“La vida es demasiado importante como para tomársela en serio”
Oscar Wilde.
Estaba leyendo que una investigación llevada en Oxford mostraba que todo el cuerpo humano se ve afectado por la risa, pues cuando la persona ríe el cerebro libera sustancias químicas que pueden sanar el estado de ánimo y mejorar los receptores del dolor.
Lo anterior viene a la memoria, por la nostalgia de recordar mis baños de vapor en el Club Guadiana a las seis de la mañana, en donde desde hace más de 12 años, casi ininterrumpidamente, llevábamos a cabo y que, por causa de la pandemia se encuentran suspendidos. Lugar que consideré el escape del estrés, en donde emprendíamos el día con harto buen humor, con un calor humano donde el dolor, el problema y hasta la depresión se tomaba en broma, pues cualquiera que anduviera arrastrando alguna dificultad, sufrimiento o congoja, con la algarabía, los albures, las bromas, dimes y diretes de quienes nos encontrábamos además placiendo el calor del baño, de inmediato la turba que se cargaba en hombros, quedaba entre renglones.
Leía en la red de internet que, The Tohoku Journal of Experimental Medicine, asentaba que el buen humor aunado con reír y sonreír eliminaba la depresión alterando la producción de la dopamina y la serotonina, que son hormonas que pueden ayudar a las personas deprimidas, considerando la risa como un tratamiento alternativo no invasivo y no farmacológico que es la medicina mágica para la depresión.
Lo que efectivamente llegué a comprobar en nuestros baños mañaneros mencionados, que después de bastante tiempo sin la innegable y prócer medicina para la tristeza, la congoja y el desconsuelo, brota la melancolía, sin que sepamos de las bromas de Lalo Díaz, a quien por sus guasas y burlas se le apodó “el chingao güerito”; cómo no recordar las frases célebres de Don Javier Luevanos; las cátedras de leperatoria de Chuy Flores “el cuadrado”, quien es hijo predilecto de Alvarado, Veracruz.
Héctor Alcántar disputando con Don Mario Ojeda ser el primero en llegar; los médicos Raymundo Carrasco, Ernesto Gutiérrez, y Javier Meza con sus refraneros populares. Juanito Mendía, que todo el siempre dice picardía, en la noche, en la tarde y en el día; Jesús Ignacio Campa a quien posteriormente lo elegimos y reelegimos presidente del Club, al igual que al Químico Rodolfo López. Las aventuras del M.V.Z. Rivera, del meritito Tamuín; los chistes y anécdotas de Juan Fco. Arroyo y Víctor Rivera ¡Una verdadera chulada!, muy festejados por Chilo Ríos. Y como tenemos tiempo que no nos vemos, varios de los camaradas vivimos intrigados con, ¿qué habrá pasado con la bicicleta Benoto que era de Pancho Antúnez, y que posteriormente se la regaló a su hijo, pero desgraciadamente se la robaron?
Destilando bromas, risas y todas las ocurrencias llegaba el Ramadán (Salvador de la Rosa, q.e.p.d), quien transmitía las más ocurrentes e ingeniosas burlas de quien fuera, como cuando el Tomy Mendoza hablaba, le pedía que “no se hiciera bolas” (personaje pasadito de peso).
Se extraña a más no poder todo aquello que, aunque en donde quiera se procura el buen humor, ahí lo tenía uno que llevar o adquirir a fuerza. Y vale la pena recordar que estar de buen humor, estimula y libera neurotransmisores que son los que se reparan con los medicamentos antidepresivos, lo que es sumamente benéfico, pues en lugar de comprarlos caros y quizás tóxicos, preferible una buena dosis de buen humor, que como dijo Charles Chaplin: – “Al fin de cuentas, todo es un chiste.” con la certeza de estar vacunándonos para la depresión, el mal carácter y hasta las malas vibras.
Una persona con buen humor tiene aceptación en cualquier parte, reproduciendo aquí lo manifestado por el novelista y periodista hindú – inglés, William M. Thakceray: – “El buen humor es el mejor traje que puede lucirse en sociedad.”