“Vale más fracasar honradamente que triunfar debido a un fraude.” – Sófocles.
Indudablemente, el sexenio del presidente López Obrador será recordado por ser el de la destrucción de las instituciones.
En tan solo 16 meses, el Ejecutivo Federal provocó con sus políticas la caída sustancial de la economía, la cual basó absurdamente en modelos de mediados del siglo XX.
Así petrolear la economía ha sido la apuesta, proyectos francamente inviables (Santa Lucia, Dos Bocas y Tren Maya), convirtieron al sexenio en tiempo perdido.
Aunado a ello, la llegada de una pandemia global, que provocó la recesión económica mundial más complicada de los últimos 150 años, mantienen a México, literalmente en la lona.
Pero independientemente de los garrafales hierros del gobierno transformador del señor López, uno de sus grandes pendientes sigue ahí, confirmando que la demagogia y el populismo son la peor de las inversiones a corto, mediano o largo plazo.
Y es que de la mano de la campaña sanitaria mundial de #QuedateenCasa, las cifras varían.
La violencia en México, simplemente no ceja, la sociedad ya no sabe si encomendarse a Dios, o esperar el milagro de una renuncia presidencial, que difícilmente llegará.
A menos claro, que, pasada la contingencia, la sociedad se vuelque a la calle a exigirla ante la insignificante cantidad de logros positivos para la sociedad.
De esta manera, con 2 mil 585 homicidios dolosos, el pasado mes de marzo se convirtió en el más violento de los 16 meses en los que ha estado al frente de la seguridad el actual Gobierno Federal.
En ese periodo en promedio, mataron a 83 personas por día, según el reporte diario de asesinatos que implementó desde este sexenio la Comisión Nacional de Seguridad.
De todas las entidades, Guanajuato fue la que más registró ese tipo de delitos, con 325 asesinatos en 31 días, es decir, un promedio de 10 crímenes por día.
Le sigue el Estado de México donde se registraron 282 asesinatos, un promedio de 9 por día.
Anteriormente, el mes con las cifras más altas en ese delito de alto impacto fue junio de 2019, con 2 mil 543 muertos y un promedio de 84 por día.
Estas cifras de la Comisión son diferentes a las que publica el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Veracruz no se mantiene alejado de esta crisis.
Su actual gobierno, optó por el maquillaje oficial para intentar palear la andanada de críticas resultado de tanta muerte, feminicidio, secuestro y robo.
Así la actual Fiscalía General del Estado (FGE) emplea el método de la reclasificación para incidir en las cifras y con ello emitir otra percepción, aun cuando estas lo niegan categóricamente –cosa que nadie creé, por saber quiénes conforman la administración estatal-.
Así y en medio de este gran pendiente gubernamental, en la entidad continúa la violencia.
En días pasados, el asesinato artero y cobarde de la periodista María Elena Ferral en Papantla mostro nuevamente la fragilidad social y la indefensión ante la ola de impunidad con que se desarrolla el crimen.
A ello, sume usted el asesinato del hijo del expresidente municipal de Huatusco, Rigoberto Villalvazo Aparicio, quien fuera ejecutado este sábado mientras conducía su taxi en céntricas calles del municipio de Huatusco.
Según versiones de testigos, Orlando “N” quien conducía el taxi 454 de esta localidad, era perseguido por sujetos quienes abrieron fuego contra él, dejándolo muerto en el interior del automóvil en las calles de Gardenias esquina Bulevar, de la colonia Centenario.
El taxista trató de escapar de sus agresores, pero imposible fue escapar a la lluvia de disparos.
Orlando “N” era hijo de quien gobernó Huatusco en el periodo 1992 a 1994 y trabajaba de taxista desde hace varios años.
Al lugar arribaron paramédicos de la Cruz Roja de Huatusco, quienes sólo confirmaron que ya no tenía signos vitales, por lo que el lugar fue acordonado y custodiado rápidamente por elementos de la Policía Municipal, Fuerza Civil, SSP y Guardia Nacional que cercaron el lugar.
Posteriormente fue trasladada por los peritos de la Fiscalía para hacer el procedimiento de ley.
Mientras tanto el pendiente que marca el fracaso de la 4T es evidente, sus responsables, se mantienen sumidos en fraguar como habrán de seguir saqueando el erario, que en atender los temas prioritarios.
Al tiempo.
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