarde que temprano, habrán de pasar al cajón de la ignominia, la que, por cierto, nunca se habrá de perdonar.

 

 

Al tiempo.

 

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