Porque es el responsable de la conducción del país, el presidente da pena. Peor, es preocupante que como Díaz Ordaz en 1968 con los jóvenes no vea en la de las mujeres una gran manifestación social de inconformidad sino un movimiento en su contra.
Necesita serenarse. Tiene que tomar decisiones con la cabeza fría, aunque preocupa que haya motivos que lo puedan alterar.
La empresa encuestadora “México elige” dio a conocer ayer los resultados de una encuesta que levantó el domingo, cuando tuvieron lugar las marchas con motivo del Día Internacional de la Mujer, y sufrió una drástica caída en la preferencia ciudadana.
Su calificación y su aprobación cayeron a 44.9% y 47.8%, respectivamente, cuando en marzo de hace un año tenía 62.8% y 67.4%, respectivamente, mientras que, mucha atención, por primera vez resulta mayor el porcentaje de la población que está a favor de que renuncie, 48.5%, contra solo el 47.4% que desea que permanezca. Todavía en enero el 59.5% quería que continuara.
Sin duda, su actitud abona a ello. En su conferencia mañanera de ayer el tema de las mujeres no fue su prioridad. Al inicio informó con qué asuntos iniciaría la semana: Quién es Quién en los Precios, la subasta de un día anterior en Los Pinos, el avance de las obras y cómo va la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y de la refinería. Dejó para el final la movilización del domingo.
Ofreció garantizar el derecho a la manifestación, que está consagrado en la Constitución, no es ninguna concesión suya; dijo que no hubo represión; ofreció no actuar contra quienes actuaron con exceso para “que no se utilice como pretexto”, aunque una anarquista que lanzó una bomba molotov causó quemaduras a una fotógrafa de prensa.
A lo más que llegó fue a felicitarlas por su movimiento y a decir que luchan legítimamente por sus derechos y en contra de la violencia y de los feminicidios. Pero no entró al fondo del problema, en ningún momento habló de machismo y menos de la impunidad que su mayoría prevalece en sus agresores, ni de la falta de resultados en las investigaciones de su gobierno y de los anteriores.
Insiste en que movimiento de mujeres es en su contra
Se extendió, en cambio en la “vertiente de quienes están en contra nuestra y lo que quieren es que fracase el gobierno y sobre todo que no pueda consumarse la Cuarta Transformación de la vida pública del país”. Volvió a su cantaleta: “Es el conservadurismo disfrazado de feminismo o de que resulte”.
¿Cuál es su argumento? Que Televisa y Milenio transmitieron en vivo la marcha.
Y otra vez: “… no pudieron los conservadores articularse (?), siguen sin poder agruparse para formar todo lo que conocemos como reacción… ahora están moralmente y políticamente derrotados (?)… no va a haber represión… esto que quisieran nuestros adversarios, los conservadores, para poder tener elementos, no lo van a lograr (?)…”.
No escuché en ningún audio de los videos que vi, no leí en ninguna nota, que las manifestantes se pronunciaran en contra del gobierno ni que tuvieran alguna expresión que deseara su fracaso. Volvió a la descalificación conservadurismo disfrazado de feminismo.
No entiende la causa de ellas
Definitivamente no entiende que salieron a la calle para protestar por la violencia que sufren, por su hartazgo ante tantos crímenes de mujeres sin aclarar y sin castigar a los responsables, porque no quieren ser las próximas víctimas, porque claman por sus desaparecidas. No lo conmueve el secuestro de una niña, su entrega a un verdadero monstruo para que la viole y su posterior estrangulamiento.
No se da cuenta, no se quiere dar cuenta que la del domingo y la de ayer son manifestaciones de gran magnitud, eso sí, por la falta de resultados de los gobiernos, federal y estatales, para brindarles la protección y la seguridad a que tienen derecho.
Tampoco percibe que en muchas hay otro trasfondo: su grito de protesta por la falta de medicamentos para sus hijos, hermanos, nietos o sobrinos que padecen cáncer. No alcanza a, o no quiere darse cuenta que en poco tiempo se ha acumulado un gran rencor social pero también un gran temor en ellas a salir vivas de sus casas y regresar sin vida, violadas, degolladas, mutiladas, desolladas; a terminar en fosas clandestinas.
No tiene la capacidad ni la visión para entender el gran hito histórico que le está tocando vivir, para escuchar el clamor de las mujeres que exigen un cambio que las proteja, que están pidiendo el parto de un nuevo México, como lo pidieron los jóvenes en 1968 y que como respuesta tuvieron la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.
No repara en que la inconformidad de las mujeres no solo es de ellas sino que alcanza a sus familias; que el enojo social puede crecer porque se resiste a hacer de sus problemas una de sus prioridades, y porque las descalifica, las llama “groseras”, de derecha, conservadoras, neoliberales, todo porque decidieron hacer uso de su derecho a manifestarse.
Han resultado el contrapeso que se necesita
Su egolatría, su autoritarismo no le perdona a las mujeres que le hayan ganado la iniciativa y que hayan ganado la calle de la que solo él se creía dueño; que vea una fuerza organizada que si se lo propone o cuando se lo proponga puede resultar el contrapeso que tanta falta le hace a su gobierno por el bien del país y que la oposición no ha logrado constituir.
Acabó con las estancias infantiles que beneficiaban a muchas niñas y a sus madres trabajadoras, acabó con los refugios para mujeres golpeadas, y cuando en una de sus mañaneras le preguntaron sobre el feminicidio su respuesta fue de enojo: “No quiero que el tema sea nada más feminicidios, ya está muy claro que se ha manipulado mucho sobre este asunto en los medios”. Pidió que mejor le preguntaran sobre la rifa del avión presidencial.
Ayer tuvo la gran oportunidad, acaso la mejor y la más oportuna, de rectificar el rumbo y reparar una grave falla suya. No lo hizo. Insistió en su postura, que cree que es la única y la verdadera. Está cerrado a la realidad. Lleva a México dando tumbos y por muy mal camino.