Hace años adquirí la novela “El Jardinero”, del estadounidense de origen polaco Jerzy Kosinski. Novela sumamente simpática de un jardinero con deficiencia mental, que vivía como mozo en la mansión de un acaudalado, donde vestía con ropa, zapatos y demás utensilios de las mejores marcas que el dueño desechaba. Y ante la muerte del propietario, el jardinero tiene que abandonar el lugar llevándose, un fino abrigo y una maleta de piel.
La vida del jardinero fue en el jardín y junto al televisor, por tal motivo, al salir de la residencia, es atropellado por el coche que conducía una dama de muy alta alcurnia, quien al ver su impecable apariencia y vestimenta le da auxilio, y al preguntar por su nombre, él lo menciona y agrega que es el jardinero, (en inglés existe el apellido jardinero “Gardener”), de manera que así consideró la culta dama que era su apellido, presentándolo a todas las personas como “Mr. Gardener”.
Con su refinada y fina apariencia, le llegaban a preguntar por los acontecimientos del país y del mundo, pero él conociendo solo de jardinería, todo lo comparaba con las estaciones del año, manifestando que, después del invierno llegaba la primavera y los campos lucían más hermosos y las flores despedían los mejores aromas. Impactando con sus contestaciones como si fueran metáforas, dejando complacidos a todos con sus respuestas. Además, la dama que lo atropelló, lo introdujo en un gremio cercano al presidente, a tal grado que, llegaron a considerarlo como el más apropiado para suceder al presidente de EE. UU. Posteriormente, a la novela referida el actor británico Peter Sellers, realizo un filme de la misma novela con el nombre “Desde el Jardín”.
Por el año de 1975, en un congreso de Derecho Registral, conocí a un Licenciado de apellido Santuario, que se presentó como estudiante de la división de estudios superiores de la UNAM. Por su labia lo hacía suponerse como un conocedor del Derecho, pero ya en sus participaciones evidencié, que solo era apariencia y, aunque hablaba mucho, a pocos podía engañar.
Posteriormente me di cuenta que sí logró burlar a los titulares de la Escuela de Derecho de Culiacán, Sinaloa, en donde por haberse presentado como egresado de la UNAM, y alumno de la división de estudios superiores, le dieron nombramiento de maestro de tiempo completo. Cuando lo conocieron bien, constataron que, no actuaba con la normalidad de un maestro competente y, al parecer, cada vez era más incuestionable el avance de sus limitaciones de intelecto y conocimientos, terminando su contrato con una indemnización.
Al recibir su pago, viajó por Europa y después vino a caer a esta ciudad, presentándose en la facultad de Derecho de la UJED, en donde solicitó trabajo. También registró su cédula profesional en todos los juzgados de la ciudad, pero cada vez resultaba más indiscutible su carencia de conocimientos, y de los trabajos que intentó no logró ninguno. Ignoro que habrá sido de él. La última noticia de su persona, fue que denunció un robo de sus ropas que sufrió en la Casa de la Juventud, lugar en donde se hospedaba.
Con lo narrado anteriormente he llegado a comparar a cierto personaje que vendió la idea de acabar con la corrupción, con el crimen organizado, con la pobreza, y todos los malestares que aquejaban al país y que tendríamos hospitales y medicamentos a la altura de Dinamarca y Suiza y. Como decía Séneca: “Quien sabe poco admira mucho y quien sabe mucho admira poco”, se dejaron llevar treinta millones de incautos con esas sentencias que, en la actualidad ya está constatando que, similar a los personajes anteriores, no se encuentra en sus cabales y todo está resultando al revés.
El primer personaje es ficticio, pero Kosinski, ha de haber tomado ejemplo de alguno que, como los dos personajes posteriores sí son verdaderos y vivo ejemplo que, cuando engañan las apariencias, los resultados son deplorables.