López Guapell. Campaña 2.0

Las redes sociales han modificado la vida de la sociedad para bien y para mal. Una gran cantidad de aspectos está marcada ahora por el uso de las plataformas en uso y otras más que se están desarrollando en vista de la popularidad que han alcanzado. De acuerdo con la Asociación Internet.mx, México tenía, en 2019, 82.7 millones de usuarios de internet; sólo para mostrar la rapidez con que se ha extendido el uso de las redes, se puede anotar que en 2012 había 34.9 millones de usuarios.

Hoy la vida política, los asuntos educativos, sanitarios, culturales, económicos, comerciales, empresariales, de entretenimiento, mediáticos por supuesto y los electorales, entre otros, pasan por el tamiz de las redes. En esta cuarentena, hemos visto cómo se forman comunidades más allá de las relaciones interpersonales.

El drama mundial del coronavirus nos ha acercado a personas no sólo de otras entidades, sino de otras naciones con las que compartimos un cierto punto de vista acerca de la emergencia sanitaria, pues la creación de comunidades es segmentada. Están los grupos que hacen llamados a la prudencia y al cuidado de la salud, otros que niegan la existencia del virus y reclaman su derecho a salir. Acabo de ver un video realizado en California, donde un joven invita a la gente a escupirlo para demostrar que el virus no le hace nada, otros reclaman su derecho a no hacer la cuarentena, la cual tachan de esclavitud. Están los grupos de médicos y personal sanitario que vive su propia tragedia atendiendo enfermos y viendo cómo muchos de sus colegas sucumben en el desempeño de su tarea.

Los grupos políticos opositores al gobierno hacen su parte con campañas y contracampañas para intentar desacreditar las acciones gubernamentales tanto en relación con el manejo de la pandemia como en otros ámbitos. Estos grupos de poder, tanto como el mismo gobierno, manejan a su favor el anonimato y la falta de regulación que envuelve al funcionamiento de las redes.

Por otra parte, al mismo tiempo que se extiende el uso de las redes, que se crean nuevas plataformas y aplicaciones, se analiza el comportamiento de los usuarios para ofrecer servicios “expertos” a los grupos interesados en llegar a esas audiencias, sin importar mucho la ética.

En medio de esta vorágine de información hay una masa enorme de usuarios a merced de diversos mensajes que no siempre sabe descifrar. Internautas asiduos que creen en información proveniente de ciertos medios, blogs o plataformas sólo por el poder de la repetición. El uso de las redes para fines específicos confía en que al igual que sucedía con los medios informativos tradicionales, los usuarios leen e investigan poco. Como contraparte, la naturaleza misma del flujo de información, no puede detener o controlar, como se hacía en los medios tradicionales, lo que se distribuye.

Los grupos pueden intentar colocar sus mensajes y a mayores recursos tendrán más éxito, pero no pueden manipular todo lo que llega a los usuarios, tal como lo mostró el fallido nombramiento de Javier Lozano como vocero de los empresarios. La reacción en redes en contra de este personaje hizo recular a la Coparmex en su intento de que ostentara el cargo no sólo de vocero especial, sino que lo fuera para la Defensa del Estado de Derecho. Este es un ejemplo de lo que pueden hacer las redes en el ámbito nacional, pero puede repercutir también en asuntos regionales cuando logran impacto debido a la cantidad de usuarios que los colocan en la agenda como ocurrió con el director del DIF en el municipio veracruzano de Zongolica, donde trascendió un mensaje que envió por whatsapp pidiendo que bañaran con ácido a una mujer que criticaba las acciones del gobierno municipal. El funcionario pidió licencia, aunque el clamor era que lo destituyeran.

En este fenómeno de comunicación, que continúa dando sorpresas, se observa también un enorme deseo de la población por encontrar mensajes confiables o personas con credibilidad, especialmente en esta emergencia sanitaria que ha provocado una gran incertidumbre, pues tenemos encima una amenaza que no se ve, que no se sabe bien a bien cómo actúa, cómo se contagia, pero vemos lamentablemente cómo se acumulan los muertos.

Es quizá por esto que se ha producido el fenómeno “López Gatell”. Surge un funcionario que explica una situación compleja con un lenguaje sencillo, sereno y paciente. Puede decirse que fue un acierto colocarlo como vocero oficial para transmitir las acciones gubernamentales en el manejo de la pandemia. Los ataques en contra del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud no se hicieron esperar. Las preguntas de reporteros mal intencionadas, pero también mal construidas en lugar de desacreditarlo, lo fortalecieron. Con ayuda de varios personajes con influencia en la opinión pública se pretendió poner en duda sus credenciales académicas sin buen resultado. El caso más grotesco fue el de Carlos Loret de Mola que investigó el currículum del epidemiólogo y pudo corroborar que lo asentado en su currículo es verdadero, lo que no impidió que malintencionadamente titulara su columna “Las dudas sobre el doctorado de López Gatell”, siguiendo la máxima “calumnia, que algo queda”.

En contraparte, el subsecretario ha despertado muchas simpatías, tantas que en Facebook tiene páginas de fans, entre ellas está el Club de fans del Dr. Hugo López Gatell, también otra página llamada Las Gatellets y muchísimos memes que le han dado popularidad al médico. Le llaman Dr. López Guapell, porque lo consideran bien parecido. Elogian sus conocimientos, su comportamiento comedido frente a reporteros imprudentes y desinformados. Ya hay quien lo candidatea para ser el próximo presidente del país. Eso parece bastante improbable, las conversaciones en las redes tienen una duración corta y falta mucho para la siguiente elección presidencial. Su campaña 2.0 podría no sostenerse tanto tiempo.

Por lo pronto, Hugo López Gatell no sólo tiene muchos seguidores y se ha convertido en el funcionario más popular del momento, sino que ha colmado la necesidad, por lo menos para un sector, de tener una respuesta que goza de credibilidad frente a las muchas incertidumbres y los descubrimientos, a menudo contradictorios, que hace la comunidad médica en torno al virus que nos acecha. Allí están las páginas de sus seguidores por si alguien desea comprobarlo. ¿A qué árbol se le tiran piedras? Al que da frutos.

ramirezmorales.pilar@gmail.com

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