QUEBRADERO
No tiene sentido meter la gobernabilidad en el terreno de las buenas o malas intenciones.
Es difícil imaginar que desde el ejercicio del poder prevalezca la idea de perjudicar a la población, aunque suele suceder que pasa. Presumimos que menos aplica esto en el actual Gobierno.
La voluntad de cambio del Presidente y de la defensa y apoyo a los más pobres podrá ser discutida en su estrategia, pero no por su genuina intención.
El futuro del país se va a definir por la capacidad que tenga el Gobierno por entender que los escenarios que imaginó y diseñó están en medio de un proceso de cambio que lo debe obligar a cambiar muchas cosas.
Algunos de los programas de gobierno deben redirigirse bajo otros parámetros. El país es otro, a pesar del poco tiempo que ha pasado desde que llegó López Obrador.
Lo es por muchas razones, pero en particular por los innumerables problemas económicos que tenemos a los que se han sumado los que ya teníamos, lo es también porque el perfil de nuestra sociedad nos está llevando a un franco proceso de polarización, y lo es sobre todo por la llegada brutal e incontrolable del coronavirus.
Los escenarios cambian en todos lados, la clave está en entender los procesos y saber actuar para reinventarse, pero sobre todo, la clave está en saber escuchar a quienes tienen miradas y propuestas alternativas y diferentes, las cuales en muchos casos cuestionan las ideas y políticas del Gobierno.
Donde más se está agudizando el problema es en la estrategia para enfrentar el coronavirus. El Gobierno mexicano se ve empecinado en una forma de ver las cosas y no se ha salido de su esquema, el cual está siendo cada vez más cuestionado.
No se trata de ver las cosas bajo tintes ideológicos, políticos o buscando señalar al Gobierno, son miradas de científicos y especialistas que han mostrado a través de sus investigaciones y conocimiento que urge un cambio de estrategia. Han pedido en innumerables ocasiones y de las mejores formas posibles que se les escuche, pero nada.
Lo que se viene con el coronavirus es brutal. Ayer citábamos en los RESQUICIOS el artículo del doctor Raúl Rojas, de la Universidad de Berlín, en que a través de otro modelo de medición muestra que podríamos tener en este momento 104,400 personas fallecidas, lo que está muy lejos de las 44,876 del miércoles.
El empecinamiento de seguir un solo camino no ha dado el resultado esperado. Es el momento en que se tienen que escuchar otras voces no por otra razón que para enfrentar un momento que nos está abrumando y particularmente, porque por más que digan, la pandemia no está cediendo.
El discurso está siendo alcanzado por la terca realidad y por la exposición que ha tenido el afamado vocero, la cual podría estar entrando, si no es que ya está, en los muy peligrosos y delicados terrenos de las dudas, los cuestionamientos e incluso de la credibilidad.
El inevitable desgaste está llevando al juego de las ironías, a la defensa de la estrategia con argumentos más de carácter político que científico y a una falta de autocrítica, la cual ante lo que estamos es un pésimo aliado.
Incluso en el Senado, han sido los propios morenistas quienes han planteado la necesidad de escuchar otras voces. Existe un consenso de que las cosas han sido delicadas, son delicadas y lo seguirán siendo.
La clave, insistimos, está en escuchar, en la autocrítica y en el aprender de los otros. Mientras sigan en el “voy derecho y no me quito” y bajo el empecinamiento como si hubiera una sola verdad, el Covid-19 seguirá haciendo de las suyas, más allá de lo que mortalmente hace día con día; lo que se pide es escuchar no que se cambien los principios.
RESQUICIOS.
El hecho de que nuestro país haya sido el último en llegar al caso Odebrecht es prueba de que desde el Gobierno se buscó la manera de evitarlo. Hay indicios de que en México la empresa brasileña se dio vuelo, si en otros países fue un escándalo parece que en el nuestro vamos al megaescándalo.
con información de: https://www.razon.com.mx/opinion/columnas/javier-solorzano-zinser/empecinamiento-399558