Al caer la noche, cuando escribo estas líneas, la encuesta de salida de Consulta Mitofsky da un triunfo total a los 16 candidatos a diputados locales del estado de Coahuila, y otros reportes, en mi caso de observadores veracruzanos en Hidalgo, también de forma preliminar indican que los tricolores están en franca recuperación pues no solo recuperaron Pachuca, la capital, y Tulacingo, sino que casi duplicaron su cifra pues ahora gobiernan en 15, pero ya ganan 23 municipios solos y 10 en alianza, de un total de 86. No son resultados oficiales, pero parece que las tendencias de los votos son irreversibles.
Con esa reserva hilo este comentario y de entrada considero una pregunta obligada: ¿En el caso de Coahuila ganó el PRI o perdió el presidente Andrés Manuel López Obrador (él es Morena)? ¿En el caso de Hidalgo avanzó por sus méritos el PRI y retrocedió Morena? Me enfoco en esos dos partidos, porque uno está en el poder y tiene atrás todo el poder presidencial, y el otro porque en la elección de 2018 casi lo dieron por desahuciado y carga con toda la imagen negativa del gobierno de Enrique Peña Nieto y sus secretarios hoy en prisión.
Insisto, a reserva de que se den a conocer los resultados finales oficiales, ya se puede anticipar con toda seguridad que perdió Morena pues no solo no ganó la mayoría de los distritos, sino que no arrasó como se esperaba tanto porque atrás está la figura de López Obrador y porque se supone que jugaron dos factores que tenían que haber sido determinantes: los programas sociales de la 4T y el encarcelamiento, muy fresco todavía, del general exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, integrante de un gobierno priista.
Por supuesto, no tiene por qué restársele méritos a las dirigencias nacional y estatal del PRI tanto en los casos de Coahuila como de Hidalgo, y en todo caso se tiene que decir que ganó la ciudadanía, el electorado, que decidió libremente, tanto que optó por un partido del que cabría haber esperado que tuviera el rechazo por la mala imagen con la que lo han envuelto Peña Nieto, Cienfuegos, Lozoya Austin (y en Veracruz Javier Duarte de Ochoa).
Ya habrá, seguramente, consideraciones sobre por qué el electorado no optó en esos estados por los otros partidos, sobre todo por Morena, que se supone es el más atractivo porque está en el poder político y tiene el poder político, qué ofrecer, pues.
Sorprende que no obstante (¿o habrá sido por eso mismo?) el escenario matutino nacional que acapara AMLO todas las mañanas, sus giras en campaña por todo el país, sus programas sociales de miles y miles de millones de pesos, tener el enorme cajón del dinero, el control de la Unidad de Inteligencia Financiera (la policía fiscal del gobierno) y la Fiscalía General de la República, es decir, todas las ventajas que da el poder, Morena no pudo avanzar un ápice en Coahuila y perdió terreno en Hidalgo.
¿Premiaron los electores los buenos gobiernos estatales de Miguel Ángel Riquelme Solís y de Omar Fayad Meneses? o ¿Hicieron válido el dicho de que más vale malo por conocido que bueno por conocer, sobre todo si llevaban el sello de AMLO?
Es indudable que si el electorado de esos estados no sufragó mayoritariamente por Morena es o porque el presidente no los ha podido convencer y difícilmente lo logrará ya, o porque se han decepcionado del nuevo gobierno.
La victoria, aún si en Coahuila el PRI no obtuviera el carro completo, pero sí la mayoría, y en Hidalgo la cifra se moviera ligeramente, levantará la moral de los priistas, pero, en general, de toda la oposición, porque ayer se demostró que si pueden derrotar al presidente y su partido y que el electorado ya no los sigue como antes de 2018 cuando los llevó a un triunfo arrollador.
En el caso de Riquelme Solís, no puede ignorarse el detalle de que fue el iniciador de la Coordinación Noreste COVID-19 (junto con Jaime Rodríguez, de Nuevo León, y Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas), grupo que oficializó su propio cerco sanitario y que luego se convirtió en Alianza Federalista que ahora agrupa a doce mandatarios estatales, ninguno de Morena, quienes exigen la renuncia de López-Gatell, que el gobierno federal les otorgue recursos en forma proporcional a lo que aportan como estados federados y se oponen a la desaparición de los fideicomisos.
Anoche, el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, “Alito”, en un video que subió a su cuenta de Twitter proclamó el triunfo de su partido en los dos estados, aunque se limitó a expresar que “El PRI sigue de pie” y que “demostramos que la confianza en el PRI gana espacios y nos mantiene fuertes como partido político”.
El viernes, “Alito” tuvo una reunión con los dirigentes estatales de todo el país y entonces les hizo dos recomendaciones: si perdían no hablarían para nada de una derrota, y si ganaban debían mostrarse mesurados y decir que se trata de “un proceso en construcción de cara a la elección de 2021”. Por eso anoche, en el caso de Veracruz, los tricolores con Marlon Ramírez Marín a la cabeza permanecían atlacuachados aunque sin perder detalle, sin hacer ninguna celebración ni festinar nada, y se supo que reunió a los miembros de su comité para alentarlos y pedirles que se mantengan unidos, pero que ya no bajen los brazos y tomen impulso en Coahuila y en Hidalgo para ir en busca del triunfo en junio próximo.
Marlon encabezó la noche del sábado un acto de jóvenes, muy concurrido, en Coatzacoalcos, en la que quedó de manifiesto la fuerza que ha recobrado el tricolor en ese municipio, donde llevará como candidato a la alcaldía a Carlos Vasconcelos Guevara, favorito para derrotar al ahora diputado local Amado Cruz Malpica, de Morena, promovido por Rocío Nahle. Vasconcelos irá en una gran alianza con otros partidos y el empresariado, entre otros sectores.
En el caso de “Alito” y del gobernador Fayad Meneses, durante muchos meses se estuvo manejando en columnas que se habían entregado ya a Morena, que eran aliados del presidente, pero el resultado ayer de la elección dijo todo lo contrario.
Por otro lado, no puede dejarse de considerar que Morena se presentó a esta elección dividido entre los duros o puros y los moderados, que se disputan la dirigencia nacional y que los ha llevado a las peores descalificaciones entre ellos y que en la mayoría de los estados no tienen constituidas sus dirigencias estatales, como en el caso de Veracruz.
En el caso del Estado, el gobierno de ese partido no ha podido resolver los más graves problemas, persisten la inseguridad y la violencia pese a los repetidos anuncios de que van a la baja, la pandemia no se puede controlar, no ha habido medicamentos para pacientes con cáncer, el desempleo es enorme, la crisis económica es alarmante, los envuelven los escándalos por casos de nepotismo (corrupción) de los que ellos mismos denuncian y que alcanzan a los tres poderes controlados por su partido, los feminicidios y los secuestro no cesan, y no son excepción pues están divididos y se combaten entre ellos.
El PRI, está de regreso. En Veracruz irá en alianza con el PAN y el PRD en la próxima elección y llegará con la moral en alto.