GRATITUD A NUESTROS PADRES Y AMIGOS FINADOS, POR LO QUE NOS DIERON

En estas fechas en que vivimos las tradiciones recordando a nuestros difuntos, me vienen a la mente -como a muchos quizás- las cosas grandiosas que nos dieron en vida,  nuestros padres, familiares y personas generosas que nos formaron o ayudaron, para sobrevivir en un mundo de grandes retos.

 

Y al respecto , refresco mi memoria y menciono parte de en un artículo que escribí hace varios años, en el que decía que, las generaciones que nacimos en el siglo XX hasta la década de los 90 del mismo, que fuimos educados en familias modestas o de clase media, pudimos crear expectativas de vida, que no ambiciones enfermizas. Que fuimos testigos del crecimiento de las ciudades y las instituciones, que fomentamos amigas y amigos no importando niveles sociales y económicos, que asistimos -la mayoría-a universidades públicas, que vivimos la época de los grandes genios de la música Rock, Pop, Heavy Metal, Country, Bossa Nova, Troba, etc., que aprendimos a bailar de todo: Cha-cha-chá, Danzón, Son Cubano, Salsa o Folclor , que gozábamos de las serenatas con boleros rancheros y románticos, melodías que después de 40 o 50 años nuestros hijos aun disfrutan, etc., que nos deleitamos con escuchar las grandes orquestas y grupos como Acerina,  Mantovani,  Ray Canniff, Luis Alcaraz, Pablo Beltrán Ruiz, Los Joao, entre muchos, y que las gozábamos en las fiestas de graduación y en las tardeadas de la época,  afirmo y lo seguiré haciendo: fuimos formados para SER FELICES.

 

Y dentro de esa felicidad tienen mucho que ver nuestros padres y familiares. Porque en la medida de que éstos nos educaron para ser respetuosos, creativos, decididos y con principios, pudimos comportarnos y adaptarnos a diferentes ambientes, y nos dio herramientas para construir un proyecto de vida serio y formal en su momento , ayudándonos a edificar paulatinamente la felicidad diaria. Por eso, quienes tuvimos ese tipo de padres fuimos muy afortunados, porque a muchos nos permitió poder superarnos y llegar a la edad madura con grandes satisfacciones familiares, profesionales o simplemente personales. Por eso hoy que ya no están con nosotros,  lo menos que debemos decirles es gracias.

 

Yo recuerdo mucho en estas fechas a mis padres, a Doña María del Rosario Castillo Coronel, mujer que venía de familia modesta pero muy cultivada en el arte de la música dado que mi abuelo era instructor y director de la Orquesta del Pueblo en Pánuco, Ver., por ello desde que tuve uso de razón, en nuestra casa siempre existía un piano, pues mi madre lo tocaba hermoso inclinándose más por la música popular y no clásica. En el caso de mi padre Don Andrés Lladó Peña , hijo de español,  hombre que apenas había terminado la primaria, lo recuerdo leyendo siempre, estudiando documentos de su trabajo y despachando en la jefatura de la oficina de Hacienda del Estado.

 

Pero lo más importante de mi padre-y hoy lo quiero recordar así- , eran sus dichos, refranes y sobre todo consejos. Recuerdo cuando teniendo mis hijos muy pequeños un día me dijo: “Zaida recuerda, enseña a tus hijos 6 cosas: 1) a ser honestos y respetuosos con las personas, en especial las mayores;  2) a tener hábitos de estudio y trabajo;3) a tener gusto por la buena música, de ser posible tocar un instrumento y que cultiven su cuerpo en algún deporte ;  4) a conocer otro idioma; 5) a dominar un oficio y manejar de todo :equipos, autos, maquinaria ( hoy tecnología); y 6) algo más,  a nadar”. Y respecto a este último punto,  le preguntaba ¿Por qué a nadar, papá? “Porque el que sabe nadar se enfrentó a sus propios miedos y si los venció , ya lo aprendió para toda la vida”. Y tenía mucha razón.

 

Y hoy recapitulando lo dicho por mi padre -a quien recuerdo con gran cariño y respeto siempre-, reflexiono desde mi propia experiencia sobre cada punto.

 

Sobre el punto uno.  Si inculcamos en los hijos valores como la honestidad,  el respeto y la responsabilidad desde temprana edad,  haremos hombres y mujeres de bien, que no tomarán lo que no es suyo, serán considerados con los demás y defenderán lo propio (su familia, su profesión, su trabajo, su patrimonio) , además de que serán comprometidos con todo y por todo.

 

Y vaya que es importante esto en la vida. El adquirir desde el hogar el valor del respeto ( a sí mismo y a los demás) pero en especial a las personas mayores y a quienes ostentan una autoridad en la familia y en la sociedad, da armas para saber adaptarse al orden social y a identificar las jerarquías. Y ello sin duda es importante porque cuando se es mayor,  podemos dar respeto en la medida en que también lo exigimos.

 

Sobre el punto dos. Fomentar el amor al estudio y al trabajo es vital. Porque para que un hijo aprenda a leer debemos primero leer nosotros con él. Si provocamos en ellos el análisis, la reflexión , pero también si reforzamos la creatividad y la búsqueda de soluciones por ellos mismos, estaremos formando jóvenes y adultos críticos, cultivados, autónomos, creativos y propositivos. Igualmente, si se les fomenta el hábito del trabajo, empezando con pequeñas responsabilidades en la casa, se sentirán incluidos y útiles en el núcleo.

 

Muchos de nosotros adquirimos -a la buena o a la mala-esos hábitos. En la casa de ustedes, era normal que nos hicieran ciertas exigencias a todos los hermanos: levantarse temprano, tender la cama, ir a la escuela,  ayudar a las labores de la casa, hacer la tarea, cuidar al hermano (a) menor, bolear los zapatos, arreglar la ropa para el otro día, forrar y cuidar libros, etc., teniendo que hacerlo aun contando con alguien en el servicio, ya que las obligaciones no cambiaban.

 

Por otra parte, qué valioso fue que nuestros padres permitieran diversificar el conocimiento en todos los hijos. Porque no sólo nos dejaron estudiar una carrera -a la que nos íbamos a dedicar-, sino que fomentaron cubrir nuestros gustos en una diversidad de entretenimientos,  conocimientos y actividades sanas, porque sabían que tarde o temprano, todo lo que aprendiéramos nos iba a servir. Por eso, además de avanzar en la educación formal, algunos pudimos conformar nuestro gusto por la danza o la música, hacer un deporte, estudiar una carrera corta o un oficio, un idioma,  etc., Todo ello, permitió la autonomía, la autosuficiencia y fortaleció la salud física y mental, la seguridad personal y sirvió posteriormente para actuar como profesionistas maduros y responsables.

 

Por eso , es altamente valioso fomentar en niños y jóvenes, el buen uso del tiempo libre ayudando a la familia en los pequeños negocios o hacer actividades que generen ingresos para el hogar. Muchos lo hicimos desde muy temprana edad y eso nos formó en la responsabilidad y el compromiso.  En mi caso yo empecé a trabajar a los 16 años. Y ello fue muy edificante, porque se aprende a ser solidario con la familia y, si se gana un poquito de dinero por ello, pues mucho mejor, porque se aprende a administrarlo. Todo eso favorece la visión de ser útil a los demás y a sí mismo.

 

Sobre el punto tres. Lograr desarrollar y despertar en los hijos la sensibilidad y el buen gusto a través del oído , el baile, la interpretación a través de las actividades culturales o artísticas o motivarles a practicar algún deporte, ayuda a canalizar emociones positivamente, a tener disciplina, no temer a la competencia, valorar el trabajo en equipo y saber ser humilde en el éxito.  Y principalmente los beneficios son muchos -para los niños y jóvenes-porque al saber convivir en armonía con los demás, entenderán y aprenderán que en su prójimo hay personas que también buscan participar y destacar y ello ayuda, para saber respetar el logro de otros y a evitar el conflicto.

 

Sobre el punto cuatro . El que los hijos aprendan bien otro idioma -o los que quieran-, les da libertad de comunicarse y desplazarse a cualquier parte del mundo. Entenderán que su espacio no sólo será su ciudad, su estado o su país, sino que también podrán aspirar a aprender la cultura, educación y costumbres de otros países y porque no, a ser algo o alguien en otras latitudes.

 

Del punto cinco. Cuando se desarrollan habilidades aprendiendo un oficio y/o actividades que permiten construir, manejar y operar equipos ( hoy tecnología), autos, maquinaria, instrumentos mecánicos, etc., se obtiene provecho porque las persona se vuelven productivas,  autosuficientes y les despierta el interés de actualizarse, lo que deriva en crecimiento permanente y da elementos para obtener ganancias.

 

 Y por último el punto seis.  Respecto a este punto,  la interpretación de mi padre sobre el “aprender a nadar”,  que lo relacionaba con el vencimiento de los temores,  le doy toda la razón, y lo interpreto hoy en mi madurez como “aprender a volar”. Porque la vida es enfrentarse a los riesgos, pero también,  prepararse antes de correrlos. Porque cuando uno llega a dominar temores , dominas también tu consciencia y puedes entrar en armonía con tu medio y la naturaleza. Aprender a volar, permite sentir el valor de la libertad, pero también identificar que, “para volar, es necesario saber mover las alas y controlar el vuelo”. Y esto tiene que ver con los límites,  que no es más que el hecho de saber controlar los actos e intenciones, considerando que éstos pueden tener un efecto- bueno o malo- en los demás. Por otra parte , si se desarrolla el sentido de amar lo natural- desprendiéndose de lo banal, superficial o artificial-, te convertirá en un ser más espiritual y consciente y por ende maduro. Por eso creo que mi padre era sabio, sin ser tan cultivado profesionalmente.

 

Y ¿por qué he recordado todo esto?, quizás porque cuando traemos a nuestra mente a nuestros padres o a quienes fueron importantes en nuestras vidas por lo que nos dieron y por lo que aprendimos de ellos, nos llena de nostalgia, pero también de alegría. Pero lo más importante es que, nos hace recordar, que en la vida hay muchas personas y circunstancias que Dios te coloca , que te dan todo y que están ahí para que las aproveches y,  de cada quien dependerá si lo hace o no.

 

Y como decía antes, lo menos que podemos decirles a todas esas figuras tan importantes, -después de una oración al creador-, es: GRACIAS, por darnos tanto y ser parte de la construcción de nuestra vida.

 

Ojalá, que cuando a nosotros nos toque partir, haya alguien también que nos recuerde con amor y gratitud, lo que significará que lo que nos tocaba hacer lo hicimos bien y no vivimos en vano.

 

Gracias y hasta la próxima

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