El 3 de septiembre de 2019 la diputación permanente del Congreso local determinó separar de su cargo al entonces Fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz.
Hasta entonces, y aún después, se le culpaba prácticamente de todos los hechos delictuosos que habían sucedido y que sucedían en el Estado. Era el mejor argumento, vivo, que tenía el nuevo gobierno para justificar el clima de inseguridad y violencia que se vivía.
Por eso, desde la campaña, el ahora gobernador Cuitláhuac García Jiménez, anunció que si ganaba la gubernatura lo echaría del cargo. Ganó y, aunque no fácilmente, finalmente lo echó.
Se suponía, entonces, que con un nuevo fiscal la cosa cambiaría, regresaría el clima de paz y seguridad que por mucho tiempo había vivido Veracruz, se combatiría con éxito a los grupos delictivos, se acabaría la inseguridad y la violencia, se investigaría y se castigaría a los culpables de los hechos delictuosos, y un largo etcétera.
Como encargada de la Fiscalía se nombró entonces a Verónica Hernández Giadánz, la hija de un amigo del gobernador (dicho por él mismo), a quien la mayoría de diputados de Morena la nombró en forma definitiva para el cargo, por nueve años, el 28 de mayo pasado.
El 26 de octubre de 2019, ya en el cargo la flamante nueva funcionaria, se reportó la desaparición en Orizaba de siete personas, comerciantes de Ixtaczoquitlán y varios de ellos familiares.
El 9 de noviembre, ya hace casi un año, la directora del Colectivo de Familias Desaparecidas Orizaba-Córdoba, Araceli Salcedo Jiménez, dio a conocer que eran al menos 16 las personas desaparecidas de la misma forma en que los siete mencionados en el párrafo anterior, todos presuntamente detenidos por policías. Pero los desaparecidos en toda esa zona suman más. Nunca aparecieron vivos ni se les ha encontrado muertos. No hay un solo detenido.
Los casos de desaparecidos han continuado y no se circunscriben solo al área mencionada. Los “levantones” y secuestros también, como el reciente del exalcalde de Santiago Tuxtla, exdiputado federal, exfuncionario estatal y federal, Nemesio Domínguez Domínguez, confirmado por él mismo. De homicidios violentos y descuartizados ya ni se diga, así como de feminicidios.
El lunes, oootraaa vez, se reportó la desaparición de una familia de cuatro integrantes en Ixtaczoquitlán y el “levantón” de una joven en Orizaba. Hasta ayer no se sabía que hubieran sido halladas, que se hubieran esclarecido los casos y que se tuviera identificado o detenido a los presuntos autores.
En septiembre pasado, de acuerdo al INEGI, Coatzacoalcos se ubicaba en el tercer lugar entre las siete ciudades del país más peligrosas para vivir, entre las más inseguras.
¿A quién echarle la culpa ahora de la evidente incompetencia del actual gobierno para enfrentar la grave situación y ofrecer resultados que devuelvan la tranquilidad y la paz a las familias veracruzanas?
¿No es tiempo ya de que se vaya pensando en el relevo de la fiscal Hernández Giadánz dado que no ha podido con el paquete y está igual, o acaso peor, que su antecesor?
A AMLO solo le interesa la Serie Mundial de Béisbol
Para esparcimiento del señor presidente, inició ayer la Serie Mundial de Béisbol, de las Grandes Ligas (de la Gran Carpa, el Clásico de Otoño, dicen los cronistas deportivos) de los Estados Unidos.
Como no existen problemas en el país, el amado líder tabasqueño ha estado pendiente de las series previas para sacar los dos finalistas, y ya lo poncharon una vez cuando vaticinó que no serían los Rays de Tampa Bay los finalistas sino los Astros de Houston. Falló. Ahora ha dicho que serán los Dodgers de Los Ángeles lo que se llevarán el gallardete sobre los Rays.
¿Los problemas? ¡Bah! Cuáles.
Ayer, el secretario de Salud, Jorge Alcocer, aunque dijo que “vamos bien” reconoció que “se asoma un rebrote” en ocho estados del país. López Obrador lo refutó, rechazó su dicho y afirmó que “no hay problema”. ¿Quién sabe más, el especialista en salud o el especialista en béisbol?
El señor presidente se queja amargamente de que el gobierno de los Estados Unidos no le comparta las pesquisas “antinarco”, destacó ayer La Jornada, y se molestó porque no le avisaron con tiempo que iban a detener al general Cienfuegos.
Pero hace un año ordenó que dejaran libre a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, luego de que lo habían capturado con ayuda de la DEA, en marzo pasado fue a la sierra sinaloense a saludar a la abuelita de Ovidio y mamá de El Chapo, y ayer en su conferencia mañanera ¡ofreció disculpas! a El Chapo por llamarlo Chapo. ¡Chin! ¿Y así quiere que los gringos confíen en él y le pasen toda la información que tienen?
¿Qué le pasa al señor presidente?
En cambio, no ha ofrecido disculpa a los familiares de miles de víctimas de los grupos delictivos dedicados al narcotráfico, como los de los Guzmán, víctimas incluidas esposas, madres e hijos de policías, soldados y marinos muertos en el cumplimiento de su deber, o no los ha atendido como le reprocharon el 15 de junio pasado cuando salía de Campo Militar de El Lencero.
Esos pequeños detalles son los que van dando contenido a la derrota de los candidatos de Morena en la elección del domingo pasado en Coahuila e Hidalgo, y van dando elementos y argumentos a la oposición para sus campañas electorales ya próximas.
Ayer, otro agudo lector de “Prosa aprisa” me escribió: “Lo peor que podía pasarle a Morena ya empezó: que la gente empezara a extrañar al PRI. Hasta yo daba por muerto a mi partido, que goza de cabal salud. O como dicen: tiene más el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece”.
Pues sí. Coincidió con otra lectora, maestra, que me dijo cosa parecida: de qué tamaño es el desencanto con la Cuarta Transformación que la gente ya empieza a extrañar al PRI y vuelve a votar por él.
Los hijos pródigos
¡Chispas! Qué impacto ha tenido el resultado electoral del domingo en Veracruz que ha surgido una versión contemporánea del hijo pródigo que se narra en el Evangelio de Lucas.
Resulta que todos los que ya se habían ido del PRI y del PRD rumbo a Morena, o bien para trabajar en el gobierno cuitlahuista, o bien para buscar chamba con ellos, o bien para ver si les daban alguna candidatura a algo, ya fueron a las sedes del tricolor y del sol azteca a pedir que los perdonen y les hagan un huequito porque se quieren regresar.
Yo no creo que el barco guinda esté haciendo agua, pero por lo que reflejan los actuales hijos pródigos, no ven futuro para ellos y no le ven futuro a la que creyeron arca de Noé morenista en el que se pretendían refugiar del diluvio hasta que cesara y pudieran salir de nuevo a la vida… política.
Ahora Marlon Ramírez Marín y Sergio Cadena Martínez, cual modernos Moisés, están con los brazos abiertos para recibir a los hijos pródigos y se disponen a llevarlos a la tierra prometida que tiene fecha de llegada el próximo 6 de junio de 2021.
Lo que habremos de ver en los días por venir.