Por lo mismo que son enanos son soberbios, advierte el filósofo. El Peje no aterriza como presidente y por ello no se le puede nombrar así. Está alzado y su ejemplo cunde, en su disminuido gabinete donde nadie brilla. Tal vez porque el jefe no quiere que le roben, su supuesta luz. O es que no hay quien destaque, por sus méritos propios. Nunca habíamos visto tanta mediocridad. Mujeres y hombres de lo más gris. Ineptos, omisos, corruptos. La mayoría no tiene el perfil para el puesto y de ahí el fracaso. El servilismo es su sello. Se olvidan que los mandantes, son los contribuyentes y si las acciones de gobierno van en contra del bienestar común , serán responsables. Su alfil el lacayuno Gatell, destaca por su gran error en el manejo de la pandemia. Llevamos 90 mil. El sujeto sonríe de manera estúpida, a la alabanza de su patrón que le ordena mienta ante el desastre. Se muestra orgulloso, ante el dolor inmenso de los deudos de miles de mexicanos, víctimas del Covid. El que al cielo escupe, a la cara le cae.