Violencia vs violencia

La cobertura de las protestas feministas han editorializado sus notas para promover el rechazo de los actos vandálicos y la violencia de algunas mujeres como la destrucción de puertas, monumentos, pintas y el enfrentamiento contra la policía femenil en la Ciudad de México.

Esto, aunado a las posturas conservadoras preexistentes ha dado resultado. En las redes sociales se sataniza la violencia de las mujeres, la “falta de decoro” impropio de una “dama”, se dice que así “no actúa una mujer”, etc., comentarios todos construidos a partir de un prototipo o ideal de mujer construido a lo largo de la historia por un sistema dominantemente masculino que es el otorgador de los atributos femeninos.

Otro tema que se discute en las redes es que la violencia corre a cargo de personas infiltradas en las marchas feministas, ya sea para favorecer a la oposición del gobierno en espera de un represión violenta con víctimas que presentar a los medios para desacreditar a las autoridades o con personas que tienen interés en descarrilar la lucha feminista provocando el rechazo social debido al uso de la violencia.

En cualquiera de los casos 1) que la violencia sea una iniciativa genuina de los grupos feministas, 2) que la oposición promueva la violencia en espera de que el gobierno sobrerreaccione con una respuesta todavía más violenta o 3) que el propio gobierno maneje infiltrados para minimizar la legitimidad de los reclamos de mujeres, el tema de las protestas de mujeres ya traspasó las fronteras nacionales. Diarios como The Washington Post, El País y France 24, entre otros, incluyeron  las protestas de mujeres en sus principales notas y resaltan su realización en un contexto de recrudecimiento de la violencia feminicida.

No se puede ignorar la postura desdeñosa por parte del gobierno federal de los reclamos feministas. Desde los comentarios presidenciales poco empáticos con la causa de las mujeres hasta el informe del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, quien señaló una incidencia “ligerísimamente a la baja” en los feminicidios, cuando esa baja ligera se debió a que siete estados dejaron fuera del conteo feminicida a cinco mujeres que fueron asesinadas, pasando por las declaraciones de la secretaria de Gobernación, Olga Cordero quien descalificó a ciertos colectivos por lucrar con el dolor de los familiares de víctimas de violencia y asegurar que el gobierno sí atiende y está del lado de las “víctimas reales”. Sería necesario recordar a la secretaria que las demandas son de distinta naturaleza y que la justicia no ha llegado a la mayoría de los familiares de las víctimas de asesinato o desaparición forzada y que cada mujer en edad de procrear que deseara interrumpir un embarazo es una víctima real en potencia porque si lo hiciera sería sujeta a proceso porque en la mayoría de las entidades de este país el aborto es ilegal. Tema, por cierto, que algunos diarios extranjeros manejan como un problema debido a leyes anticuadas.

El problema es que, lamentablemente, la violencia en las protestas se ha priorizado y ha desplazado el motivo de las protestas. Es cierto que ningún reclamo ciudadano ha sido concedido sólo con pedirlo por favor, pero este punto no debería ser pasado por alto por los colectivos feministas que tienen muchos años trabajando por el ejercicio pleno de los derechos femeninos y saben la importancia que reviste el cambio legislativo, la asignación de presupuestos y la existencia de políticas públicas que garanticen cada vez más los derechos de las mujeres. Este puede ser el motivo del silencio de varias reconocidas feministas que no desean descalificar los movimientos pero están conscientes del daño que hace a la causa colocar la violencia como el tema de mayor relevancia en la agenda pública en detrimento de la demandas.

La respuesta gubernamental aprovecha también la ausencia de una agenda bien definida por parte de los colectivos. A menor cohesión y organización del movimiento mayor posibilidad de que prevalezca la narrativa gubernamental sobre el tema. La pandemia rompió, o al menos interrumpió, un movimiento en tal sentido, después de la capacidad de organización que se mostró en el 9M. Si a pesar de las restricciones sanitarias, las mujeres, violentas o no, salieron a reclamar su derecho a decidir, la opción de retomar y empoderar el movimiento con más organización está viva y debe ser aprovechada tan pronto como sea posible.

ramirezmorales.pilar@gmail.com

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