“Por los defectos de los demás el sabio corrige los propios.” – Publio Siro.
Cuando el hartazgo social se reflejó en los resultados del tsunami electoral del 1 de julio de 2018, los mexicanos que apostaron por el proyecto transformador de Andrés Manuel López Obrador nunca imaginaron que su futuro pudiera llegar a ser peor de lo que enfrentaban con el gobierno peñista.
Así en Veracruz, los cerca de millón 600 mil veracruzanos que votaron absurdamente a ciegas por el efímero sueño de encontrar en la tan cacareada Cuarta Transformación remedio a una serie de pésimos gobiernos estatales, chocaron contra la pared tan solo 24 meses después.
Si la administración encabezada por Javier Duarte de Ochoa era calificada como la peor de toda la historia, solo se necesitó esperar dos años para confirmar el dicho aquel que dice: “se puede estar peor, cuando ya estábamos mal”.
Bastó ver caer cual terrones de azúcar las promesas de no mentir, no robar y no engañar al pueblo de México, aun con las concebidas alabanzas de un presidente tuerto a un mandatario en tierra de ciegos.
Y por más que se atrevan asegurar que Cuitláuhac García es una bendición para Veracruz, la realidad contrariamente dice otra cosa.
Al menos, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) tiene otros datos.
Así la ASF advierte una serie de inconsistencias y posibles saqueos al erario, cuantificados en 13 mil millones de pesos (mdp) –pesos más, pesos menos-, de los cuales dos mil 413 mdp son tipificados ya como daño patrimonial.
La cifra sumamente considerable refleja que en eso de barrer de arriba abajo la corrupción para los hoy gobernantes, se esboza también, que se puede estar a expensas de las tentaciones humanas, y eso de chingarse unos centavitos, pues también se da, y se da muy bien entre los Morenos.
Mientras 11 gobernadores conformados en una Alianza Federalista pelean recursos públicos centralizados por el gobierno transformador del tlatoani López Obrador.
El gobernador de Veracruz y el séquito de bandidos y ladrones que lo acompañan lo ayudan a desaparecer los recursos públicos sin rubor, ni empacho.
Así la pretensión Aliancista centrada en el objetivo de trabajar en conjunto para enfrentar los retos socioeconómicos, derivados de la pandemia del COVID-19 y que a su vez se ha ido ampliando, a temas económicos y fiscales, exigiendo al gobierno federal una distribución equitativa de los recursos a los estados de la república.
Nos enteramos que el gobierno federal destino de participaciones federales a Veracruz un monto de 29 mil 361.4 millones de pesos tan solo para 2020; mientras que en 2019 la entidad recibió 30 mil 894.0 millones de pesos de los cuales hoy andan perdidos los referidos dos mil 413 mdp.
Pero la serie de observaciones, señalamientos y presuntos casos de corrupción en dependencias tan sensibles como la Secretaría de Salud nos obligan a cuestionarnos si estas acciones se deberán quedarse así o se tiene que ir más a fondo.
Es evidente, que los cientos de mentiras dichas y por decir de parte de los actuales gobernantes nos deben invitar a la reflexión profunda en el sentido de mantenerles como autoridades o no.
Y así como observamos la determinación del pueblo estadounidense para elegir autoridades, en especial a su nuevo presidente, los mexicanos y veracruzanos deberán ir ahormando su criterio y castigar de ser así a las autoridades que mediocremente se mantienen en el poder.
¿Qué estará pagando Veracruz? Es la gran pregunta.
Al tiempo.
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