El tiempo es relativo, para quien sigue inmerso en la rutina transcurre rápidamente, para los que van al día o tienen a alguien en el hospital sin duda cada segundo parece eterno. En el clima social se respira incertidumbre, miedo, desconocimiento, pero también hay esperanza, compromiso y creatividad. Al igual que en cualquier historia, hay múltiples versiones, distintas formas de ver la vida. En medio de todas ellas, una certeza: el cambio es inminente.
Nos guste o no, nada podrá volver a la normalidad en la que estábamos acostumbrados, porque las circunstancias actuales nos obligaron a hacer un cambio de plataformas sin vislumbrar que no todos teníamos las mismas condiciones para ese salto. Hubo quien no consideró necesario el aprendizaje de nuevas tecnologías, quienes teníamos la capacidad de enseñarlas creímos que había generaciones que ya nunca las necesitarían, ahora tenemos una obligación total de compartir todo lo que sepamos para tratar de igualar las condiciones.
En materia de educación se buscó una forma de seguir con el aprendizaje, hacer uso de todo tipo de herramientas para que nadie se atrase, sin embargo, bajo estos métodos hay quienes incrementan su rezago. Aprende el que puede, no quien quiere. Aprende el que tiene recursos, el que puede investigar, quien dispone de excelente conexión, un equipo propio, un ambiente idóneo. Seguramente en medio de la adversidad y las carencias hay quien sobresale, pero las probabilidades son menores.
Aún aquellos con todas las posibilidades descubrieron que el sistema educativo requiere con urgencia de una actualización, la pedagogía en México se pensó en su mayoría para realizarse con un guía al frente del grupo, pocos son los modelos basados en el autodidactismo y que buscaban que el aprendizaje llegara a cada rincón. Hoy en día estos ajustes surgieron de manera inmediata, pero la rapidez hizo que se vayan acoplando según las circunstancias y con resultados muy variables.
El encierro demostró que poco nos preocupamos por la salud y la educación emocional, pero cuán necesario es considerar estas áreas con más atención a partir de ahora. La convivencia constante demostró la falta de paciencia e intolerancia, pero también la necesidad de vínculos más fuertes, del tiempo de calidad y conocer a profundidad a aquellos que tanto queremos.
Tristemente la situación nos hizo vislumbrar que para algunos el hogar es el lugar más inseguro, probablemente ya lo sabíamos, pero hoy las estadísticas nos piden acciones urgentes que ataquen el problema de raíz. Esta crisis no sólo es de salud, también es humanitaria y es cuando más atentos tenemos que estar ante cualquier llamado de ayuda.
Estar entre cuatro paredes nos obligó también al conocimiento personal, hizo que todo lo que recargamos en otros ahora sea nuestra responsabilidad y que descubramos hasta dónde pueden llegar nuestras capacidades. Toda crisis origina evolución y profundos aprendizajes. Es normal tener miedo, pero también es el momento de hacer un alto en lo habíamos realizado sin cuestionar, de retomar esas charlas familiares durante la comida, de identificar que la solidaridad es necesaria para el bienestar de todos, dejar de pensar sólo en nuestra individualidad y ser más conscientes de la vida que estamos desarrollando para nosotros y los nuestros.
Hay quienes tienen niños en casa, inculquemos en ellos una inteligencia emocional fuerte, pero también la capacidad de empatía con los otros, el respeto y la responsabilidad que tenemos con el entorno. Que lejos de ver estos momentos con angustia, lo vean como oportunidades de crecimiento para que puedan enfrentar todo tipo de retos del futuro. Deseo profundamente que quienes vivimos en la actualidad y las próximas generaciones podamos generar una transformación profunda desde la reflexión, entendamos el daño que hemos generado para poder encontrar verdaderas soluciones.
Tenemos una responsabilidad infinita como consumidores, padres, hijos, ciudadanos, pero sobre todo como seres humanos. Es nuestro deber cuidar del planeta y de nosotros, hagamos lo que nos toca y un extra por aquellos que se niegan a colaborar, toda buena acción que repercute en otros sí suma una gran diferencia.