Lo verdaderamente indispensable

Después del papel de baño y todo tipo de artículos de limpieza comenzaron a escasear otros artículos, me atrevo a decir que algunas librerías incrementaron sus pedidos, el uso de plataformas de streaming está a tope, los elementos básicos del ejercicio en casa están agotados en más de un sitio. Sin embargo, todo lo anterior siguen siendo lujos de unos cuantos. Para muchos la vida transcurre como si nada porque no pueden creer que algo más llegue a tambalear su ya frágil realidad.

Estas mismas personas que no creyeron o no tuvieron posibilidad de realizar una cuarentena, son las primeras en pedir auxilio en los sistemas públicos de salud, son las que con gran desinformación exigen datos sobre sus familiares hospitalizados, poniendo en riesgo su salud y la de quienes trabajan arduamente para salvaguardar a otros. Sus acciones abarcan los titulares de las noticias. En redes sociales abundan críticas y la palabra empatía.

Piden empatía para la madre que no pudo despedirse de su hijo, que no es capaz de entender la situación porque para ella el virus que lo ha atacado no existe, todo es culpa del sistema de salud. Para otros es evidente que el sistema de salud es fallido desde antes de la contingencia, pero no es culpa del personal médico. Es culpa de quienes regulan presupuestos y toman las más altas decisiones. Empatía es lo que necesitan también los médicos, enfermeras y camilleros, que, aunque realizan su trabajo, con escasos insumos de protección, están arriesgando sus vidas, quizás arriesgando también a sus seres queridos o teniendo que tomar distancia con el afán de protegerlos.

Y las mismas redes que en otros países sirven para propagar información científica, en México son el canal perfecto para la desinformación. Circulan cadenas de ovnis, remedios caseros para combatir un padecimiento en el que no creen, pero aún así aplican la secadora en la garganta y el juguito con limón. Pero en medio de situaciones que parecen de risa, se evidencia la ignorancia de una nación. Se hace latente el daño que ha causado la desigualdad en el país. En las naciones de Primer mundo también hay disturbios, pero son mayores en aquellos con tanto rezago porque ante la falta de preparación, el miedo y la ignorancia es más sencillo creer en fenómenos sobrenaturales que en la ciencia.

Lo peor llega cuando esta misma ignorancia se vuelve un bloqueo para el desarrollo y cuidado general de los demás. Es cierto que hay quienes no pueden quedarse en casa, pero también lo es la irresponsabilidad del mexicano promedio. La falta de empatía y compromiso social, no distingue niveles socioeconómicos, piensa en sus necesidades individuales, en un bienestar inmediato sin importar lo que ocurra con otros. Reflejo de todo lo anterior fue lo recientemente vivido en Ecatepec. El desconocimiento y la desesperación hizo que brutalmente agredieran a personal médico. Dichas acciones también dieron luz a comentarios cargados de agresión en redes sociales, donde se insiste en culpar a los médicos por la situación enfrentada, cuando los únicos responsables somos todos nosotros.

Ya van dos meses en los que todos iniciamos un cambio en nuestra forma de vida. Me atrevo a decir todos porque por más que se quiera continuar en lo que llamamos normalidad, resulta imposible. Las decisiones de unos repercuten de manera directa en otros. El movimiento de los comercios no es el mismo, el mundo enfrenta una transformación digital pero también evidencia la desigualdad y el rezago, demostrando que no todos están listos para ese salto.

El vertiginoso cambio de vida nos demuestra cuán urgente es actualizarnos, no sólo para seguir con el desarrollo de un porcentaje del sector, sino porque de seguir en ese rezago se repetirán acciones en las que la base de esta pirámide, por falta de información y desconocimiento termine dañando al resto de la población.

En estos tiempos lo verdaderamente indispensable es revalorar nuestros modelos sociales, estilo de vida y sistemas económicos. Quienes hemos tenido la oportunidad de un encierro, ya descubrimos que hay infinidad de cosas que creíamos necesarias y no lo son. En cambio, damos constantemente gracias por gozar de salud y estar con los nuestros. Prueba de que nuestras prioridades estaban invertidas es el éxito que han tenido los cursos de desarrollo personal, los ejercicios y libros de meditación en tanto que otros bienes se encuentran con ofertas y descuentos. En medio de todo descubrimos que había que hacer un viaje también interno, dejar de concentrarnos en el exterior y buscar más conexiones invaluables.

México necesita de manera urgente información clara, pero para que todos logremos la comprensión de la misma, necesitamos erradicar la desigualdad y pensar desde arriba con un poquito más de empatía para los que están abajo. No podemos culpar a quienes comentan con odio e ignorancia, porque quizás también hemos sido partícipes de su forma de pensar. Sin embargo, si podemos tomar estos mensajes como las alertas para comenzar un cambio desde la raíz. Cuidar de otros es el método más efectivo para mantener a salvo al individuo.

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