“El pobre no es el que tiene poco, sino el que desea más.” – Lucio Anneo Séneca.
Con el arranque del proceso electoral 2020-2021, nuestro país se apresta a ser testigo de uno de los hechos democráticos más importantes de la historia del mundo.
No es nada exagerado advertir que este inédito proceso, en donde en las 32 entidades federativas se renovará de manera coincidente algún cargo de elección popular pone por supuesto en juego toda la capacidad del Instituto Nacional Electoral (INE).
Mismo que habrá de estar más que observado de parte de la sociedad y en especial de los partidos políticos que habrán de quererlo utilizar de pretexto para usarlo de excusa en caso de no alcanzar los resultados esperados en dicha contienda.
Especialmente habrá que observar el comportamiento de Morena, quien, a pesar de conocer las reglas del juego democrático, siempre pretende salirse por la tangente violentando la norma o acusando a todos menos a sus dirigentes o militancia.
Así en medio de la negativa que los legisladores impusieron para que el presidente no pudiera hacer una consulta popular el mismo día que la elección sobre la revocación de mandato.
Morena utiliza todas las mañas de las que se dijo jamás repetir, buscando por dos frentes, una nueva consulta ahora para determinar si se debe enjuiciar ex presidentes, la otra, para renovar a su dirigencia meses antes de la misma jornada electoral.
Eso con el afán de mantener una importante presencia mediática que los mantenga en el consciente colectivo de la ciudadanía.
En Veracruz, esta guerra por la renovación de la dirigencia a contrapuesto al menos a dos grupos políticos al interior del proyecto morenista.
Por un lado, el grupo lopezobradorista encabezado por el delegado Manuel Huerta Ladrón de Guevara, al que por cierto le traen hambre desde hace un rato sus propios detractores.
La más reciente embestida lo inmiscuye en asuntos que serán abordados en instancias jurisdiccionales correspondientes y en donde la Fiscalía General del Estado (FGE) deberá actuar con total imparcialidad, pues de actuar en otro sentido evidenciará la mano que mece la cuna.
La guerra de lodo que ha emprendido el grupo opositor encabezado por el mismo secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, quien impulsa a Esteban Ramírez Zepeta –quien no ha tenido más mérito que fungir como secretario Particular del C. Gobernador- confirmando con ello, esa pelea intestina de la que hablamos.
Así a pesar de la campaña negra emprendida contra de ellos, el visible aspirante del grupo huertista es el diputado federal Jaime Humberto Pérez Bernabe, quien ha demostrado tener buenas dotes de tribuno, de negociador y quien mantiene una estrecha relación con el más fuerte aspirante nacional a la dirigencia de Morena, su coordinar parlamentario Mario Delgado Carrillo.
Las trapacerías ya comunes en el grupo que encabeza Cisneros Burgos lo han llevado a filtrar informaciones tan absurdas como que el legislador federal Pérez Bernabe era drogadicto, alcohólico y mil cosas más.
Todos los dichos sin comprobar o mostrar prueba alguna.
Quienes conocen a Pérez Bernabe refieren que el personaje es totalmente abstemio, que inclusive ni refrescos toma, pero hasta ese nivel llego la pretendida campaña para enlodarlo, pues sería ese grupo quien mantendría el control del partido.
Último reducto sin controlar por el irreverente secretario de Gobierno, quien no tuvo empacho para hacer que el mismo gobernador Cuitláhuac García Jiménez publicará una fotografía, en donde el oriundo de Otatitlán se ve sentado en la silla del C. Gobernador en el Salón Benito Juárez de Palacio de Gobierno encabezando una reunión del grupo de Seguridad.
Por simple uso de las formas, de los estilos en el manejo de la política, esa silla no debería ser usada por nadie que no sea el Ejecutivo Estatal, simplemente porque se debe respetar la investidura que da un cargo conferido por los ciudadanos.
Y no a capricho de quien se siente el mandamás de la entidad.
Ya mero vamos a ver algún secretario federal sentado en la silla con el emblema del águila del escudo nacional en donde se debe sentar el presidente Andrés Manuel López Obrador, de entrada, el presidente lo destituye.
Aun con la referida guerra intestina, la mañosa renovación de Morena nos tiene aquí hablando de ellos, lo que es por supuesto la intención del presidente López Obrador.
Quizá sea por ahí como nuevamente Morena pretenda hacerse del control colectivo de la mente, como lo hiciera en el pasado proceso electoral federal.
Al tiempo.
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