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BUROCRACIA CREA PSICOSIS EN LA SOCIEDAD.

by Luis Alberto Zavala Ramos

La gran mayor parte de mi labor profesional ha sido con personas de quienes he tenido que utilizar sus nombres para determinados actos o hechos, pero mientras el tiempo transcurre, cada vez se hace más difícil la realización de cualquier gestión con los diversos nombres que por coincidencia o mala suerte quedaron mal asentados en los libros de registro y de algunas oficinas dependientes del gobierno.

Pero conforme la burocracia ha ido creciendo y poblando más oficinas con gente improvisada, o, mejor dicho, deseosa de que los interesados no obtengan resultados y todo se ha complicado en la actualidad por motivo de los nombres de las personas.

En épocas pasadas hasta indebidamente en las oficinas preguntaban a las señoras: – “¿Cuál es su nombre de casada?” Y así aparecieron millones de documentos con el nombre de señoras que no tenían su segundo apellido, sino el apellido de su esposo. (En lo personal llegué a ver pasaportes mexicanos con el nombre de las señoras y el apellido del esposo). Sin contar que, en nuestro país no existe el cambio de apellido de las señoras por el hecho de haber contraído matrimonio. El gran problema en la actualidad es que, a todas las señoras que hayan asentado su nombre con el apellido de su esposo, las oficinas de gobierno están rechazando sus documentos, en virtud de que el nombre de las mujeres en nuestro país no cambia por el hecho de haber contraído matrimonio.

Exactamente igual o peor, en las oficinas del Registro Civil al registrar a la recién nacida, a quien decidieron sus padres llevara por nombre María Guadalupe. El gobierno le dio el trabajo de registrador civil a alguien de su confianza y como no existía ningún reglamento para llevar a cabo el registro de las personas, al encargado del registro se le hizo bien asentar el nombre de la nacida abreviado como “Ma. Gpe.”, que en realidad no existía ninguna norma reglamentaria que lo impidiera, y como como señala una máxima de Kelsen: – “Lo que no está expresamente prohibido está permitido”. Además, el solicitante está pagando un derecho para que le hagan un servicio y no para que le causen un perjuicio, aunando esto que, la definición de burócrata es: “Un sujeto que le busca mil problemas a una solución”, en la actualidad, las oficinas en general y sin admitir culpa alguna señalan que, aquella persona no se llama María Guadalupe sino “Ma. Gpe.” Si te pones a explicarle al burócrata, que así le puso el oficial del registro civil, en forma abreviada, pues en ningún diccionario de nombres de mujeres encontrará el nombre de “MA” y menos el de “GPE”, no lo aceptarán por la negativa sistemática que te hacen todos los burócratas a lo que requieras y  te señalan que es indebido, pero tampoco admite su responsabilidad el gobierno que, puso de registrador civil sin una capacitación, a una persona a dar servicio y no a crear un perjuicio y, por consiguiente, el mismo gobierno debería suplir las deficiencias de lo mal realizado y por el cual hasta se cobró un derecho.

He tenido conocimiento que los legisladores han pasado también por estos problemas, pero ante su idea de seguir adelante en otras elecciones u otros puestos, les ha impedido reaccionar o solicitar a sus asesores lleven a cabo una campaña correcta en donde se hagan constar todas estas anomalías que la burocracia ha estado causando, por así haberlo ellos inventado, y que el gobierno supla las deficiencias que su mismo personal ocasionó y que en la actualidad, su mismo personal ahora rechaza; además, como no es ninguna obra de relumbrón no despierta ningún interés para la intervención de los políticos actuales.

En la actualidad, todo lo referente a los nombres de personas asentados en oficinas de gobierno o dependientes de él, ha provocado ya una psicosis colectiva a tal grado que, en mi oficina, en donde me dedico a dar fe de los actos y hechos jurídicos que los particulares deseen celebrar, (por dar un ejemplo con un nombre ficticio), la señora María Verónica Martínez García, me ha rogado que le quite los acentos a sus nombres y apellidos, pues en su credencial del INE viene sin acentos y esto ocasiona que en la oficina de pasaportes no se los valgan así, incluso han rechazado actas de nacimiento de personas por un “punto”, pues en el acta se señalaba MA. EULALIA, y en la credencial del INE “MA EULALIA” (sin el punto), pidiéndole a la interesada que corrigiera su acta de nacimiento, que le quiten el punto en la oficina de Registro Civil, aunque hubiera estado registrada en Chiapas y el resto de su vida lo haya tenido en esta ciudad, ocasionando que la interesada tenga que acudir a donde la registraron para llevar a cabo la rectificación o quedarse sin pasaporte. Por si esto fuera poco, todos conocemos el apellido “GÜERECA”, pero en las credenciales del INE, no ponen ni acentos ni diéresis, de manera que ese apellido el INE lo ha deformado a GUERECA, pero como en pasaportes se basan en la credencial del INE, también el apellido ya no es GÜERECA, sino “GUERECA” sin diéresis y ha ocasionado la devolución de documentos y por consiguiente la negativa del pasaporte.

Qué decir de los juzgados actualmente, si se promueve el juicio sucesorio del abuelo y se justifica el entronque con el acta de nacimiento del nieto, pero si en el acta de nacimiento del nieto denunciante falta el segundo apellido del abuelo (que también en multitud de casos no lo asentaban así), lo mandan a hacer un proceso de rectificación, no obstante, se justifique con los demás documentos o con los testigos como señala la ley, que efectivamente, es el abuelo del denunciante de quien se trata. (Tal parece el objetivo es impedirlo todo).

Si ante el ruego de las personas que me suplican encarecidamente, quite los acentos a su nombre, o los diéresis a su apellido, no obstante, vaya en contra de la gramática española, no cabe duda de que, ya es una psicosis social, lo que la burocracia ha creado con el nombre de los ciudadanos, quienes en la actualidad nos llamaremos como le dé la gana titularnos a las oficinas de gobierno.

 

 

 

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