¿Es una risa sardónica, una convulsión de los músculos de la cara que imita la risa o se trata de un rictus sarcástico, o una mueca tragicómica esbozada como consecuencia de la imposibilidad de vencer la realidad con sus decisiones suicidas? En 18 meses de catastrófica gestión de amlo, de su gabinete y de Morena, todavía no encuentro motivos para sonreír, por lo que me pregunto: ¿se está burlando del pueblo de México porque al fin alguien llegó a darle su merecido? Nunca he creído en las culpas absolutas, por lo que me cuestiono: ¿en dónde termina la responsabilidad de López Obrador y comienza la de una sociedad irritada pero resignada a su suerte al permitirle avanzar con singular eficacia en un acelerado proceso de destrucción de la economía y de la paz social, con el descarado apoyo del crimen organizado? Basta con ver las despensas que los narcotraficantes obsequian al pueblo depauperado.