“La ambición es el último refugio del fracaso.” – Oscar Wilde.
Mientras los partidos políticos de oposición en Veracruz claman por realizar una consulta popular para acabar con el ya considerado peor Gobierno Estatal de los últimos 50 años, una realidad se pretende soterradamente ocultar.
Y es que mientras el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) advierten que al actual gobernador Cuitláhuac García Jiménez le aterra en sí mismo que crezca la solicitud para que en 2022 se le someta a consulta popular junto con el presidente López Obrador, los que medio entienden de la política saben que Morena trama otra cosa.
Confiados en mantener una mayoría absoluta en el Congreso de la mano de legisladoras y legisladores chaqueteros, esos que votan todo cuanto les dictan desde la Secretaría de Gobierno, la intentona real es modificar la legislación local, con el afán de desaparecer la democracia como la conocemos.
El intento de reforma política estatal –que obedece a los dictados del mismo tlatoani presidencial- pretendería desaparecer de un jalón a la oposición y sus prerrogativas y también porque no, acabar de una buena vez con los organismos responsables de desarrollar, cuidar y vigilar los procesos electorales.
El argumento acabar de una buena vez con el gasto –al que califican de oneroso- en momentos en el que la justificación perfecta será la crisis económica resultado de la pandemia por Covid-19.
La iniciativa propuesta por el diputado Amado Cruz Malpica para modificar el artículo 11 de la constitución local, otorgándole una especie de nacionalidad aquellos que no siendo veracruzanos tienen hijas e hijos si nacidos en la entidad, para que puedan aspirar a ocupar cargos administrativos o de elección popular, es tan solo la punta del iceberg.
En el fondo la intensión gira solo en un sentido, concentrar el control y manejo de la democracia como la conocemos, acabando de un plumazo con la democracia que ha costado poco más de 50 años en conseguirse.
Al momento los mismos consejeros electorales locales temerosos de una acción de esta naturaleza mantienen mutis, aun cuando tienen datos y elementos para confirmar la intentona.
Quizá por ello, la relajada actitud del mandatario veracruzano paseándose como si nada por el centro de Xalapa, sabedor que mientras todos están confinados en su casa y nadie pone atención a la exigencia de reparar y reconstruir las cadenas productivas esas que verdaderamente harían menos complicada la recuperación económica, ellos llevan mano.
Es urgente que la real oposición, esa que no representan los partidos políticos, se comience hacer presente, esa que sola está acabando con la pandemia cuando se hace verdaderamente fuerte y presente, respetando la sana distancia y el confinamiento, “la sociedad” y reclame al unísono su negativa a la maquiavélica intentona de acabar con la democracia.
Al tiempo.
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