SOMETIDOS A LOS TRAMPOSOS.

Aquellas personas que actúan en contra de las normas establecidas y las buenas costumbres, que engañan a otros para obtener ventajas, se les denomina tramposos o tramposas según su sexo.

Suelen acudir a todo tipo de artimañas para lograr sus objetivos, cuentan con el talento apropiado para fabricar sus timos, y se convierten en cínicos para sacar sus provechos.

Hace exactamente ocho días tuve que acudir a mi Banco a donde llegué antes de las ocho de la mañana, para formarme en la fila y ser de los más próximos en ingresar.

Casi a las nueve de la mañana, ingresó al primer lugar de incapacitados y tercera edad, una persona corpulenta de aproximadamente cuarenta años, quien además de su cubrebocas, llevaba una andadera de ruedas en la que se apoyaba caminando con dificultad, llegó y se sentó en su artefacto a esperar que abrieran. En ese momento, unas damitas jóvenes que hablaban con la persona que se encontraba detrás de mí en la fila, al ver al corpulento de la andadera, mencionaron que estaba  fingiendo, pues lo habían visto salir de un coche y sacar su aparato, pero ya en la banqueta simuló ser un inválido, lo que yo pude comprobar como cierto, al salir de la institución bancaria y observar como guardaba la andadera en su vehículo y tomaba el lugar del volante para conducir, trampa que realizó para ocupar el primer lugar en la entrada, sin importar que damas y muchas otras personas más, sí cumplían con las normas de orden y disciplina.

Al igual de la actitud tramposa de ese corpulento señor, conocemos a muchísimas personas dentro de nuestra ciudad que para todo buscan su beneficio, sin importar se descubra su trampa o timo y que los demás padezcan por su arbitrariedad. Por supuesto que alguno de ustedes se habrá dado cuenta que, sin tener la autorización correspondiente del municipio, pero también, sin recibir alguna amonestación por las transgresiones que hacen, pintan de amarillo las banquetas para simular la prohibición de ocupar el lugar y que nadie se estacione; simulan letreros de “persona inválida”, incluso pintan de azul y blanco la parte de la banqueta; en portones existen carteles de cochera en servicio que no lo son. O también, colocan dos objetos, para impedir que se estacione alguien, y si llega alguien a estacionarse en los lugares que tramposamente fabrican y a sabiendas de que, no podrán recurrir a las autoridades por ser infractores, a quienes hayan burlado sus trampas, les aparecerá en sus vehículos una llanta ponchada por un clavo puesto a propósito, o un rayón en la carrocería.

En la acera de enfrente de donde trabajo, en el número 212, de la Calle Mascareñas, lugar que tiene un anuncio de despacho jurídico, pero que siempre está cerrado, existe una señal de “persona inválida”, además de la banqueta pintada, en donde a sabiendas que no existe ninguna persona incapacitada ahí, han estacionado sus vehículos algunas personas conocidas y compañeros de trabajo, con el resultado de encontrar posteriormente sus llantas picadas, pochadas o con rayones en la carrocería.

Con la complacencia de las autoridades, continúan estacionándose en doble y triple fila, aunque exista la posibilidad de hacerlo correctamente más delante, sobre todo en los merenderos que indebidamente también, se establecen en la calle y en la actualidad, sin las protecciones sanitarias requeridas por la pandemia.

También por años transcurridos, ninguna autoridad se ha preocupado por pintar y hacer respetar el paso de los peatones, constatando que los munícipes no caminan por las arruinadas banquetas y atrabancadas calles de nuestra ciudad.

Las autoridades municipales actúan sin criterio alguno y ni ellos mismos respetan el Bando de Policía y Gobierno que emiten, incrementando cada vez el mal hábito en la ciudadanía, mismo que se va expandiendo y se va estableciendo la costumbre de hacer trampa y tener una vida indisciplinada y de nula cooperación. Como sabemos, la costumbre se hace ley y posteriormente los hábitos dañinos son muy difíciles de erradicar.

Aceptamos que, la autoridad municipal tiene que ser complaciente, pues su calidad política es, escalar nuevos cargos y si son de elección popular buscan tal vez, al pueblo bueno y sabio, que hace trampa, que se deja comprar por un plato de lentejas, que busca la dádiva, que prefiere vivir en el desorden y la informalidad y que les siga apoyando. Posiblemente también, exista la remota intensión del munícipe, que la ciudadanía tenga una convivencia honesta, disciplinada, con calidad de servicio y cooperación hacia los demás, pero de inmediato es rebasado por las trampas y malas costumbres que ya se ha convertido en ley.

Seguiremos ganando fama a nivel mundial de tramposos, como la conquistada a nivel mundial el 30 de septiembre de 2007, en Berlín, Alemania, por Roberto Madrazo, en donde lo apodaron “El hombre más rápido de México”, al hacer trampa en un maratón de atletismo en aquel país, quien llegó en primer lugar a la meta en su categoría de varones de 55 a 59 años, pero se le notó sumamente sonriente, sin sudor y con un aspecto físico muy saludable. Posteriormente fue descubierto que abandonó la carrera para después del recorrido reincorporarse y ocupar el primer lugar. Se conoció mundialmente que “al parecer, el ex gobernador de Tabasco y ex candidato a la presidencia también dominaba el fraude en el área deportiva”.

 

 

Muchas personas quisieran que la vida se acomodara a sus deseos y conveniencias; ansían que todo sea fácil, rápido y muy sencillo, pero con una doble moral y haciendo trampa en lo que les ajuste; la gente quiere dos jueces, uno que ponga el orden y otro que le llene de canonjías; quiere dos autoridades, una que sea seria y otra que le proporcione; quiere dos códigos de ética, uno que cuide de su persona y patrimonio y otro que le autorice a sacar provecho de los demás.

Si no se pone remedio a esos engaños, se incrementarán en todas partes para sacar ventaja pues ninguna autoridad hace nada al respecto. Mi pregunta es: ¿Tendremos que vivir sometidos a los tramposos?

 

 

 

 

 

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