He de decir que, si bien este gobierno ha cometido muchísimos errores, el viaje que Obrador realizó para visitar a Trump no lo es. Pero me refiero al viaje en sí, pues el momento y el contexto del mismo dan pie a la crítica de esta decisión. Tiene varios argumentos a favor de haber asistido a la reunión, pues como mandatario nacional debe contar muy bien las situaciones en las que puede negarse a las solicitudes del gobierno vecino del norte. Pero hasta para eso se necesita coraje, determinación y sapiencia, aptitudes que el presidente de México perdió hace un par de años…
¿Era necesaria la visita? Por supuesto, pero no era urgente ni era el mejor momento. Los contras que tiene el viaje son de mucho mayor peso que las ventajas que se puedan obtener del mismo. Por ejemplo, está la pandemia, que tiene a Estados Unidos como el epicentro de la misma con la mayor cantidad de contagios a nivel mundial. Por otro lado, está el tema electoral, pues el viaje puede tomarse como una demostración de respaldo por parte del gobierno mexicano hacia un candidato a la presidencia en Estados Unidos (Trump) y eso no es conveniente para nuestro país, ya que el partido opositor lo tomará muy en cuenta, sea cual sea el resultado en las próximas elecciones.
Lo que sí fue una gran sorpresa fue el discurso que pronunció el ejecutivo federal desde la Casa Blanca. Enalteció bastante al presidente estadounidense, al grado de compararlo con George Washington y Abraham Lincoln, personajes emblemáticos en la historia de Estados Unidos. Protegió las políticas migratorias impuestas por el gobierno norteamericano en la frontera sur de México (a través de amenazas por medio de aranceles), mientras que aprovechó para enaltecer a los migrantes mexicanos radicados en el país vecino del norte. En general, fue un buen discurso, muy al estilo ‘neoliberal’. Guardando las formas y con un mensaje claro, bastante distinto a sus prédicas habituales.
Lo más impresionante del discurso, sin duda, fue cuando agradeció a Trump por tratar a los mexicanos con «comprensión y respeto». Creo que López olvidó muy rápido que uno de los estandartes de campaña del mismo Trump en 2016 fue atacar y denigrar al pueblo de México. Lo que también parece habérsele olvidado a AMLO fue haber escrito todo un libro titulado «Oye, Trump», en el que criticaba fuertemente las medidas implementadas en materia migratoria del mandatario estadounidense y donde también reprochaba y desaprobaba la manera en la que Trump se expresaba de México y sus habitantes. También pareciera que atrás quedaron esas promesas en las que el mandatario nacional advirtió «responder cada tuit» a Trump cada que le faltara el respeto a nuestro país.
«Fallaron los pronósticos, no nos peleamos, somos amigos y vamos a seguir siendo amigos», dijo López Obrador refiriéndose al mandatario más ‘neoliberal’ del planeta. Evidentemente, una buena relación con el país fronterizo es algo benéfico, así que, a pesar de lo surrealista que fue el encuentro, creo que el presidente lo hizo bien. Ya veremos las consecuencias en unos meses, esperemos que sean para bien.
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