Le quiero decir señor Presidente que desde hace muchos años he reconocido su activismo social y que ha contado con mi voto en sus tres campañas por la presidencia así como en la que se postuló para Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Reconozco que hizo buenas campañas, pero también quisiera decirle que ya se terminaron, ahora no queremos un candidato sino a un jefe de Estado.
No me sumo a esas campañas de desprestigio y todos esos comentarios insultantes que pueblan las redes sociales. No concuerdo con el periodismo noticioso y de opinión que busca con lupa los errores de la administración para atraer con una cabeza tramposa e incluso intenta hacer de los aciertos, yerros. De hecho, considero que don Manuel Buendía estaba en lo correcto cuando defendía la figura presidencial, porque un Estado que quiere salir adelante requiere una figura presidencial fuerte y respetada. Y vaya que al respetado periodista michoacano le tocaron gobiernos poco defendibles, tan poco que en uno de ellos fue víctima mortal.
Por eso le dirijo esta carta respetuosa, que quizá tenga poca repercusión porque no soy un expresidente vociferando insultos y mentiras para cubrir sus propios desaciertos y está en busca de un camino para hacerse de nuevo con el poder. Soy, antes que nada, una ciudadana ejerciendo un derecho.
No entiendo por qué las conferencias diarias, es un desgaste inútil, las posibilidades de emitir un discurso erróneo están más a la mano, es el pan atrayendo no a palomas sino buitres que quisieran verlo fracasar. Es posible que alguien en su gabinete ya lo haya mencionado y si no lo han hecho desconfíe de ellos.
El espacio periodístico que tengo desde hace muchos años se ha dedicado a reflexionar sobre la situación de las mujeres y tratar de hacer que esa problemática gane calle, a exponer cómo los derechos de las mujeres no se respetan, empezando porque no se respeta la vida misma de nuestro género, en un lenguaje sencillo y claro. La respuesta de su gobierno me desilusionó como a muchas más. Después vino la pandemia del coronavirus y he visto atónita las declaraciones.
Para combatir el virus no se necesita fuerza moral, ni la fuerza de la verdad, se requieren instalaciones, material, personal y no lo tenemos. Apenas el año anterior vimos movimientos de egresadas de enfermería luchando por una plaza sin lograrla y, claro, ahora la OMS dice, con toda la razón, que el país tiene déficit de personal de enfermería para enfrentar la pandemia.
Me pregunto por qué la insistencia de continuar las giras. ¿Si usted llegara a enfermar sabe el caos en que caería nuestro país? Muchos lo deben estar deseando, yo no. A la crisis de salud y económica, se le sumaría una crisis política que no deseo imaginar.
¿Que la pandemia nos vino como anillo al dedo? ¿Se lo podría decir a una madre que llevó a su hijo a un hospital del IMSS porque presentaba todos los síntomas de infección por Covid-19, lo revisaron y lo regresaron a su casa? Esa madre angustiada tuvo que volver un día después porque la salud de su hijo empeoraba y en hospitales particulares le cobraban once mil pesos en uno y 15 mil pesos en otro la prueba. Lo recibieron, le hicieron la prueba y lo tuvieron hospitalizado tres días. Estuvo en un lugar donde estaban todos los casos sospechosos, de modo que si no tenía el virus las probabilidades de contagio eran altísimas. Y los tenían a todos allí porque no están bien instaurados los protocolos, el personal realmente no tiene indicaciones precisas. Los familiares amontonados afuera deseando saber la condición de sus enfermos, también con altas posibilidades de contagio. ¿A todos ellos les vino la enfermedad como anillo al dedo? ¿Al personal de salud que debe ir a su trabajo y no tiene guantes, cubrebocas, caretas, gel antibacterial, batas, gorros, ventiladores mecánicos o monitores también le vino como anillo al dedo?
La sospecha que levantan tantos casos de neumonía atípica no se esfuman con la declaración de un funcionario. Ese hijo del que hablo fue dado de alta con ese diagnóstico. En las redes sociales algunos médicos señalan que tienen la orden de no registrar diagnósticos de Covid-19. El mismo ocultamiento de información que causó nuestro hartazgo de los gobiernos anteriores. Cierto que en las redes circula todo tipo de información, pero es la plaza pública horizontal donde la gente puede expresarse, y cada vez se suman más y más comentarios en torno a este mismo punto. ¿A quién creerle?
¿Fue acertado venderle cubrebocas a China en febrero mientras que ahora los empresarios hacen su agosto vendiendo esos insumos con sobreprecio? Son los únicos a los que sí les vino como anillo al dedo la pandemia.
No tengo la menor esperanza de que un día usted se acerque a saludarme. No tengo parientes de mala fama y abundante fortuna, ni siquiera una camionetota y mucho menos guaruras. Fovissste me quiere hacer un cobro indebido por varios miles de pesos derivado de un error de la institución y he mandado oficios acompañados de las pruebas y me mandan a la ventanilla que dice “así está registrado en el sistema” y aparentemente debo pagar.
De lo que sí tengo la esperanza es de que usted siga saludable, que no le dé materia a sus enemigos, de que este país tenga un líder al que respetemos los ciudadanos y envidien sus oponentes. Elimine las mañaneras, no son imprescindibles para hacer una buena comunicación de gobierno. Es mejor informar de manera concisa y evitar las crisis de comunicación. El lenguaje coloquial e improvisado no es buen consejero para alguien que tiene encima un escrutinio de mala fe. Sólo le pido que sea el presidente por el que votamos y que veamos que nos lleva por buen rumbo. Si le va bien a usted, le va bien al país.
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