No, no estoy hablando de mi país, estoy hablando de los Estados Unidos de Norteamérica . Pero, cómo se parecen las circunstancias.
¿Y qué está sucediendo en los Estados Unidos, que, desde el mes de mayo, sus ciudadanos han llegado al límite de su tolerancia? Pues diversas circunstancias que han ocasionado división, polarización, agresión , abuso del poder y desequilibrio de la economía, enrareciendo todo ello el proceso electoral presidencial del 3 de noviembre del presente año, en la que habrá de elegirse al titular de la nación, además de 34 Senadores y la totalidad de la Cámara de Representantes.
Y ante un escenario, –cada vez mas adverso–, que coloca al presidente Trump (partido republicano) con el 40 % de las simpatías frente a un Joe Biden (partido demócrata) en un 48 %, éste siente “pasos en la azotea” y está enfrascado en una frenética campaña , no para ganar limpiamente , sino para empañar la jornada sembrando dudas y buscando ganar a base de la presión o la violencia en caso extremo.
La demostración clara del extremo al que ha llegado esa crisis en el presente –que se puede denominar “integral”-, percibe a una nación que ha llegado al hartazgo de los desvaríos de su Presidente y de las deficiencias de su gobierno que presenta graves déficits en sus políticas de: seguridad, relaciones internacionales, economía, salud-por el alto número de contagios y muertes por la pandemia- y para acabarla de empeorar, la social, agudizada por los excesos policiales en contra de ciudadanos, aproximándose a ser política ante la proximidad de la elección de noviembre próximo.
Pero la crisis se agudizó de hace unos 3 meses para acá. El mes de mayo del presente, se podría considerar para el presidente Donald Trump, como “el principio del fin”, por diversas circunstancias que a partir de ahí se generaron.
La decisión del presidente de reaperturar gradualmente la actividad económica , a partir del 2 de mayo en plena crisis de coronavirus sin coordinación con los estados, fue seriamente criticada, pues dejo a criterio de los gobernadores el relajar las restricciones con deficientes controles preventivos. Hubo estados como Florida que no se preocupó por las medidas sanitarias de su población y es hoy el estado con el mayor número de contagios. A mediados de ese mes, las cifras estaban así: 1,508.598 contagios y 90,353 fallecidos, cifras que han ido incrementando de manera exponencial, mes con mes, llegando a niveles alarmantes en el mes de Agosto: 5,361.165 contagios y 168,446 muertes.
Pero la “gota que derramó el vaso” sin duda fue la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd, asfixiado por un policía blanco el 25 de mayo , desatando una serie de protestas masivas y desembocando en los peores disturbios de las últimas décadas. Para el domingo 31 de mayo los norteamericanos – la mayoría jóvenes de diferentes nacionalidades—, salieron a las calles y avenidas de las principales ciudades de esta nación a expresar su enojo y rechazo al presidente Trump que se le atribuye ser el autor de la polarización del país y un alentador al odio y encono contra afroamericanos, latinos y musulmanes, principalmente.
Otro aspecto que no favorece al presidente es sin duda la contracción de la economía. El departamento de Comercio federal, en el segundo trimestre del año coloca a la baja el PIB en 32.9%, derivado de la pandemia, pero también de la carencia de políticas de coordinación con los estados y el sector productivo. Todo ello ubica al presidente Donald Trump, en un escenario cada vez más desfavorable para sus propósitos. Y aunque no ha perdido el tiempo en buscar simpatías de propios y extraños en su afán de reelegirse, en el fondo lo pone nervioso el hecho de que todos estos agravantes le merman su popularidad a tal grado de que sus posibilidades son cada vez menores.
Por eso, ante esas circunstancias, sus asesores políticos le están preparando una nueva estrategia , ya no para sumar adeptos-que cada vez son menos–, sino para preparar el terreno desde ahora para deslegitimar la elección presidencial. De ahí sus insistentes tweets, anticipando fraude electoral, deslegitimando el voto a distancia ( vía correo) , o sugiriendo aplazamiento de las elecciones, etc., todo con tal de evidenciar un fraude desde ahora y poder tener supuestos elementos para llegado el momento impugnar.
Donald Trump, decía el 24 de mayo: “Estados Unidos no puede tener todas las votaciones por correo. Será la elección amañada más grande de la historia“, pese a que él mismo maximizó ese método en importancia, como útil, en la elección del 2016.
Para el 30 de Julio, mencionaba en otro tweet: “Con el voto por correo universal (no el voto por ausencia, que es bueno), 2020 será la elección más INEXACTA y FRAUDULENTA en la historia. Sería una gran vergüenza para Estados Unidos. ¿¿¿Retrasar las elecciones hasta que la gente puede votar adecuadamente, con seguridad???”. Reclamar un gran fraude anticipado es el tamaño del gran miedo.
Ante ello, el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, afirmó en el mes de junio que su mayor preocupación es que “este presidente va a tratar de robar esta elección”, citando como argumento sus comentarios sobre lo dicho anteriormente. Y agregó: “Considero la posibilidad de que Trump se niegue a dejar la Casa Blanca si pierde”.
Y ello preocupa a los diferentes sectores sociales , económicos y políticos , porque de seguir Trump en su posición obstinada y no aceptar desde ahora que su fin está cerca, habrá de arremeter triplemente en su estilo descalificador, golpeador e irracional, conforme llega la fecha, corriéndose el riesgo de que el clima de hostigamiento entre partidos y posiciones ideológicos llegue a la crisis.
Académicos y politólogos estadounidenses, como el Dr. Steven Levitsky, de la Universidad de Harvard y coautor del libro “Cómo mueren las democracias” han presagiado un panorama grave. “Entre la posibilidad de un empate y de una crisis de salud pública, dado el nivel de polarización extrema y un presidente poco dispuesto a aceptar la derrota, estamos ante un posible choque de trenes“.
Otro académico de la Facultad de derecho del Amherst College, el Dr. Lawrence Douglas autor del libro: “Se irá? Trump y la amenaza de un desastre electoral en 2020″, mencionó recientemente a la BBC Mundo: “Una vez que alguien como Trump demuestra que no tiene interés en cumplir con las reglas, entonces el sistema se encuentra en una situación muy difícil”.
La investigadora Erica Frantz, profesora de ciencia política en la Universidad Estatal de Michigan y experta en autoritarismo, advirtió en el mes de junio a BBC Mundo, que: “ la idea de que los votos por correo generan más riesgo de fraude, está siendo alentada por el propio Trump entre sus partidarios, pese a la falta de investigaciones que la respalden”. Agregando, además: “Si los resultados no van a su manera, será muy fácil movilizar seguidores, muchos de los cuales están armados, a que piensen que la competencia fue fraudulenta“.
Es decir, dado que el nerviosismo de Trump puede llegar a la locura conforme se acerca la fecha, desde hoy sus equipos le preparan la estrategia para robarse la elección por todos los flancos. a) descalificar públicamente la elección desde ahora porque la ve perdida: b) controlar la Comisión de elecciones Federales (FEC por sus siglas en inglés) y otros mecanismos efectivos institucionales (financieramente) para resolver disputas; c) entrenar los grupos de choque ( perfectamente armados) para intimidar o imponerse el día de la jornada; d) impugnar la elección para posteriormente operar sus mecanismos de convencimiento a través de la coacción.
Sin embargo, la contraparte demócrata también se ha venido preparando, advirtiendo a la FEC como instancia de control de las elecciones, de que, “ de no dar un resultado certero y convincente, serán los causantes de un final trágico en estas elecciones, que no se merece los EEUU”. Además, hay otro agravante que puede pesarle a Trump, su distanciamiento con las fuerzas armadas provocado por sus excesos en el ejercicio del poder que ha dejado en evidencia la imagen de las fuerzas armadas ante la nación, particularmente, después del caso Floyd, y el distanciamiento de éste con Altos Mandos del ejército estadounidense activos y jubilados, que no lo aceptan por incongruente, puede ser su derrota.
Así que aún falta mucho por ver de aquí a noviembre. Y todo parece apuntar que las fuerzas armadas jugarán un papel importante para garantizar el orden y el respeto el día de la jornada, pues allá si hacen valer su poder. Y tan se les tiene confianza , que hasta el propio candidato demócrata Joe Biden, lo declara : “los militares podrían intervenir para asegurar un traspaso de mando pacifico, si Trump se rehúsa a aceptar una derrota”.
Y allá si es de creerse.
Gracias y hasta la próxima.