La Silla (con mayúscula)

La Silla (con mayúscula Silla) del Águila tituló uno de sus libros Carlos Fuentes. Obvio, se refería a la silla presidencial.

En la narración, a las veinticuatro horas de tomar posesión, el presidente le dice a su consejero “Séneca”: “—Asumes la Presidencia, ‘Séneca’, te ponen en el pecho la banda tricolor, te sientas en la Silla del Águila y ¡vámonos! Es como si te hubieras subido a la montaña rusa, te sueltan del pináculo cuesta abajo, te agarras como puedes a la silla y pones una cara de sorpresa que ya nunca se te quita […] la Silla del Águila, es nada más y nada menos que un asiento en la montaña rusa que llamamos La República Mexicana.”

De Wikipedia (la enciclopedia libre) tomo lo siguiente: “La llamada Silla Presidencial, es en México uno de los objetos que popularmente representa el máximo poder político de la República…”.

Guardada toda proporción, el sillón del gobernador tiene también su simbolismo: representa el máximo poder político, la investidura, y es un lugar reservado solo al depositario del Poder Ejecutivo estatal a quien el pueblo eligió en las urnas y a quien le dio su representación.

En Veracruz a la Silla, al símbolo, le decimos o la conocemos como “La Grande”. Hay “La Grande” del Palacio Nacional, pero por imitación se le dice igual a la del Palacio de Gobierno. Por ejemplo, Cuitláhuac llegó a “La Grande” del Estado.

Me pregunto si es que quedé atrapado en el pasado, en el de la formalidad, en el de ser analógico, y todo cambió con la era digital y reparo en detalles que ya no lo son, en formalidades que ya no existen.

Resulta que ayer vi nuevamente al secretario de Gobierno, Eric Cisneros –no es la primera vez que lo hace–, ocupando en Palacio de Gobierno el lugar que, según yo, está reservado única y exclusivamente al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, y que sentarse en su lugar y en su sillón es cometer un sacrilegio político que bien podría considerarse como una usurpación del cargo (en mi pueblo lo dicen con un lenguaje más sencillo: o como ser un igualado).

En sus cuentas de las redes sociales, Cisneros publicó una batería de fotos en las que se le ve en la Sala de Banderas (contigua al despacho del gobernador) sentado al frente de la larga mesa de trabajo, en el mismo lugar y en el mismo sillón de Cuitláhuac. En un texto dice que el mandatario le dio su representación para que encabezara la llamada Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz.

En la foto principal se le ve mirando de frente, como con la mirada perdida, meditabundo, como ausente de la reunión, como si no escuchara a nadie, como en el limbo, pues, lo que hizo preguntarme qué estaría pensando en ese momento, si algo así como y pensar que andaba yo cuidando ballenas en Baja California, o, cuando llegue yo aquí no volveré a tomar un machete, o, si yo fuera gobernador, o, este sillón será mío tarde o temprano, o, no pierdo las esperanzas, o seré mejor que Cuitláhuac, o, ¿acaso se acordaba del poema 15 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente…”?, o (imagíneselo y complete usted).

¿Por qué en el espacio, en el lugar y en el sillón de Cuitláhuac? De siempre, con acceso directo a su despacho atravesando un pasillo y una puerta interna, el secretario tiene para su uso el Salón Juárez, de buen tamaño como para la reunión que encabezó. Ese es su espacio. Ahí pudo o tuvo que haber trasladado la sesión.

Que recuerde, nunca antes un secretario de Gobierno se atrevió a ocupar los espacios del gobernador en su ausencia. Por guardar las formas, pero también por respeto a la investidura y a la figura del titular del Ejecutivo, uno electo por el pueblo, el otro empleado designado. Por muy su amigo que sea –una vez, una sola vez lo escuché equipararse porque ambos son ingenieros–, por mucha confianza que se tengan, debe guardar la distancia a que la institucionalidad obliga; le debe guardar respeto para que los demás lo respeten, doblemente si es su amigo.

¡Ay! O a lo mejor ya todo cambió con la Cuarta Transformación y yo me quedé en el pasado (puede ser).

Porfirio privilegia a la prensa

Otro que pudo haberse quedado en el pasado es Porfirio Muñoz Ledo, quien ayer, como en los pasados mejores tiempos políticos, lo primero que hizo como candidato a la dirigencia nacional de Morena fue empezar a armar su agenda de contactos de prensa de todo el país para manejar entrevistas. Roselli Reyes, de su staff de prensa, está dada a la tarea.

Porfirio supo muy bien (y sabe, sin duda alguna) el papel fundamental de la prensa en la tarea política. Pero él sí sabe. Viene de la vieja escuela. No es ningún novato inexperto ni improvisado.

Morena se prepara para lo que viene

Mientras tanto en el Estado, en tanto se decide si son peras o manzanas, esto es, quién queda en la dirigencia nacional y quién en la estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, uno de los aspirantes a dirigir el Comité Ejecutivo Estatal (CEE), inició los trabajos organizativos de ese partido rumbo a las próximas elecciones.

Para ello sostuvo una reunión con el Secretario de Organización del CEE, Yair Ademar Domínguez, así como con  el representante ante el Organismo Público Local Electoral (OPLE), David Agustín Jiménez Rojas, para iniciar los trabajos en la estructura interna y la estrategia para vigilar –dicen ellos– la voluntad electoral de los veracruzanos en las próximas elecciones.

Para ellos es clave –obviamente– el trabajo “codo a codo” (iniciaron con aquello de voto por voto, casilla por casilla, en 2006) con su militancia, distrito por distrito. En su primera reunión Esteban mencionó “la necesidad de reactivar y capacitar a la estructura de representación electoral del partido en todo el estado de Veracruz para enfrentar los retos que están por venir para la Cuarta Transformación y para Morena”.

Jiménez Rojas, por su parte, resaltó la importancia de buscar perfiles apegados a los principios de su partido, privilegiando la honestidad, además, dijo, que sean personas comprometidas con la defensa de la cuarta transformación.

Y Marlon saca a relucir su oficio político

Parecen detalles menores, una mera formalidad, pero creo que precisamente es la formalidad la que le da respeto y seriedad a las instituciones, algo que se cuidaba mucho en el pasado.

Al iniciar ayer el proceso electoral federal, que culminará el próximo año, el dirigente estatal del PRI, Marlon Ramírez Marín, hizo público un pronunciamiento dirigido a la opinión pública.

En síntesis reconoce que en tiempos de crisis el INE “levante la bandera ciudadana” y refrenda el compromiso de su partido de participar con respecto a la autoridad electoral, a la Junta Local en Veracruz.

“… estamos convencidos que la pobreza, la inseguridad, la corrupción, el desempleo y las deficiencias en el Sistema de Salud Pública, sólo serán erradicados… por la vía de las instituciones democráticamente electas, y hacemos votos por eliminar el autoritarismo”.

Dijo que aspiran, “con el concurso de las demás fuerzas políticas, a una recuperación gradual de lo que la normalidad democrática nos arrebató en 2018”.

 

Related posts

Nahle hace lo que Cuitláhuac nunca hizo: atiende con transportistas tema de movilidad

El peso cerró ayer a 20.59 por dólar: la situación puede empeorar

Iván Martínez Olvera, “pobre tonto, ingenuo y charlatán”, quiere ser alcalde de Xalapa y por eso se promueve con recursos de Turismo