Con amor a la vida

Barricada era el título del primer libro en el que vi su nombre, aún era muy pequeña para recordar el poema, pero el saber que alguien como José Muñoz Cota le había dedicado un escrito sin duda habla de cuán importante es. Con el tiempo descubrí que no sólo era él, había más libros con historias a su lado. Por ello siempre he querido ser como ese hombre. Aunque con su amor y cariño me enseñaría que a mi me toca descubrir mi propio camino.

Escribo estas líneas mientras comienza el 11 de octubre, tecleo con amor y decido compartirlo porque hay instantes en los que tenemos que hacer una pausa y dar gracias. Hoy mi gratitud es infinita porque puedo celebrar un año más de vida de quien tanto admiro: mi papá. Siento la necesidad de dedicar a él este espacio porque sin duda nada de lo que hago sería posible sin su ejemplo y amor.

Para mí su nombre es sinónimo de motivación, trabajo constante y el anhelo de hacer todo mejor, pero para otras personas su nombre es el equivalente de lealtad o solidaridad según se requiera. Constantemente piensa en el bienestar de los demás, vive dedicado a pensar en cómo apoyar a otros, su corazón no conoce rencores y suele brindar todo de sí a las personas de su alrededor.

Cuando le conocen por primera vez puede aparentar ser muy serio, pero basta intercambiar unas palabras para que en cuestión de minutos se sienta su calidez, por ello las personas todo le confían. Su curiosidad no conoce límites, es de las mejores personas haciendo preguntas, quizás por su profesión o ese talento lo llevó al mundo del periodismo, incluso estando en países de lengua extranjera él es un cazador nato de historias y encuentra nuevas formas para comunicarse más allá del habla.

A él debo mi amor por la cultura y las letras, los domingos siempre han sido enteramente familiares, pero también de visita a librerías, desde temprana edad tanto él como mi mamá se encargaron de que nuestra mente viajara a través de los libros. Aún a temprana edad me explicaba a detalle las noticias del día, me contaba con paciencia su trayectoria en distintos medios, los viajes acompañando a presidentes, gobernadores y otros personajes que hoy admiro pero que siempre han visto en él a un amigo.

Uriel Rosas es un hombre ávido de información, sin importar su hora de sueño, despierta a primera hora para ver las noticias, da vueltas por la sala esperando los periódicos y antes de acostarse revisa los reportes internacionales, nacionales y locales. Fue mi primer maestro en enseñarme que se debe buscar múltiples fuentes, que hay medios con un sesgo de opinión, otros más críticos y que hay que saber leer entre líneas. Tiene un talento inigualable para contar historias, por ello su fascinación por los guiones de grandes series.

En su mente abundan datos de la historia contemporánea de nuestro país, por ello enlazó su vida a la mujer que siempre recuerda los nombres que complementan esas fechas. Su corazón es tan grande como su humildad, gusta de celebrar la vida y nunca se olvida de quienes han sido compañeros y cómplices de su crecimiento en el camino. Hoy hablo de él porque en la vida tenemos que tener claras nuestras raíces, sentir orgullo de nuestro origen y conocer a profundidad nuestro pasado para mejorar el futuro.

Hay tiempos inciertos, momentos dolosos, pero también seres que nos inspiran a ser mejores, que nos brindan ánimo, apoyo y un ejemplo constante de que con creatividad las crisis son las mayores lecciones, por ello hoy comparto un poco de quien es parte de mi motor, porque mi corazón rebosa en gratitud por mis orígenes y poder celebrar con amor infinito la dicha de su vida.

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