Todo lo que está ocurriendo en el mundo, las cifras del COVID-19, los avances políticos y demás datos que suelen ocupar planas y espacios noticiosos, lo vas a conocer en cualquier medio. Son datos importantes y necesarios, pero después de más de 5 meses en confinamiento, creo que todos merecemos un descanso. No por evadir la realidad, hay catástrofes que son ineludibles, temas que se tienen que repetir una y otra vez hasta que se les de la importancia debida, pero hoy, es momento de prestar atención a los detalles.
El fin principal de los seres humanos es la felicidad, quizás no siempre nos damos cuenta de ello, pero nuestras acciones y decisiones van encaminadas a la búsqueda de bienestar y plenitud. Hablar de personas felices en tiempos de crisis, suena utópico, sobre todo cuando la mayoría de datos que recibimos del entorno son de caos y conflicto, sin embargo, en medio de la contingencia que se originó por un virus, también se han presentado eventos de solidaridad, ha sido evidente el esfuerzo conjunto y las redes sociales se convirtieron en una plataforma de apoyo colectivo a infinidad de proyectos.
¿Por qué es necesario hablar del esfuerzo, la solidaridad y el amor en estos momentos? Porque llevamos meses enfocándonos en una crisis que no puede resolverse sin resiliencia y creatividad. Una crisis de sanidad que impactó en la economía, por ende, se requiere con urgencia de un mejor entendimiento social, de la responsabilidad individual, la empatía y el compromiso colectivo. Señalar como culpables a otros es muy sencillo, pero solemos olvidarnos de lo que cada uno puede aportar y de cómo impactan esas acciones en conjunto.
Uno de los puntos más criticados en estos días fue el retorno a clases, la desigualdad se hizo evidente y es una preocupación latente para el futuro, pues la educación es una de las principales herramientas para lograr equidad en las oportunidades. Sin embargo, fue en este rubro donde también surgieron historias que se vuelven lecciones para todos, docentes que hacen todo tipo de esfuerzos para visitar a sus alumnos en comunidades donde no hay televisión ni internet, otros que inventan personajes para que su alumnado esté atento. También están los adultos mayores que han decidido dar continuidad a su aprendizaje con las clases en televisión.
Todo lo anterior es un ejemplo de evolución y resiliencia constante, durante este tiempo de confinamiento hemos comprobado que la única constante es el cambio, quizás ahora entendamos mejor que el sistema educativo necesita adecuaciones particulares, que no basta crear un plan de estudio universal, si este no considera los contextos del entorno donde se imparte.
Lo mismo ocurre en el ámbito laboral, me atrevo a decir que todo empleo sufrió modificaciones, algunos trabajando desde casa, otros en guardias, desgraciadamente hubo múltiples despidos, pero también surgieron más negocios locales, se han promocionado de manera gratuita espacios de todo tipo con la intención de ayudarles a llegar a más. Hace poco me topé en Facebook la historia de una pareja que cumplía su sueño de casarse gracias a la suma de esfuerzos de quienes leían su situación, de inmediato cada lector aportaba algo, incluso les hicieron regalos.
Ni hablar del sector salud que día con día arriesga sus vidas intentando que las estadísticas disminuyan, las personas que donan su tiempo o espacios con la intención de brindar apoyo a los menos favorecidos. La pandemia ha sido de los eventos más duros que quizás viva nuestra generación, pero sin duda ha brindado consigo infinidad de lecciones.
Hoy es necesaria una pausa para agradecer esas historias que impulsan y motivan, agradecer por la esperanza y tomarnos un tiempo para preguntar qué puedo aportar para que todo esto mejore. Señalar los errores es necesario, pero lo verdaderamente urgente es trabajar para remediarlos. Algunos puntos que Tal Ben-Shahar, psicólogo de Harvard recomienda para ser feliz son los siguientes: ser agradecido, hacer deporte con regularidad, desayunar bien para tener suficiente energía, invertir en experiencias y no en objetos, asumir retos propios, rodearse de buenos recuerdos, escuchar música, usar calzado cómodo y tener buena higiene postural, entre otros puntos.
Las recomendaciones del psicólogo de Harvard parecen sencillas, sin embargo, pocas veces le damos continuidad a todas, hay algunas como tener retos propios que hoy se vuelven más necesarias que nunca. La situación que vivimos puede ser difícil para muchos, pero hay historias de lucha contra la adversidad que nos sirven de ejemplo, muestras de bondad y empatía que demuestran que el entorno puede ser mejor si también pensamos en el otro, todos podemos hacer algo por mínimo que parezca, comencemos por ahí, hoy seamos optimistas y creamos en esa frase repetida hasta el cansancio: todo va a estar bien.