Desde candidato hacía propuestas de decálogos. Tal vez confundiéndolas con su plan de gobierno o promesas de campaña para el caso de llegar al poder. Ha propuesto varios de ellos, como son para la educación y el reciente, que ha denominado “para salir del coronavirus”.
Por lo que respecta a su decálogo de precampaña a la presidencia, se puede decir que la gran mayoría no se han cumplido. En su propuesta en el número (1), sobre el Estado de Derecho y Política Exterior, indicaba que “se aplicaría al pie de la letra el criterio de que, al margen de la ley nada y por encima de la ley nadie”. Cabe recordar que, al inicio de su administración, envió un memorándum a los secretarios de: Gobernación, Educación Pública y de Hacienda, en donde recomendaba “dejar sin efectos todas las medidas en la que se haya traducido la aplicación de la llamada reforma educativa”; como sabemos, era una violación al artículo tercero de nuestra Constitución Política.
En su punto número (2), señalaba sobre la “corrupción”, y desde antes que tomara posesión de su cargo, el principal acto de corrupción fue que, sin tener ninguna facultad legal convocó a una consulta totalmente amañada, fuera de toda norma, para cancelar el aeropuerto de Texcoco, que también es un acto de deshonestidad, pues nunca se podría indicar que la mayoría del pueblo haya deseado que se tirara a la basura tanto millón de pesos.
Indudablemente que la idea de tener un decálogo para una actividad o profesión es loable, pero los propuestos por el señor presidente son más promesas que decálogos, pero, aunque sean promesas o reglas que cumplir, vemos que no han sido consumados.
En todas las profesiones se tiene un decálogo, incluso se han realizado los códigos deontológicos para determinadas ramas. De la misma manera, a principios del siglo pasado, Luigi Sturzo, sacerdote y político italiano, fundador del partido popular italiano, que posterior a la guerra se convertiría en la Democracia Cristiana, llevó a cabo un decálogo para los políticos, pero que, como sabemos, pocos de ellos conocen de estos aspectos, pero sí inventan a placer muchas cosas para que cuadren a sus competencias.
Por ello, para proponer su decálogo Luigi Sturzo, la sacó al mundo con el siguiente mensaje: “Hay quien cree que la política es un arte que se aprende sin preparación, se ejercita sin competencia, se actúa con malicia. Está incluso difundida la opinión de que a la política no se le aplica la moral común, y se habla con frecuencia de dos morales, la de las relaciones privadas, y la otra (que no sería moral ni moralizante), la de la vida pública. Mi experiencia larga y penosa me hace en cambio concebir la política como saturada de ética, inspirada en el amor al prójimo, ennoblecida por la finalidad del bien común”. Y expone su Decálogo:
- La primera regla del arte de la política es ser sincero y honesto. Promete poco y realiza lo que has prometido. Es una creencia común que la mentira es obligatoria en política. No es así: además de ser de naturaleza inmoral, es siempre más dañina que útil.
- Ser veraz no impone revelar secretos o realizar afirmaciones inoportunas. El silencio es de oro, especialmente en política: hoy se habla demasiado, empleando verdades, verdades a medias, verdades aparentes, fingimientos y mentiras. El arte de la política educa en decir lo necesario, callar lo que no debe ser revelado y evitar la mentira.
- Quien está demasiado prendido al dinero, no debe dedicarse a la política ni aspirar a cargos en el gobierno. El amor por el dinero lo conducirá a faltar gravemente a sus propios deberes.
- Rechaza, desde el mismo momento en que llegues al poder, cualquier propuesta que tienda a la inobservancia de la ley por una presunta ventaja política. La infracción de esa ley cometida con otros, por ejemplo, colegas y/o subordinados, se transformará en una cadena de la cual no te podrás liberar: a esa primera falta le seguirán, indefectiblemente, otras.
- No te rodees de aduladores. La adulación hace mal al alma, excita la vanidad y altera la visión de la realidad.
- No te creas indispensable, porque a partir de ese momento cometerás muchos errores. Si esto te lo dicen los demás, cuídate de ellos como de enemigos: te desviarán del camino correcto.
- Es más fácil desde el NO llegar al Sí, que desde el Sí tener que retroceder al NO. Frecuentemente el NO es más útil que el Sí. Un sabio consejo indica no comprometerse sin haber reflexionado a tiempo y haberse formado el convencimiento de poder mantener la palabra empeñada.
- Es una buena costumbre, en política, dedicar atención a las pequeñas, honestas exigencias del ciudadano individual, como si se tratase de asuntos importantes. La paciencia del político debe imitar la paciencia que Dios tiene con los hombres. No desesperes jamás.
- Trata de convertir, si te es posible, a tus colaboradores en el Gobierno en amigos, nunca en favoritos. El amigo que pide demasiado debe ser mantenido a distancia. Los favores que los amigos podrán obtener de ti deben ser honestos, en el marco de la legalidad, y no deben generar resentimientos justificados.
- Es una buena costumbre, también para el político, hacer cada noche un examen de conciencia, así como es útil formular, cada mañana, buenos propósitos. Si a pesar de ello la noche te encuentra con las manos vacías, sin haber logrado los buenos propósitos de la mañana, piensa que esto le sucede a la mayoría, y sirve para que sigas siendo humilde, aunque la gloria humana aletee alrededor de tu pequeña cabeza.
Tal vez convenga que las personas dedicadas a la política, antes de obtener su candidatura conozcan este decálogo, pero con el propósito principal de cumplirlo cabalmente, que no sea solo propaganda o el anzuelo para embaucar a la gente y sacarles provecho.